Empezó en la música a los seis años. A los catorce se animó a participar en el programa La Voz Kids. Tenía la ilusión de conocer a Kalimba. A esa edad Daniela se dio cuenta de que la música era mucho más que una manía adolescente, era lo que ella quería hacer de por vida.
Por: Rosa Vela
Portada: EP Torcaza, 2021
Daniela Prado, quien apenas llega al metro sesenta, tiene 23 años y es cantante de música fusión Pop Folk. Estudia música en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Tiene cuatro canciones propias y un EP, un “extended play” que consiste en la compilación de canciones que han sido producidas por un artista. Como muchos otros jóvenes que se dedican a la música, al principio ella quisó hacer pop. Sin embargo, al ir enfocándose más en el ritmo, su productor le dijo: “Dani, esto no es pop. Tú estás haciendo música andina”. En ese momento, a los 17 años, entendió que la música andina la jalaba mucho. “Ahí decidí hacer la fusión de la música contemporánea con la andina”, recuerda.
Daniela cantó en un coro entre los 6 y 14 años. Cantaba en la parroquia de su barrio, en las ceremonias de la municipalidad, pero también hizo varias presentaciones en el extranjero. Tenía entre 12 y 13 años cuando empezó a cancelar salidas familiares o encuentros con amigos, ya que tenía que ensayar o cantar en eventos. Sabía que no podía gritar porque podía afectar sus cuerdas vocales. “Nunca lo vi como algo malo porque en todo caso yo le hubiera dicho a mi mamá que me quería salir del coro porque deseaba ir a una reunión. Cantar era algo que a mí más me gustaba”, recuerda.
Desde pequeña supo que iba renunciar a muchas cosas propias de su edad porque ante todo estaba la música. Cuando llegó a La Voz Kids, a sus 14 años, Daniela conoció por primera vez a músicos que trabajaban en la televisión. “Yo le pregunté a mi mamá: ¿cómo hacen estos músicos para estar todo el día tocando, cantando y conociendo a tantos artistas? Mi mamá me dijo: Pucha Dani, ellos estudian. Y yo dije: Ay, yo también quiero estudiar”, recuerda.
Mientras participaba en la Voz Kids, ella decidió que quería estudiar música. Su mamá la apoyó desde el comienzo. Se inscribió en la academia de canto contemporáneo de Desiré Mandrile, una cantante versátil que se ha paseado por distintos géneros. Daniela pertenece a la primera promoción de la academia y Desiré les brindó muchas oportunidades. Los llevaba a cantar a distintos eventos, les presentó a músicos del medio con los cuales grabó sus primeras canciones.
Hoy, a sus 22 años, Daniela enseña canto contemporáneo en la academia de Desire Mandrile, quien fue su profesora y ahora es su jefa. “Desde que salí de la Voz Kids he vivido rodeada de música, conocí a muchísima gente que me ha apoyado desde ese momento y hasta el día de hoy ”, relata.
En la Voz Kids aprendí a vencer los miedos. Antes de esta experiencia, Daniela confiesa que era muy tímida. Tiene una anécdota graciosa que contar. Fue antes de audicionar para la Voz Kids y cuando tomaba clases de canto con una profesora de música criolla. “Un día antes de mi audición, mi mamá fue a ver cómo me estaba yendo y se dio cuenta que yo le cantaba a mi profe de espaldas, no le podía ver a la cara. Y mi mamá, pucha, me gritó. Me dijo: “¡Daniela, vas a salir en televisión nacional! ¿Cómo es posible que estés cantándole así a tu profe? ¡Voltéate! Y yo: “Ah ya ma’, y me volteé”, recuerda.
“Mi mamá se llama Katia Aguirre y es parte fundamental de mi carrera musical porque al final es ella quien me dio el empujón. O sea, en realidad mi proyecto de artista es también su proyecto. Ella empezó a subir mis videos a Youtube. Mi mamá es comunicadora, es periodista. Siento que eso ha influido a que me ayude con las redes sociales. Mi mamá es parte del proyecto, es parte de todo esto. Y hasta ahora ella sigue diciéndome: “Daniela, que vamos a hacer esto, el concierto, los polos para la banda…”. Ella es la manager y en realidad la jefa de todo”, reconoce.
Katia Aguirre, mamá de Daniela Prado, es periodista, pero a veces quiere dejar el periodismo para dedicarse al rubro artístico, ya que le encanta la música. “Incluso antes de que yo naciera, mi mamá estaba detrás de los detalles artísticos de la banda el Dúo de Ayacucho, del cual mi papá formaba parte. El nombre de mi papá es Carlos Prado. A lo que voy es que a mi mamá ya le gustaba todo lo que tiene que ver con la música desde antes que yo empezará a cantar”, recuerda.
El talento músical lo heredó por parte de su padre, Carlos Prado. Su primer EP se llama Torcaza, el mismo nombre del disco más popular del Dúo Ayacucho. “Juro que no fue planeado para nada, fue una coincidencia. Yo había estado preparando el disco desde el 2018 hasta que terminé de grabar la última canción el año pasado. Dije que este disco debe tener una temática y Torcaza es una palabra que me ha acompañado toda mi vida, ya que toda mi familia me conoce como torcacita. Antes de terminar mi disco, yo ya me había tatuado “Torcaza” en mi hombro porque me gustaba y era una representación de mi papá y mis raíces. Entonces, le dije a él para grabar Paloma Torcaza juntos. Y el disco empieza con este tema y una frase donde mi papá dice: “Vuela alto, mi torcacita”. Realmente fue una coincidencia que mi primer EP tenga el mismo nombre que el disco de mi papá”, relata.
Daniela quiere hacer singles, canciones sueltas y duetos con otros artistas. Un sueño a largo plazo que ella abriga es cantar en Viña del Mar. También quiere ser profesora de música. Planea graduarse, hacer una maestría y trabajar en universidades o institutos. “Yo soy docente en la academia de Desiré. Es algo que realmente me llena y me brinda estabilidad económica. Enseñar sí es algo que veo a largo plazo como parte de mis días”, afirma.
Su meta a corto plazo es difundir la fusión del pop y la música andina. Cada paso que da en esa dirección implica vencer sus miedos. “Cuando se me presenta una oportunidad grande, como la participación que tendré el 20 de junio en el Teatro Nacional, me asusto y me pongo muy nerviosa. Si por mi fuera le diría que no a las cosas grandes”, admite con una sonrisa. Es cierto que esa es su primera reacción. Luego Daniela decide enfrentar cada oportunidad que la vida le ofrece.