Muchas veces no hay nada más gratificante que la compañía de una pareja. Pero como bien dice el dicho: “Mejor solo que mal acompañado”. Existen incontables factores que llevan al fracaso de una relación. Uno de ellos es el consumo de drogas, que puede ser un agravante. En esta nota, conversamos con Cristina Portocarrero, psicóloga especialista en terapia de parejas y la Dra. Betty Misaico, directora ejecutiva de Adicciones del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi, quienes nos explican las consecuencias de llevar una relación de pareja mientras se convive con la adicción a dichas sustancias.
Por: Salma Cruzado y Nataly Huerta
Portada: Medaily Fermín
La actriz Andrea Luna escribió el pasado 2 de diciembre una publicación en su cuenta de Instagram en la que revelaba detalles íntimos de su relación con el actor Pietro Sibille. Concluye su confesión con la frase “Es suficiente”, dejando claro que finalmente se liberaba de esa relación tóxica. En el mencionado post, hizo referencia a situaciones de violencia física y psicológica de la cual fue víctima por siete años. Asimismo, afirmó que Pietro ha venido lidiando con adicciones, tanto al alcohol como a otras drogas, lo que agudizó la situación. Confesó que se mantuvo en la relación bajo amenazas, dado que Pietro la chantajeaba diciéndole que, si lo dejaba, él se quitaría la vida. Así, quedó al descubierto todo lo que pasaba “detrás del telón”.
“Realmente es una capacidad increíble la de ella de haber soportado tanto tiempo eso”, comenta la psicóloga especialista en parejas Cristina Portocarrero respecto a la imposibilidad de mantener una relación en esas condiciones. “Debemos aprender a decir ‘No quiero esto para mí, me hace daño y no puedo’. Una hasta podría sacrificarse por amor, pero no es justo. Además, ¿quién puede amar conscientemente en ese estado de drogadicción? No puedes”, enfatiza.
Si bien este es un caso mediático, existen muchas parejas que tienen problemas similares con sustancias psicoactivas, las cuales permanecen ocultas debido a la normalización de las conductas violentas, por miedo o vergüenza. “La verdad es que hoy en día hay que averiguar cuáles son los hábitos de la pareja, porque es muy frecuente el consumo de drogas. El alcohol es el primero y el más aceptado. También he visto en parejas el uso recurrente de marihuana”, señala Portocarrero.
Las sustancias psicoactivas son diversos compuestos naturales o artificiales que actúan sobre el sistema nervioso generando alteraciones en las funciones que regulan pensamientos, emociones y el comportamiento. En el Perú, las drogas legales que prevalecen son el alcohol y el tabaco. Por su parte, las drogas ilegales más consumidas son la marihuana, la cocaína y el PBC, según datos de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida).
Ahora bien, ¿la droga es lo que genera la violencia en una relación? Según Betty Misaico, psiquiatra y directora ejecutiva de Adicciones del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado– Hideyo Noguchi, “las drogas desinhiben, liberan la forma de ser. Dejan las puertas abiertas para que salga la violencia, pero no la genera. Si la persona es violenta por temperamento, el consumo de drogas es una situación de riesgo”, asegura.
“Las drogas desinhiben, liberan la forma de ser. Dejan las puertas abiertas para que salga la violencia, pero no la genera. Si la persona es violenta por temperamento, el consumo de drogas es una situación de riesgo”
En las personas que son altamente impulsivas, lo primero que generan son conflictos dentro de la familia, con la pareja y en la universidad. Luego, viene el abandono ya sea académico o laboral y así hasta que se va deteriorando la salud y se va quedando solo. “Las personas que no consumen drogas lidian para controlar la impulsividad, la ira, liberando sus emociones. Por el contrario, la persona que consume drogas no puede manejarlas”, precisa la psiquiatra Betty Misaico.
Sin embargo, esto no justifica la violencia que se suscita en la relación. “Ninguna personalidad agresiva cambia. Tendrías que convertirte en una especie de geisha que le da la razón en todo, pero siempre existirán discusiones”, destaca la psicóloga Cristina Portocarrero.
El tiempo pasa y la historia se repite
Un caso parecido resonó en los medios de comunicación en abril de 2019. Esta vez involucraba al periodista fundador del medio Chicharrón de Prensa y entonces columnista del diario La República, Luis Davelouis. Melissa Chiappe, periodista y ex pareja de Luis, contó a través de un hilo de Twitter titulado “Como sobreviví a una relación abusiva” todos los acontecimientos vividos en su relación tóxica con Davelouis, quien atravesaba problemas de alcoholismo. “[…] Cada vez que llegaba borracho tenía miedo. Eso era entre 3 a 4 veces por semana. Tampoco me atrevía a contarle a alguien lo que sentía o estaba viviendo. Porque era mi culpa”, cuenta Marissa Chiappe.
Una relación tóxica es aquella en la que una de las dos partes, pese tener sentimientos hacia la otra persona, le hace daño de forma constante. Estas dinámicas peligrosas se desarrollan de forma paulatina, las cuales suelen ser pasadas por alto al inicio, pero pueden llegar a traspasar la línea del maltrato físico y psicológico.
Estos daños físicos y psicológicos pueden evitarse si se logran identificar a tiempo las señales. “Hay control en la relación, dificultad para pasar momentos agradables. El sufrimiento ocupa la mayor parte del tiempo. Las discusiones y peleas se convierten en el foco central de la relación”, detalla la psicóloga Cristina Portocarrero. Es importante prestar atención a esos detalles, ya que muchas personas pueden estar entrando a una relación tóxica sin darse cuenta.
Una infancia carente de afectividad podría ser otro factor determinante para caer en una relación con una persona tóxica. Se desarrolla una dependencia de la pareja para suplir esa necesidad. Sobre esto, la psicóloga Cristina Portocarrero señala: “No puedes esperar que tu pareja, además de ser tu pareja, también cumpla la labor de una madre o padre, figuras ausentes en tu vida”. Lamentablemente, esas personas cargarán serios problemas de entrega, confianza y soledad, los cuales terminarán por afectar negativamente su relación de pareja».
“Pietro, ya no soy más tu mamá” es una de las frases que Andrea Luna mencionó para referirse a la sobreprotección que le habían dado al actor, tanto ella como la gente de su alrededor. Esto debido a que, de llegarse a saber su problema de adicción, él estaría en el ojo de la tormenta y se perjudicaría su carrera. “Eres cruel, egoísta, tienes problemas de alcohol y de drogas y yo te he cuidado muchísimo por siete largos años, a pesar de tus maltratos”, confesó Luna.
El amor no arregla los problemas psicopatológicos de la gente. Cristina Portocarrero sostiene que uno tiene que arreglar sus ideas sobre sus padres, el sexo, etc., para poder entrar a una relación sin cargar todos esos problemas, porque ni el enamorado(a), novio(a) o esposo(a) son psiquiatras. “Si tienes problemas psicológicos muy serios, resuélvelos por tu cuenta, pero no tienes que poner al filo de la desgracia al otro”, asevera.
La cárcel de la adicción
Una persona puede consumir drogas, legales o ilegales, de manera recreativa. Esto no genera un perjuicio irremediable, dado que se consume de forma controlada. Sin embargo, lo recreativo no es todos los días. Según Betty Misaico, el problema ocurre cuando se utilizan las sustancias con el fin de cambiar estados emocionales. “Para sentirse más confiado y sociable, conciliar el sueño, salir del aburrimiento, salir de la tristeza, “tomar para olvidar”; esas son las razones por las cuales se puede generar dependencia”, explica.
La enfermedad adictiva es un hábito que se genera debido a la dependencia respecto a sustancias psicoactivas, la cual se caracteriza por recaídas y te acompaña toda la vida. Esta cuenta con un factor psicológico y uno neurobiológico. El primero se asocia a problemas emocionales y afectivos que el consumidor no logra manejar por su cuenta y siente que necesita de la droga para enfrentarlos. El segundo, cuando es el propio cuerpo el que se acostumbra a recibir cierta dosis de la sustancia, por lo que se genera la adicción.
La psicóloga Cristina Portocarrero, por su parte, indica que el que consume cualquier droga o es alcohólico se debe a que tiene algún problema guardado no resuelto. ¿Y cómo se evade esa angustia? Haciendo uso de las drogas para sentir una relajación corporal prolongada. “Por ejemplo, cuando uno fuma marihuana, cualquier actividad que hagas ya sea comer, ver una película, tener relaciones sexuales, te parece agradable y extendido. ¿Cómo no va a gustarle a la persona una relación sexual extendida? Obvio. Entonces ya tiene motivos por los que le gusta la marihuana”, explica.
“Según lo que hemos visto últimamente en las encuestas de Devida, la dependencia a drogas ilegales se da más frecuentemente en varones que en mujeres”, puntualiza la Dra. Betty Misaico. Sin embargo, añade que esta prevalencia de género no debe ser determinante al momento de ofrecer atenciones desde los servicios de salud mental. “Los profesionales de la salud no podemos sentarnos a esperar que llegue una mujer que consume sustancias. Lo que tenemos que hacer es buscar en la comunidad qué mujer está en consumo para llevar el apoyo”, recalca.
Drogas y relaciones de pareja: las secuelas
Destacan dos consecuencias tras haber experimentado una relación con un adicto o adicta. Por un lado, aumenta la probabilidad de que la persona no adicta comience una dependencia a las drogas. La Dra. Betty Misaico comenta que, en este caso particular, el ser mujer puede significar una situación de riesgo. “Lo más probable es que los varones que consumen drogas lleven a consumir a su pareja mujer. Esto casi no pasa al revés”.
Por otro lado, esto también tiene secuelas psicológicas. “Es traumático. Una vez que se ha vivido con un drogadicto, una se convierte en co-drogadicta. No porque tomes o consumas, sino porque cargas la preocupación constante por el bienestar de tu pareja”, señala la psicóloga Cristina Portocarrero. “Hay una especie de ambivalencia. Uno quisiera darle un silletazo y, por otro lado, te da lástima porque el hombre está hecho un trapo de drogado. Es una marca que queda en uno cuando ha amado a esa persona”, profundiza.
En uno de los tuits de Marissa Chiappe, ella explica cómo experimentó una situación como esta. […] “Se intoxicaba hasta la inconsciencia, desaparecía noches enteras que yo buscaba de hospital en hospital lo que me llevó a un estado emocional muy frágil”, narró.
Hay una tendencia al “heroísmo” en este tipo de relaciones, en el cual la mujer intenta arreglar el problema de su pareja adicta, llegando a soportar los maltratos. Este comportamiento no es saludable y sería indicador de algún trauma en la infancia, carencia afectiva u otra complicación por parte de la víctima.
Si una mujer es emocionalmente estable y recibe suficiente cariño en su hogar y del círculo de personas que la rodea, entonces comprenderá que ella no tiene la culpa de lo que le está pasando a su pareja. La persona adicta es consecuencia de sus antecedentes, por lo que no es responsabilidad de la pareja y esta debe priorizar su bienestar. “El sentir pena por la pareja no es suficiente razón para seguir con ella”, resalta la psicóloga Cristina Portocarrero.
Sin embargo, el factor económico viene a ser muy importante para no poder darle fin a este vínculo. Existen mujeres que aún dependen financieramente de su pareja, por lo cual las opciones que tienen son limitadas. En este sentido, muchas mujeres que rompen la convivencia con el agresor se ven obligadas a regresar con él, dado que ellos son su única fuente de ingresos económicos o cuando están presentes otras circunstancias (laborales, de alojamiento, hijos pequeños a su cargo, etc.).
El amor es voluntario
“Para construir una pareja se necesita determinación. Tienes que ser consciente de que ambos están siendo constantemente evaluados”, sostiene la psicóloga Cristina Portocarrero. Es importante comprender que una relación de pareja no puede privar a ninguno de los miembros de sus libertades. Se debe evitar que estas produzcan estados caóticos, de depresión y de soledad.
Por el contrario, deben aprender de sus diferencias el uno del otro y aportarse mutuamente. Sin embargo, desde un inicio se debe tener en cuenta que, por múltiples factores de la vida, esa relación puede llegar a su fin. Y más aún cuando se dan episodios de violencia o dependencia, los cuales son indicadores de que es hora de poner un alto.
La Dra. Betty Misaico explica que si una persona tiene tanto problemas de adicción como de control de ira, y además espera tener una relación de pareja, debe buscar ayuda para poder recibir un tratamiento adecuado. “Todo ser humano tiene la obligación de conocerse a sí mismo y manejar su conducta”, precisa. Asimismo, advierte que las personas con tendencias violentas deben limitar su consumo de drogas legales e ilegales.
“Todo el tiempo pónganse un letrero y pónganselo a todo el mundo: el amor es voluntario. Y no por eso vas a creer que tienes que acabar con tu vida. La vida no es moneda para pagar nada. Entonces, si alguien está lidiando con adicciones, no vale la pena agredir ni sacrificarte, concluye la psicóloga Cristina Portocarrero.