Con el objetivo de democratizar la lectura y promocionar nuevas propuestas culturales, a inicios de este año nació “Ciudad con cultura”, una feria del libro independiente que recorre Lima, llevando todo tipo de historias a los lectores. Dos organizadoras, un feriante y dos asistentes cuentan su visión sobre los libros y profundizan en la importancia de esta iniciativa.
Por: Sebastián Blanco
Portada: Irene Corzo
Democratizar la lectura para alimentar el conocimiento
En diciembre de 2020, Chrisel Arquíñigo y Alex Vargas fundaron la librería “Ciudad Librera”, ubicada en el distrito de Magdalena del Mar, con el objetivo de promover la lectura “más allá” de la literatura y organizar diversas actividades culturales que brinden espacios a nuevos autores, reconocidos escritores y el público en general.
En mayo de este año, inauguraron en Pueblo Libre la segunda sede de “Ciudad Librera”. El público de ambos distritos, aunque poco acostumbrado a este tipo de iniciativas, se mostró entusiasmado desde el inicio.
Chrisel tiene 26 años, es limeña y estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), entre 2012 y 2015.
Desde hace cuatro años, se dedica a la gestión cultural, labor que la apasiona y que la motivó a organizar, en febrero de este año, la feria del libro independiente “Ciudad con cultura”, creada en alianza con el Fondo de Cultura Económica (FCE).
Chrisel remarca que “Ciudad con cultura” es un espacio que no solo vende libros, sino que cuenta con una programación cultural que brinda oportunidades a editoriales y librerías pequeñas o nuevas.
En ese sentido, la programación cultural es muy importante, pues cree que sin esta no se pueden generar cambios. “La idea es que la población sepa que cada año va a haber una feria de libro en el distrito”, afirma.
Hasta el momento, la feria ha estado en Los Olivos, Magdalena, Pueblo Libre, Rímac, Surco, y actualmente se encuentra en San Isidro, en donde funcionará hasta el 24 de diciembre.
Solo en la feria realizada en Pueblo Libre, entre el 13 y el 28 de noviembre, 17.000 visitantes disfrutaron de la amplia oferta editorial y de actividades culturales como presentaciones de libros, conversatorios y conciertos en vivo.
Chrisel está segura de que llevar los libros a distritos en los que usualmente no hay actividades de este tipo ha sido vital para que la población limeña entienda la propuesta de descentralizar y difundir la cultura. “En cada distrito ha sido una experiencia nueva y enriquecedora”, señala.
Por ejemplo, en Rímac, donde no hay librerías y casi ninguna biblioteca, inicialmente el público fue reacio a la feria. Sin embargo, “con el transcurso de los días, los hijos de los comerciantes empezaron a sumarse y disfrutar las actividades como cuentacuentos”.
Sin titubear, afirma que leer es muy importante porque es el mejor camino para adquirir conocimiento. “Con él uno puede realizar tantas cosas, puede salir adelante. Por eso buscamos promover la lectura”, concluye.
Cuando la cultura toca la puerta de casa
Al igual que Chrisel, Irene Corzo, encargada de organizar la programación cultural de la feria, se entusiasma al conversar sobre esta iniciativa. “Hacemos presentaciones de libros, conversatorios, actividades musicales, lecturas, proyecciones cinematográficas, cuentacuentos, entre otras actividades”, explica.
Irene es lectora desde pequeña, lo que la condujo a estudiar literatura y a trabajar para transmitir cultura a la mayor cantidad de niños posible. Hoy, con 39 años, es enfática al señalar que la propuesta de “Ciudad con cultura” es fundamental.
“En el Rímac tuve la oportunidad de ver que los hijos de las vendedoras de picarones o de emoliente se acercaban a nosotros para los eventos de cuentacuentos y disfrutaban muchísimo. Eso es algo que no habían tenido en mucho tiempo”, señala llena de orgullo.
La organizadora afirma que la respuesta del público ha sido sorprendente, sobre todo de las personas que viven en el distrito en el que se asienta cada feria. “Para las últimas ocasiones siempre ha habido gente, el público infantil es un público fijo, porque con la pandemia necesita distraerse”.
El crecimiento ha sido exponencial. “Cada vez es más grande y esperamos tener más feriantes y más eventos. Siempre con la intención de visibilizar a todas las editoriales independientes o las que tengan propuestas diferentes”, manifiesta.
Irene asegura que el Perú necesita mucha más cultura y educación. “Hacemos una labor importante, tratando de acercar los niños a la cultura, que son el futuro y de eso depende la sociedad que mañana tendrá el país”, sentencia.
Un oficio que enriquece la vida
Edwin Clemente confiesa que durante muchos años no pensó abrir una tienda de libros, pero desde los 17 empezó a trabajar en el rubro, justo después de terminar el colegio.
“Era ayudante de mi papá, aprendí este oficio y me encantó”, recuerda con nostalgia. Desde hace tres años tiene su propia librería, llamada El Quijote, cuyo local se encuentra en el jirón Quilca, en el centro histórico de Lima.
Ahora, con 35 años, casado y padre de familia, es uno de los feriantes habituales de “Ciudad con cultura” y se siente contento por hacer circular sus libros.
Él explica que lo mejor de ganarse la vida vendiendo libros es interactuar con las personas. Disfruta conversar con los clientes y recomendarles nuevas lecturas, pues está seguro de que este oficio es un arte.
Señala que se enteró de la feria “Ciudad con cultura” porque la vio en una publicación de Facebook, tras lo cual se comunicó con Chrisel, y ella lo admitió como feriante sin mayores inconvenientes.
Empezó a ser parte de la iniciativa en febrero de este año y, desde entonces, ha asistido regularmente a la que considera una “gran aventura”.
La alegría de los vecinos que han visitado la feria y la cercanía de este nuevo público lo hacen sentirse a gusto mientras las horas avanzan. Le parece muy buena idea que la feria no solo ofrezca libros, sino que también realice actividades que atrapen la atención del público y lo motiven a volver.
Todos deberíamos leer, remarca. Un periódico, un panfleto, lo que sea, pero leer: “El cerebro es como un músculo. Así como ejercitamos nuestros músculos por las mañanas, el cerebro también se tiene que ejercitar leyendo”, agrega.
Edwin confiesa que los libros son su vida. “Me di cuenta de que eran un nicho de negocio, algo que podía ser una fuente de ingreso para mi familia y otro para aportar a la ciudadanía”, señala.
No tiene un título universitario como, sospecha, la gran mayoría de sus compañeros vendedores, pero poco importa, pues contribuye a la sociedad ofreciendo cultura.
Dos voces en un mismo viaje
Kristy Vásquez es estudiante de Comunicación para el Desarrollo en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). En su casa en San Miguel, disfruta el ritual que implica tener un nuevo libro entre sus manos. “Con el papel me siento mucho más cercana a las historias”, afirma.
Solía asistir a ferias del libro desde los 14 años, motivada por el ambiente y la variedad de títulos disponibles. Sin embargo, este peregrinaje se vio interrumpido cuando la pandemia empezó a causar estragos en el país.
En agosto de este año, cuando se enteró de que “Ciudad con cultura” estaba en Magdalena, sintió la necesidad de visitarla. Incluso ahora que han pasado varios meses, recordar los puestos abarrotados de rumas de lecturas la emociona, como si volviera sobre sus pasos.
Bárbara Contreras también visitó esta feria. Ella vive en Magdalena y es estudiante de Periodismo en la PUCP. Comprar libros es una de sus actividades favoritas, pues la maravilla entrar a una librería y descubrir todas esas historias que encierran sus estantes.
“A veces quisiera poder llevármelos todos a casa, e ir descubriendo poco a poco lo que encierran”, confiesa sonriente. En su caso, el descubrimiento de la feria fue accidental.
Salió de comprar del Mercado de Magdalena, cruzó los 5 metros de pista que lo separan de la plaza Túpac Amaru y descubrió que estaba ahí instalada, por lo que decidió echar un vistazo.
Tanto para Kristy como para Bárbara, volver a una feria tras las restricciones de la pandemia fue muy emocionante y, sin saberlo, las dos enlazan sus caminos: “Leer hace que sienta que algunos de mis problemas no son tan importantes. Por ello ocupa un lugar especial dentro de mi vida”, afirma la futura periodista.
“Los libros son mi vía de escape y cuando estoy leyendo tengo muchas emociones encontradas. Las historias me mantienen en vilo, me motivan a seguir viajando en sus páginas”, añade Kristy.
Ambas coinciden en que, más allá de las alternativas editoriales, “Ciudad con cultura” lleva los libros al escenario novedoso de plazas y calles, haciéndolos accesibles para todos los que deseen navegar por sus historias.