Desde mediados de la década del sesenta hasta parte de los noventa, Trampolín a la Fama, el programa conducido por el célebre Augusto Ferrando, cautivaba la atención de miles de familias peruanas adquiriendo altos índices de rating, lo cual fue aprovechado por el carismático presentador para apostar su puesto de trabajo al triunfo de la candidatura de Mario Vargas Llosa. En nuestros días, pareciera inevitable que estas figuras mediáticas cumplan un papel cotidiano: entretienen a las madres mientras hacen las actividades del hogar o a las familias durante la hora de almuerzo.
Durante las elecciones de 2021, ha sido necesario contactar a personajes que conocen de los límites y matices entre el entretenimiento y la política. Ni Gisela Valcárcel ni Magaly Medina han debido extrañarse cuando solicitaron su ayuda. Ambas tienen experiencia participando en contiendas electorales. Magaly cada cinco años presenta una crónica describiendo a la familia de Keiko Fujimori, denotando el lado humano de la candidata. Gisela ha atestiguado el involucramiento del bastante popular Augusto Ferrando a la campaña de Vargas Llosa. Ninguna es ajena al tema. Totalmente diferentes entre sí, enemigas por siempre, pero a veces socias si se trata de hacer pública su preferencia electoral.
¿La política y la farándula tienen implicancias entre sí ? Para algunos sí, para otros no. Buscamos resolver la pregunta a través de ciertos momentos observados en la última campaña electoral.
La única reina del show: Gisela Valcárcel
Cuando la popular ‘Señito’ está frente a cámaras, deslumbran sus años de experiencia televisiva a través de su poder mediático. La conductora y productora es consciente de que existe “un amor hacia ella y un reconocimiento de su poderío, pero, al mismo tiempo, hay un odio”, como sostiene el antropólogo Alexander Huerta Mercado, profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP.
Después de verla en la salita del SIN en diálogos con Vladimiro Montesinos, muchos dudan de que aquello que muestra frente a las cámaras sea real. No lo aparenta, pero nada la disocia de la mala imagen negativa que carga la familia Fujimori, aunque, tal y como ella lo remarca, no siempre formó parte de su bando. Ella también tuvo un ferviente apoyo a la candidatura de Mario Vargas Llosa.
Dos mujeres, una cargando de poder a la otra
Cinco días antes de que finalizara la carrera electoral y se conociera, por fin, al ganador o ganadora del puesto presidencial, Gisela Valcárcel decidió hacer pública su preferencia política. Sorpresiva o predecible, la conductora se presentó en el encuentro de “Mujeres Líderes” que la postulante de Fuerza Popular tuvo con sus simpatizantes en la Iglesia del León de Judá, en Carabayllo.
Gisela, más altiva frente a Keiko, parece transmitir su poder a la candidata. «Hay un calendario de poderes. Keiko aparece como niña, emocionada al ver a Gisela», afirma Huerta Mercado. Los ojos saltones de Fujimori revelan la alegría que implica tener en su bando a uno de los personajes más populares de la televisión nacional.
Todo parece ser perfecto para embellecer la vista de la audiencia: la camiseta de la selección, la bandera peruana de fondo y la figura imponente vestida de sumisa de Gisela Valcárcel. Sin embargo, existe un elemento que parece no pertenecer a aquel cuadro: el reloj. «El tamaño y el color implica un registro de poderes. Advierte acerca de quién carga de poder a quién», señala Huerta Mercado.
De la entrevista al drama
Días después, la productora de televisión asiste a un programa nocturno de Canal N conducido por Mávila Huertas para reafirmar su apoyo político a Keiko Fujimori. 21 minutos con 42 segundos fueron brindados para que ‘la Señito’ hablara detalladamente sobre su pasado político y personal legitimando todo aquello que podría decir ante el público.
La entrevista se resume en un soy como tú. Para Huerta Mercado y Guillermo Vasquez, especialista en medios audiovisuales PUCP, es una manera de legitimar su postura política y su opinión acerca del contrincante de Keiko Fujimori.
«Resaltemos las características del colchón de paja donde durmió junto a su hermana, una situación que refleja pobreza y, al mismo tiempo, identifica a una gran parte de la población. Ella es diferente, porque ‘salió adelante’. Lo que Gisela está diciendo es que, pese a que es exitosa, millonaria, conocida, rubia y hay un ‘blanqueamiento’ en su fisionomía, sigue teniendo legitimidad para hablar de temas electorales», explica Huerta Mercado.
La conductora tiene la necesidad de volver a un pasado desfavorable económicamente para sostener sus argumentos en apoyo a la candidata de su preferencia. Según Vásquez, este es un recurso que muchos personajes que no están relacionados a la política usan para sustentar sus opiniones y evitar las críticas. «Prácticamente dice: ‘mis orígenes son iguales a los tuyos, por lo tanto, mis metas y sueños también. Si ahora yo estoy sacando la cara por esta candidata, tú también deberías reflexionar al respecto’», añade el docente de Comunicaciones.
Roberto Brañez, lingüista y profesor de la PUCP y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, declara que los discursos no solo se componen por lo que se dice, sino por la manera en la que se dice y en el cómo se dice. «La prosodia, que en lingüística se entiende como la pronunciación y enunciación correctas, tiene un rol importante en la performance del sujeto. Las pausas largas, las preguntas retóricas, como el ‘¿por qué no? [expresar mi opinión]’, tratan de visibilizar la idea del sujeto reflexivo o sensato», señala.
Valcárcel no solo legitima su argumento rememorando su pasado, sino que lo valida mostrándose como un personaje neutral, sin ideología, sin intereses particulares e imparcial que desde la objetividad opina y ha evaluado que lo mejor es esta opción.
«Muestra un componente dramático, nos da esas pausas para emocionarnos y que la gente diga ‘se está emocionando, prácticamente se va a quebrar’. Hay una construcción muy particular que creo que ella, con ya muchos años frente a las cámaras, obviamente ha sabido dirigir para su beneficio», indica Vásquez aludiendo también al cómo se expresa Gisela durante la entrevista.
Pero no olvidemos la otra parte: la entrevistadora. «Mientras Gisela está sobreactuando, dramatizando y convirtiendo la conversación en un pequeño drama, la cara de la periodista contrasta totalmente, pues se la ve lejana al mensaje, como si aquello que Valcárcel le dice no formara parte de lo que quiere oír», destaca Huerta Mercado.
¿Y ahora? Twitter…
Luego de conocer los resultados de la segunda vuelta electoral, las voces que gritaban la victoria de Fujimori se silenciaron. Lo único que primaba era la incertidumbre, de la que muchos aprovecharon para recordar sus advertencias anunciadas durante la campaña: el dólar subirá o Perú será Venezuela pronto. Valcárcel usó Twitter para ello.
«Gisela es un personaje que mediáticamente ha ocupado más espacios televisivos que escritos. Buena parte de su acogida está en el hecho de cómo construye sus discursos, no solamente porque empatiza con el público, sino que apela a una serie de estrategias de cortesía”, explica Brañez. Remarca que se haya pronunciado luego desde un territorio escritural como Twitter que por excelencia es la red social que más discute temas políticos.
“‘Te lo dije, te lo advertí’, así es como se traduce el tweet de Gisela. Ella se muestra en un rol de madre al escribirlo. «Primero dice ‘hay caos’, luego nos regaña con un ‘nosotros nos lo buscamos’ y, la respuesta final es ‘¿Y ahora qué vamos a hacer?’», describe Huerta Mercado. Recalca que tiene una connotación mesiánica y revela la personalidad de la conductora.
Magaly Medina, autenticidad esplendorosa
Al igual que Gisela, Magaly Medina se pronunció ante la contienda electoral que transcurría en nuestro país. Conocemos las grandes diferencias, e incluso enemistad, que existen entre ambas, pero esta es una muy peculiar: «Magaly Medina, parece mentira, pero sí es considerada una periodista seria, al menos auténtica y popular», sostiene Huerta Mercado. Una de las grandes divergencias existentes entre estas referentes de la televisión peruana es que, respecto a la ‘Señito’, hay “una sospecha de que tiene una máscara. Primero, de gurú, sabia india, después de sabia cristiana, luego de coach. Entonces, todos estamos locos por saber que en el fondo es egocéntrica, mala o despiadada con su gente», explica el antropólogo.
En el caso de la autodenominada ‘Urraca’ de la farándula «su propio carácter y su forma de ser frente a la audiencia es de mala, de prepotente o de enojada», señala. La periodista tendría una ventaja que Gisela no posee. «Su imagen estará acusada de muchas cosas, pero no de ser falsa, sino de ser demasiado honesta», agrega Huerta. Esta sinceridad le ha permitido mostrarse transparente ante la audiencia que apoya su contenido que, pese a las críticas, sigue al aire.
Estos espacios que no son de campaña política electoral se anuncian como una apertura para ver el lado personal y humano del candidato. «Se duele decir ‘vamos a ver el otro lado de…’, ya no vamos a ver a la candidata, sino a la mujer, o ya no vamos a ver a la política, sino a la madre. Al final de cuentas es un soporte explícito a eso que se está buscando: la campaña política», explica Vásquez recordando que estos recursos son tomados en cuenta por los diversos candidatos.
¿Pro democracia o pro intereses particulares?
Cuando Magaly dice “no somos pro terruco», utiliza la firmeza con la que se enfrenta a sus detractores. Brañez resalta que «se inscribe el nosotros democrático versus el otro terruco, que es la figura que se ha comenzado a construir mediáticamente». Ella trata de marcar una diferencia entre los otros que votarán por Pedro Castillo por ser ‘terrucos’ y el nosotros que es consciente de lo que es bueno para el país.
Medina no es nueva en este tipo de situaciones. «Yo recuerdo que se acercaba a Alan García, y le hablaba de tú a tú, también visitó a un Toledo deprimido y entrevistó a PPK entre risas. Entonces, no es algo improvisado. En este contexto, es obvio que Magaly no tenía ningún interés en que gane alguien que podía amenazar su programa», señala Huerta Mercado analizando el motivo del apoyo y la entrevista realizada a la candidata Fujimori.
Video referencial: https://www.instagram.com/tv/CHtIbFmhfRz/
Totalmente al descubierto, Gigi y Peluchín
Si hablamos de farándula, es imposible evitar referirnos a los conductores de Amor y Fuego, Rodrigo González y Gigi Mitre. Tomaron uno de los episodios de su programa para realizarle una entrevista a Keiko Fujimori, según ellos, con preguntas que el público siempre quiso resolver. Las interrogantes se mostraron como sorpresivas para la entrevistada e incluso hubo comentarios como “tú pensabas que estabas con Mávila (Huertas)”, aludiendo a que ellos no iban a realizar las típicas preguntas que ayuden a que la candidata quede con una imagen honrosa. Vásquez advierte que tenemos que observar con ciertas dudas lo que aparece en pantalla porque “lo que se conversó detrás de esa entrevista nunca lo sabremos».
Sin embargo, no podemos negar que esta fue la entrevista más incómoda que tuvo Fujimori. «Si bien Gigi y Peluchín no tienen el poder mediático que pueda tener Magaly, sí tienen cierta autonomía o libertad, por lo que son percibidos como muy auténticos. No debería extrañarnos que, a diferencia de Gisela o Magaly, sí existan rodriguistas», señala Huerta Mercado.
¿Los personajes de farándula influyen en la decisión de los electores?
Pese a todo el accionar durante el contexto electoral por parte de los personajes de farándula, Huerta Mercado sostiene que “no es el tiempo de las figuras de la televisión para ser vistos como líderes políticos”. El profesor añade que las redes sociales configuran un espacio cultural más amplio y, por ende, más influyente, donde tiktokers o influencers nativos se configuran como los nuevos referentes del público.
Los tres especialistas coinciden en que, si bien el peruano ha fallado al elegir a sus autoridades, esto no significa que no sean conscientes cuando se los trata de manipular mediáticamente. “En política todo vale, incluso la ayuda de personajes ajenos a este rubro, pero no necesariamente creo que haya una cuestión de influencia muy marcada. Yo creo que la gente que ve el programa de Gisela dice ‘me voy a entretener’ y no le suma relevancia al conocer su postura política”, sostiene Vásquez.
Frente a un público con mayor agencia sobre la aceptación de la información que se le presenta, tiene sentido pensar en que las figuras televisivas de la farándula, específicamente, han dejado de ser líderes mediáticos que influyan en la decisión de voto de la población, pues ya saben diferenciar entre el contenido político y el show.
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