La Estación de Bomberos Voluntarios de Lima Nº4 de Lince celebró el pasado 22 de agosto el ascenso de la brigadier CBP Gabriela Gálvez Garro al cargo de comandante jefa de la compañía. En esta nota, nos habla de cómo el machismo ha afectado la carrera bomberil de las mujeres y de su convicción en este servicio.
Por: Vladimir Deza
Portada: Facebook Bomberos Voluntarios LIMA 4
La IV Compañía de Bomberos Voluntarios del Perú en Lince nombró a Gabriela Gálvez Garro como su comandante jefa hace un mes y una semana. A sus 48 años, es la primera mujer en asumir este puesto desde la fundación de la emblemática Bomba Lima en 1866. En lo que constituye un hito histórico, la brigadier CBP Gálvez comandará dicha estación tras 40 jefaturas masculinas.
“Mi nombramiento ha roto muchos esquemas”, reconoce. Y es que ella se convierte en la tercera mujer comandante jefa de las 19 compañías de bomberos en la comandancia departamental de Lima Centro. Sobresale el hecho de que lo haga en una de las estaciones más antiguas de nuestro país: la Estación de Bomberos Voluntarios Lima 4, ubicada en el 455 del Jirón Manuel Candamo en Lince. Así, se suma a las comandantes Kerima López, de la compañía San Juan de Lurigancho 121, y Carmen Ruiz, de la compañía Ate 169, como las únicas mujeres que están al mando de una estación de bomberos en esta comandancia.
Gabriela Gálvez contó que ha recibido numerosas felicitaciones de otros jefes en el cuerpo de bomberos y que las mencionadas tenientes brigadier López y Ruiz se mostraron dispuestas a apoyarla en su proceso de asimilación y desempeño en el cargo. Al ser Gálvez su superior, dado que tiene el grado de brigadier, le hicieron saber que su ascenso las llenaba de fuerza y confianza para continuar con su trabajo.
Apagar incendios para derribar estereotipos
La comandante Gálvez reconoció al machismo como un problema desde el inicio de su carrera en la Bomba Lima. De hecho, aunque en menor medida, la acompaña hasta hoy. “Me han tocado comandantes que nos mandaban a las chicas a la cocina a prepararles café”, revela. Además, de acuerdo con la comandante, marginar a las bomberas a roles de apoyo en las ambulancias de la compañía era una práctica común por resultar una tarea ligera. Dicha realidad solo le funcionó como incentivo para rebelarse junto a sus compañeras contra el machismo. “Nosotras estábamos ahí para ser bomberas, no las sirvientas de nadie”, afirma.
Para ella, el tiempo ha demostrado que las mujeres son tan capaces como los hombres y pueden lidiar con cualquier tipo de responsabilidad. Su generación lo demuestra. Apenas al mes de graduarse, Gálvez y su gran amiga Sulsba Yépez, periodista de la PUCP, fueron enviadas, en una unidad especializada junto con dos bomberos varones, a atender el incendio del Banco de la Nación que tuvo lugar durante la Marcha de los Cuatro Suyos. Este incidente tuvo repercusiones en su entorno. “La gente empezó a decir que las chicas no son solo para la ambulancia, también para los incendios y el rescate”, rememora orgullosa.
La visibilidad mediática de su caso le ha valido elogios y comentarios diversos. Sin embargo, el que la hayan llamado comandantes de otras compañías para decirle que sus bomberas “quieren ser como las chicas de la Lima Nº4” fue lo que más la sorprendió. Para la comandante, la clave está en dejar de relegar tareas “poco pesadas” a las mujeres, capacitarlas adecuadamente y dejarlas competir por un lugar como cualquier otro bombero.
Las nuevas responsabilidades de la comandante traen consigo retos. “A los viejos aún les cuesta aceptar que les manda una mujer”, señala. Por este motivo, Gálvez tiene que imponerse no solo por ser la comandante, sino también por ser mujer. En una compañía de 147 efectivos en la que el 80% de ellos son hombres, debe demostrar que está en su posición por una razón.
Una vida orientada al servicio
La comandante Gálvez nos contó que ha heredado de su familia su vocación de servicio y ayuda. Sin embargo, fue su hermano mayor quien, al convertirse en bombero, le marcó un camino a seguir. No obstante, él le dio su primera prueba al advertirle que la estación de bomberos era “un lugar lleno de hombres en el que iba a tener que limpiar o cocinar”. Pero el espíritu de esta comandante no se doblegó.
El atentado de Tarata de 1992 cometido por Sendero Luminoso fue el evento que fortaleció su convicción. Gabriela Gálvez decidió entonces postularse al Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú. Finalmente lo logró en junio del 2000. Desde esa vez ha permanecido, en sus propias palabras, “al pie del cañón” dispuesta a dar la vida en servicio.
Esa misma vocación e ímpetu ha sabido transmitir a su familia. Está casada con otro bombero y tienen dos hijos. La mayor ya se enroló en la institución, mientras que el menor aspira a hacerlo. La comandante nos contó llena de orgullo que, desde pequeños, sus hijos se emocionaban más por visitar la estación Lima 4 que un parque de diversiones.
Esta misma orientación al servicio de la sociedad la ha llevado a ser operadora en la Central de Emergencia del Servicio de Atención Móvil de Urgencia (SAMU) del Ministerio de Salud tras dejar la carrera de Contabilidad en el noveno ciclo. Actualmente, Gálvez está muy cerca de terminar sus estudios como técnico en enfermería. “Estudiar Contabilidad no era lo mío. Ahora estoy feliz porque estudio lo que me gusta y, de paso, demuestro a mis hijos que nunca es tarde para tener una profesión”.
La comandante Gabriela Gálvez es consciente de la posición a la que ha llegado. Nos asegura que se encargará de sacar lo mejor de cada prospecto que se acerque a su bomba. Promete hacerlo en colaboración con todos los miembros de la Bomba Lima con miras a velar por el bienestar de la ciudadanía. Finalmente, señala que las puertas de la institución están abiertas a “cualquiera que desee aportar un granito de arena” y se presente a las convocatorias que se abran.