Diego Avendaño: “Parece que uno no puede pensar y reírse a la vez”

Está convencido de que el humor lúdico e inteligente es capaz de mezclar nuestros gustos y referencias culturales para matarnos de la risa. Y lo demuestra a través de sus caricaturas que mezclan figuras tan disímiles como Miguel Grau, Bob Dylan, Dorian Gray y Drácula.

Por: Víctor Manríquez
Portada: Andrés Alviar


Sentado en un sillón, junto a las carpetas y los blocks que conservan todo su trabajo, Diego Avendaño, periodista de 35 años, cuenta emocionado una parte de un monólogo sobre héroes que solía presentar.

“A Alfonso Ugarte le gustaba mucho defender a las trabajadoras, incluso huyó con la bandera”.

Diego se ríe tras acordarse de esta frase, pero luego reconoce que mucha gente no lo entendía: la razón no era el juego de palabras, simplemente no se acordaban de que el héroe se había lanzado con la bandera.

En cambio, para él, nada le llama más la atención que el humor que te obliga a pensar —aunque sea por un segundo— antes de provocar una sonrisa cómplice.

Esta peculiaridad se originó (y aún se mantiene) gracias a su papá. “Yo tenía un chip activado cada vez que él me decía algo, porque siempre había algo más allá”, recuerda Diego. Hasta ahora, a veces él no entiende el humor de su padre de inmediato, sino que debe pensar un poco para comprenderlo.

“Un día, por ejemplo, salí a un lugar donde un grupo de invidentes hace masajes y él me dijo ‘Ya, pero no ocultes lo que es evidente’”.

-¿Y en qué momento estas bromas con tu papá te animaron a publicar tus primeros trabajos?

Durante el auge de los blogs, yo tenía uno. No sabía por dónde empezar, así que comencé escribiendo principalmente. Cuando sentía que una imagen podía darle más fuerza o acrecentar el efecto humorístico, la trabajaba y la agregaba. Luego, cuando salió Facebook, creé una fan page del blog. Allí colocaba imágenes editadas tipo memes, fotomontajes, ilustraciones.

-Con este humor “culto”, ¿buscas desorientar o confundir a la persona que lee tu caricatura?

Me gustaría que la gente piense al ver mis caricaturas, pero no hasta caer en confusión. A veces tengo que buscar herramientas gráficas para señalar bien las características de los personajes. Y si no, complementarlo con un texto. Como en el caso de la viñeta de El Exorcista: te marco la cara, el pelo despeinado, pero complemento colocando el nombre abajo.

-¿Siempre estás buscando obligar a tu lector a salir de su zona de confort?

Sí. Por eso me gusta mucho Alberto Montt, incluso un poquito más que Liniers, porque juega mucho con una referencia que ya tienes que saber y que no está explicada en esa viñeta.

-¿Cuánto tiempo te tomó combinar el humor “culto” con estos personajes de narices enormes?

Como dos o tres años. Fue toda una exploración.

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Antes de dibujar sus primeras caricaturas, Diego aprendió dibujo vectorial en un instituto. “Pero lo dejé porque había mucho detalle que no podía hacer con una tablet, me sentía limitado”. Tras esa ligera decepción, se inscribió en un taller de lettering con el artista plástico Elliot Tupac.

Fue en ese momento que empezó a dibujar en papel y descubrió aquello que le gustaba, y que lo motivó, más adelante, a matricularse en otro curso con Jesús Cossio, autor  de conocidos comics como Rupay o Las increíbles aventuras del hombre que NO se hacía dramas.

En esas clases, nació su primer personaje: Diegoman, una historieta basada en su vida.

“Diegoman es un tipo al que le pasaban muchas cosas malas. Siempre andaba de cita en cita sin éxito. Son episodios absurdos con mi mamá, mi novia o mi ex. Es una caricatura de mí mismo o de cómo mis amigos me ven”.

Por entonces también adoptaría una rutina que hasta hoy le parece esencial para su trabajo. “Jesús siempre decía que tuviéramos una libreta a la mano. Que dibujáramos mientras estemos en la combi o esperando”. A raíz de ese consejo, Diego aprovecha, en la medida de lo posible, cualquier instante para dibujar, como cuando está esperando a alguien en un café o en un hospital, luego de recibir un tratamiento para su columna.

Después de esta experiencia, Diego llevó diferentes cursos de arte para aportar algo diferente a su estilo: aprendió encuadernación, practicó clown y stand-up comedy y participó en un taller de dibujo creativo.

Precisamente, en este último, dictado por el ilustrador Kiyoshi Salazar, Diego aprendió una lección que se le quedó grabada y lo ayudó a desarrollar una nueva historieta: para que un personaje pueda ser reconocido debe tener características únicas.

-¿Y así surgió la idea de estos personajes con la nariz grande?

Sí, en mi caso, a mí no me gustaba mi nariz durante mucho tiempo. Pero con este personaje, lo primero que marcaba al dibujar era mi nariz, algo que me define bastante.

Agrupados bajo el nombre Lorem Ipsum, estos personajes le permiten explorar el doble sentido de ciertas situaciones, al colocarlas en un contexto diferente, como la siguiente viñeta de Miguel Grau.

“Lo que trato de hacer es no repetir lo que ya han hecho otros. A mí, que he crecido viendo humor de televisión, me molestaba mucho ver un chiste que había leído en Condorito. Por eso, si se trata de un chiste muy conocido, intento darle otra vuelta, otro contexto”.

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Aunque no lo mencione durante gran parte de la entrevista, Diego estudió periodismo en la PUCP. Durante siete años, trabajó en la universidad realizando diferentes tareas: entrevistas para el periódico puntoedu y, más adelante, editando la versión digital de este medio y el suplemento Q, aunque no al mismo tiempo. Y durante un año, cuando el tiempo le alcanzaba, colaboraba entrevistando para la revista Somos.

-¿Trabajar como periodista, con deadlines te ha ayudado a ponerte plazos al momento de dibujar comics?

No mucho. Lo sí que me ayuda es mi formación en Estudios Generales, para tener referencias sobre muchas cosas. También aprecio mis clases de fotografía porque puedo saber un poco más de composición, como pensar en tercios.

-Pero publicas tus viñetas teniendo en cuenta la coyuntura, como un periodista. Para el combate de Angamos, sacaste precisamente las viñetas de Grau.

Sí. Yo estudié un máster en edición de libros, allí me dijeron que el editor debía ser oportunista. Y ser periodista te ayuda a saber a leer las oportunidades.

Foto: Andrés Alviar

-Seguramente que antes de publicar tus viñetas, se los pasas a algunos amigos para que los revisen.

A veces cuando tengo dudas de si se entiende o no, se los mando a dos o tres amigos, para que me digan si se parece o no el personaje. Si se entiende o no. Es mucho más fácil hacer un chiste o juego de palabras metiendo cosas sexuales o racistas o machistas.

-¿Cuándo te pones a dudar de publicar o no una caricatura?

Tengo muchas dudas de publicar cosas sobre héroes, como con Grau. La gente lo quiere y lo ama, y hay gente que no entiende que no lo estás insultando. Por eso, pensé publicarlos entre gente que me conoce, antes que ponerlo en Twitter, donde se descontextualiza fácilmente.

-¿Te frustra que alguien no llegue a entender tu sentido del humor?

Tengo un amigo que no entiende nada, que cada vez que tiene la oportunidad me dice que no entiende. Me preocupa que a veces la gente me diga ‘es un humor muy inteligente’, pero parece que uno no puede pensar y reírse a la vez. Yo creo que todos tenemos esa posibilidad, pero estamos malacostumbrados de cierta forma.

Todas las caricaturas de Diego Avendaño las puedes encontrar en su Facebook y en su Instagram