¿Cuántos años de cárcel merece el chofer ebrio que mató a este universitario?

Fueron más de 55 mil los accidentes de tránsito reportados en Lima en 2014. La ebriedad de los conductores figura como la cuarta causa más frecuente de los siniestros a nivel nacional. Una de sus víctimas fue José Armando Miranda, estudiante de la Universidad Nacional de Ingeniería. Conozca a través de este caso una problemática irresuelta en el Perú. Nuestro país registra el triple de accidentes que Bolivia y el doble que Ecuador.

Por: Katherine Morales
Portada: Facebook José Armando Miranda Bellido


La fotografía muestra a un joven de contextura gruesa, piel trigueña, ojos negros tras unos lentes semicirculares y una sonrisa discreta. A José Armando Miranda Bellido le gustaba el fútbol, los fines de semana se despertaba a las 5 a.m. y salía a jugar una pichanguita con su hermano y algunos amigos. Las matemáticas eran para él un entretenimiento: “Resolvía los problemas en su cabeza y te decía el resultado”, cuenta con orgullo su tía, Jacqueline Bellido.

José Armando, de 22 años, estaba a punto de terminar la carrera de estadística en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). La ceremonia de graduación estaba programada para enero de 2015, pero la irresponsabilidad de un chofer truncó su futuro el 28 de noviembre de 2014.

Era viernes y José Armando había acordado reunirse con sus compañeros en el KFC cerca a la UNI. Alrededor de las 9 de la noche, el estudiante de estadística y un amigo suyo estaban esperando el cambio de luz del semáforo, en el paradero cercano a la puerta cuatro de la universidad. De pronto alguien le pasó la voz a su amigo, este volteó y se acercó a saludar. En ese momento un auto Nissan, de placa D5X-683, se subió a la berma y atropelló a José Armando.

Beber, conducir y matar

Su caso fue solo uno de los 55 mil 699 accidentes de tránsito reportados en Lima en 2014, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). El 66,8 por ciento de estos fueron ocasionados por vehículos particulares. Jesús Jerí Pillaca, un suboficial del Ejército, manejaba el auto que arrolló a José Armando. Se encontraba ebrio y su reacción fue huir de la escena. Sin embargo, un taxista le cerró el paso e impidió que se marchara. Ese mismo año, en el Perú hubo tres veces más accidentes de tránsito que en Bolivia y más del doble que en Ecuador, según la Cartilla de Accidentes de Tránsito de la Comunidad Andina.

Una policía detuvo al suboficial, mientras los amigos de José Armando que habían estado reunidos en el KFC corrieron a verlo. Él, todavía consciente, le dijo a uno de ellos: “Llama a mi mamá”.

El responsable del atropello fue llevado a la comisaría, le tomaron la prueba de dosaje etílico que dio como resultado 0.98 gramos de alcohol por litro de sangre, casi el doble del límite permitido en un conductor particular. En el caso de un conductor de transporte público se acepta 0.25 gramos como máximo.

El impacto del alcohol

En Lima, el 4,6 % de accidentes de tránsito es causado por conductores en estado de ebriedad, según el INEI. La licencia de conducir de Jesús Jerí Pillaca registraba infracciones graves y  leves. Por cada infracción se registra un acumulado de puntos contra el chofer que comete la falta: de 1 a 20 puntos para las leves, de 20 a 50 para las graves y de 50 a 100 para las muy graves. Llegar a los 100 puntos implica una sanción. La primera vez (que el chofer alcance este puntaje) se le suspenderá la licencia por seis meses; la segunda, por doce meses, y la tercera vez se le cancelará definitivamente el permiso de conducir.

Jacqueline Bellido, la tía de José Armando, decidió buscar un abogado y se dirigió a la comisaría de Ciudad y Campo, en el Rímac. Allí un policía le dijo que el siguiente paso sería derivar a Jerí al Ministerio Público.  

Sus compañeros de la UNI realizaron una vigilia luego de su fallecimiento. Foto: El Comercio.

Mientras tanto, José Armando fue llevado a la clínica Jesús del Norte. Tenía fracturas en la pierna, el  tobillo y  la cadera. En la frente, un corte enorme le abría la piel hasta la sien. Los médicos no pudieron operarlo, había perdido demasiada sangre. Nueve horas después José Armando entró en estado de coma. La familia, angustiada, esperaba en los pasillos alguna noticia de los médicos. Jacqueline llegó a la clínica para estar al lado de su hermana. Al día siguiente no dejó de llamar a la comisaría para saber si Jerí ya había sido derivado a la Fiscalía. “Me dijeron que no podían darme información por teléfono, que tenía que acercarme personalmente, cuando en ese momento lo único que quería era estar con mi familia en la clínica”.

Llegó a la comisaría a las 5 p.m. del sábado y se dio con la sorpresa de que no habían llevado al conductor al Ministerio Público. La policía le dijo que lo trasladarían en dos horas. “Yo decidí quedarme allí para constatar lo que me decían”. Poco después una señora se le acercó y le dijo: “Buenas, yo soy la esposa del chofer que arrolló al chico”. La tía de José Armando se quedó sentada y comenzó a llorar, mientras la mujer pedía disculpas por lo que había hecho su pareja. “No soporto su presencia, por favor retírese”, le dijo Jacqueline. Pero antes le pidió su número de teléfono, ellos tenían que hacerse cargo de los gastos del accidente. A las 9 p.m. Jerí fue llevado al Ministerio Público.

Su estadía no duró mucho, fue liberado a la 1 de la mañana. El fiscal Humberto Ruiz Peralta no advirtió peligro de fuga del país, identificó ‘arraigo’ y no pidió prisión preventiva para Jerí. “Él era un militar con varios años de servicio, sin antecedentes penales y su esposa e hijas radicaban en el país, no había peligro de fuga”, sostuvo el fiscal.

La evaluación hecha por el Instituto de Medicina Legal había calificado la salud de José Armando con un 20 sobre 90; es decir estimaron que necesitaría 20 días de atención médica y que se recuperaría en un plazo de 90 días.

¿Cómo llegaron estos conductores a las calles?

Uno de los requisitos para obtener una licencia de conducir en la categoría A-I es dar un Examen de Normas de Tránsito de 200 preguntas. El balotario de estas se puede obtener con facilidad en línea. Un buen ejercicio de memorización —y no necesariamente de interiorización— será suficiente.

Cuando un conductor comete una infracción y paga su papeleta en el banco, el Sistema de Licencia de Conducir por Puntos registra el día en que se canceló esta. Dos años después de esa fecha, el sistema borra automáticamente la infracción.

“Los conductores piensan que apenas pagan la infracción esta se borra del sistema. Eso ocasiona que lleguen a los 100 puntos sin darse cuenta”, explica Luis Osnayo Asmat, representante del área de informaciones de la SUTRAN (Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías).

La tipificación del delito es otro tema discutible en los accidentes de tránsito. Muchas veces los argumentos utilizados para determinar si hubo intención o no de causar daño en un homicidio son debatibles.

Sentencia pendiente 

El fiscal Ruiz Peralta afirmó que, al recibir el expediente, el joven presentaba un traumatismo encéfalo craneano, por lo que el conductor fue acusado solo por lesiones graves. “Jesús Jerí merece ser condenado, pero en el momento en que yo estuve a cargo del caso no había sustento legal para mandarlo a la cárcel”, dice el fiscal.

Según el INEI,  durante 2014 en Lima hubo 4 mil 204 denuncias por accidentes fatales y no fatales causados por choferes ebrios. Conducir en estado de ebriedad es un delito cuya sanción es de seis meses a dos años de pena privativa de la libertad, de acuerdo con el Código Penal. Sin embargo, si este hecho provoca la muerte de una persona se convierte en un agravante del delito; es decir, incrementa la responsabilidad penal del culpable. En Perú, durante el año 2014, la cuarta causa más frecuente de accidentes de tránsito fue el estado de ebriedad del conductor, según el INEI.

El 3 de diciembre, cinco días después del accidente, José Armando no resistió más. Murió a las 7 de la mañana, luego de haberse declarado su muerte cerebral. Con orden de prisión preventiva, Jesús Jerí decidió entregarse a la justicia. El autor del atropello afrontó entonces un proceso judicial por homicidio culposo agravado. Este delito no contempla intencionalidad pero sí culpa, en este caso, por no respetar las reglas de tránsito, y se sanciona con penas de cuatro a ocho años de cárcel.

En febrero de 2015 el abogado de José Armando solicitó que no se procese a Jerí por homicidio culposo agravado, sino por homicidio simple con dolo eventual. Este tipo de delito sí identifica intencionalidad y recibe una sanción de seis a veinte años de pena privativa de la libertad. “Jesús Jerí es militar, los militares también están obligados a respetar las normas, entre ellas las reglas de tránsito, pero aun así decidió conducir ebrio”, argumenta Bellido.

Ha pasado más de un año y medio desde la muerte de José Armando y aún no se conoce la sentencia para el chofer. Foto: El Comercio.

Un mes después, el abogado también pidió que el responsable del accidente sea procesado por un delito más. Así lo recalca la tía de José Armando: “Ese hombre también había cometido el delito de omisión de socorro y exposición al peligro”.

“Los choferes que se acercan a nuestra organización para hacer algún reclamo, creen que la papeleta que les han puesto por exceso de velocidad es un abuso. Pero cuando se les pregunta cuáles son los límites de velocidad, no saben qué responder”, cuenta Luis Quispe Candia, presidente de la ONG Luz Ámbar.

La tía de José Armando, Jacqueline Bellido, insistió por meses para que se cambie el tipo de delito. En marzo de este año la Fiscalía se pronunció a favor de la adecuación del tipo penal y en junio el Primer Juzgado de Tránsito y Seguridad Vial le dio cinco meses más de prisión preventiva a Jesús Jerí Pillaca.

Recién en noviembre Jacqueline Bellido podrá saber cuánto tiempo pasará en la cárcel el culpable de la muerte de su sobrino.