Gretell Mejía (27), delantera de la selección femenina nacional de hockey, relata su experiencia con los entrenamientos virtuales, el retorno a las prácticas presenciales y los problemas a los que se enfrentan las hockistas para practicar profesionalmente el deporte de sus amores.
Por: Guillermo Gambini
Portada: Federación Peruana de Hockey
A medida que se acercaba a la cancha, a Gretell Mejía (27) se le erizaba la piel. Por más de un año, la pandemia y la situación sanitaria nacional la habían obligado a alejarse de su amado hockey. Por más de un año, había soñado con el regreso al campo de entrenamiento. Y el día tan ansiado llegó un 8 de mayo. Al entrar al Estadio de Villa María del Triunfo, sentía que todo volvía a la normalidad por un instante.
Gretell Mejía es licenciada en Marketing por el Instituto San Ignacio de Loyola. Desde 2012, la primera vez que recibió el llamado de la selección peruana de hockey, combina el estudio, y ahora el trabajo, con el deporte. Junto con un grupo de 30 hockistas, Gretell fue convocada por el técnico Patricio Martínez para reanudar los entrenamientos presenciales desde el 4 de mayo.
«Fue muy emocionante volver a las canchas y encontrarme con mis compañeras después de tanto tiempo», confiesa. Y es que, desde el inicio de la cuarentena, en marzo del 2020, las seleccionadas nacionales tuvieron que adaptarse al entrenamiento virtual, una modalidad desconocida para todas y que les presentó varias trabas en el camino.
“Siempre había dificultades debido al espacio reducido y compartido. Por ejemplo, yo vivo en un edificio. Entonces, tenía que procurar no incomodar a mis familiares o a mis vecinos. Además, era muy complicado entrenar la parte técnica, es decir, ejercicios con el stick (palo) y la bocha (pelota), así que tuvimos que dejarlo de lado. Como solo hacíamos un entrenamiento físico, varias tuvimos que comprar nuestro propio equipamiento para no parar. Las prácticas virtuales nos limitaron bastante”, relata la deportista.
Si bien el Instituto Peruano del Deporte (IPD) aprobó que se reanudaran las actividades presenciales en septiembre de 2020, la mayoría de las chicas de la selección no aceptaron la propuesta debido al temor de contagiarse del Covid-19. “Las condiciones no eran las ideales. En mi casa hay personas que son población de riesgo y no podía exponerlos de esa manera. Además, como no íbamos a participar en ningún campeonato, decidí que lo mejor era continuar de forma virtual”, refiere Gretell.
En aquella ocasión, las prácticas tan solo duraron dos meses y el grupo de participantes era pequeño. Actualmente, con el grupo ya completo, las jugadoras están comprometidas y motivadas con recuperar el ritmo que exige la alta competencia. «Siento que mi rendimiento ha bajado. A pesar de haber entrenado constantemente, considero que mi estado físico puede mejorar. Además, tengo que recuperar y pulir mi técnica individual”, admite la delantera del equipo nacional.
Los entrenamientos se están llevando a cabo tres veces por semana: mientras que los martes y jueves se realizan los ejercicios físicos en la cancha atlética de la Villa Deportiva Nacional (Videna), los sábados se efectúa un entrenamiento para pulir los aspectos técnicos del hockey, es decir, las seleccionadas practican pases y tiros en el Complejo Deportivo Andrés Avelino Cáceres en Villa María del Triunfo, conocido como la casa del hockey peruano.
El retorno a la presencialidad no sería posible de no ser por los estrictos protocolos de bioseguridad adoptados por la Federación Peruana de Hockey (FPH). Dentro del reglamento que tienen que seguir las deportistas, destaca el registro de la temperatura antes del ingreso al estadio, pruebas antígenas para las jugadoras cada quince días o el uso de mascarillas dentro de las instalaciones. «Al llegar, nos bañan en gel y desinfectamos nuestras cosas. En esta primera fase [iniciada el 4 de mayo], evitamos los ejercicios de contacto y nos aseguramos de guardar distancias entre nosotras. Además, nos transportan a todas al complejo de Villa María”, explica Gretell.
Si bien se siente feliz por entrenar nuevamente su deporte favorito, reconoce que esto tan solo es el primer paso de un largo trayecto para volver a las canchas y lograr una mayor valorización de las hockistas nacionales. Y es que las condiciones para practicar profesionalmente esta disciplina deportiva en el país son completamente desfavorables. Las jugadoras no reciben ningún pago por sus servicios. “Todo es amor a la camiseta”, revela. Por este motivo, tienen que intercalar los horarios de estudio o trabajo con los entrenamientos de hockey.
La deportista reconoce con cierta amargura que el apoyo del Estado es intermitente. “El IPD nunca ha sido muy allegado a nosotras como jugadoras”. A pesar de inaugurar el primer campo oficial de hockey a nivel nacional en 2019, es tan solo el comienzo de una larga lista de necesidades para la práctica competitiva de esta disciplina. Tuvimos charlas psicológicas y nutricionales el año pasado para ayudarnos a lidiar con la ansiedad y mantener un régimen alimenticio sano. Pero falta más apoyo. Necesitamos un gimnasio, implementos deportivos y asesoría nutricional”, detalla.
A pesar de las adversidades, Gretell y las seleccionadas mantienen la misma pasión de siempre por el hockey. Representar al Perú en competiciones oficiales es, sin duda, un gran aliciente para ellas. En el horizonte, una nueva oportunidad para sacar pecho por el país se asoma en septiembre próximo: el campeonato Sudamericano, con sede en Lima. “Representar al Perú es súper emocionante, cantar el himno nacional en la cancha es lo mejor. Es una emoción indescriptible”, concluye.