Günter Wallraff: el periodista indeseable

¿El camuflaje es un arma válida para un periodista? El alemán Günter Wallraff cree que sí. Cada arruga de su rostro anguloso representa cada una de las hazañas que ha realizado asumiendo diversas identidades mediante el uso de los disfraces más disímiles. Célebre fue su disfraz del obrero turco Alí, identidad utilizada para realizar su reportaje Cabeza de turco, con el que denunció las condiciones tortuosas en que trabajaban los inmigrantes en Alemania Occidental durante la década de 1980.

Por: Giovanni Anticona
Portada: Christoph Hardt


Otro de los libros que recopila sus investigaciones es El periodista indeseable, título que expresa muy bien lo que él representa para las personas que son materia de sus pesquisas. Su polémica forma de investigar le ha traído numerosos problemas y ha motivado cuestionamientos sobre su manera de buscar la información. ¿Es correcto o no valerse del camuflaje? En las historias que componen ese volumen, Wallraff se convierte en empresario católico, en hombre de finanzas adscrito a la ultraderecha, en periodista de prensa amarilla. Los resultados de sus investigaciones siempre son contundentes.

Ese es Günter Wallraff, un sabueso incansable que roe las membranas más duras y reacias de la sociedad alemana para evidenciar sus taras y odios inveterados. El aspecto de Wallraff varía una y otra vez, pero su mirada es siempre la misma: dura y artera como todo lo verdadero. Y es justo la verdad lo que siempre ha buscado y seguirá buscando. La verdad de la sociedad alemana contemporánea en toda su cruel desnudez.

En su libro Con los perdedores del mejor de los mundos (Anagrama, 2010), Wallraff se transforma en inmigrante de raza negra, en indigente, en teleoperador, en trabajador de una panificadora. Bajo la identidad de hombre africano, el periodista comprueba que el racismo está muy presente en Alemania y que existe un sector muy identificado con el pasado nazi, como se puede apreciar en la secuencia en las afueras de un estadio. Los hinchas presentan tatuajes alusivos al nazismo y tratan de una manera tan cruel al personaje adoptado por Wallraff que, si no fuera por la aparición de un policía, habría sido víctima de una paliza.

Esta inmersión en la sociedad alemana por medio de distintas identidades no solo permite que nos enteremos de la vigencia del racismo de buen número de alemanes, sino que presenta una brecha social alarmante: empresas grandes de distintos rubros explotan a sus trabajadores y los empujan hacia actitudes inescrupulosas con los clientes. Ello queda demostrado cuando Wallraff se hace pasar por un teleoperador llamado Michael G., cuyo trabajo es vender loterías por teléfono. Para lograr estas ventas es instado a utilizar artilugios ilegales que vulneran los derechos de los ciudadanos. Una situación parecida ocurre con los trabajadores de Starbucks con quienes Wallraff conversa. Ellos le cuentan con detalle todos los inconvenientes que viven en su rutina laboral, que van desde los bajos sueldos hasta el número excesivo de horas de trabajo y la cantidad de quehaceres que deben realizar.

Es fácil percibir un claro tono de denuncia en cada historia que compone el libro Con los perdedores del mejor de los mundos, pues ese parece ser el objetivo del periodista al realizar investigaciones de primera mano. Si bien la intención de denunciar está latente y es el núcleo de esas incursiones, Wallraff no cae en el maniqueísmo ni en un exceso de juicios de valor, pues deja que las escenas mismas cobren vida propia ante el lector.

Pero el periodista alemán no se limita a escarbar en la sordidez y la injusticia para erigirse como un incansable profesional de la denuncia. También detiene su mirada en la belleza del mundo, plasmada en situaciones que destilan humanidad. Esto queda demostrado cuando, en la trémula noche de los vagabundos, uno de los desventurados le otorga al investigador, que está disfrazado de indigente, un lugar tibio, o quizás menos gélido, en una noche bajo cero, cerca de los reflectores de un parque. Y ese calor luminoso lo redimió del frío sin alma de la madrugada invernal.

En un mundo injusto y de contrastes, siempre existirá alguien como Günter Wallraff, un aliado de los vencidos, un periodista indeseable para los codiciosos.