Habla libre: la tartamudez como desafío personal

Bruno Villegas, Andrea Calero Gamarra y Omar Tadeo Auris formaron Habla Libre en junio del 2016. FOTO: PuntoEdu.
“¿Tartamudeas? No estás solo/a. Somos muchos más. Ven este sábado y conoce a otras personas como tú en un ambiente de confianza y respeto”. Así empieza la convocatoria que cada dos semanas lanzan los integrantes de Habla Libre. En esta nota conoce los objetivos de este colectivo creado por alumnos y egresados de la universidad.

Por: Jacqueline Palacios


Habla Libre surgió para motivar a los alumnos y alumnas con tartamudez. Empezó con quince alumnos a mediados de 2016 y hoy tiene más de cien miembros provenientes de distintas facultades de la universidad. La mayoría vivió su infancia y adolescencia asumiendo que había nacido con algo de lo que debía avergonzarse de por vida. Demostrar lo contrario, probar que la tartamudez no tiene porqué ser una limitante, es el propósito de este colectivo. Cada dos semanas sus integrantes se reúnen en un salón de la Facultad de Ingeniería Mecánica.

Los recién llegados se presentan ante el  resto de sus compañeros y desafían aquel tabú que durante décadas los encasilló y les impidió expresarse. La lectura en voz alta permite establecer el nivel de tartamudez de quien visita el grupo por primera vez. Entre todos buscan enfrentar sus miedos, fortalecerse y asumir su condición como un estímulo para el crecimiento personal.

Mirándose a los ojos, los miembros de Habla Libre se sientan en círculo para escucharse sin dificultades. Las palabras fluyen, saben que no serán juzgados y empiezan a hablar de lo que les ha tocado vivir. Más tarde realizarán dinámicas del habla y representarán situaciones cotidianas.

Bruno Villegas es egresado de la carrera de ingeniería mecánica y trabaja en el Laboratorio de Biomecánica y Robótica Avanzada de la PUCP. Él recuerda que en 2015 supo de la existencia del Programa McGuire, creado para mejorar la vida de las personas con tartamudez. De pronto se sintió inspirado y pensó que podía crear algo similar en el Perú.

“El programa no era precisamente accesible en términos económicos y por eso me pregunté: ‘¿Por qué no puedo hacer que otros, sin los recursos para pertenecer a un programa como este, sean parte de una comunidad de personas con tartamudez, en donde todos se apoyen y sigan creciendo?’”.

Luego de dar una charla sobre este tema en la universidad, Bruno decidió buscar otros alumnos con su misma condición. Empezó a contactarlos y en junio de 2016 se conocieron y se escucharon por primera vez.

José Manuel Rentería es uno de los pocos que está desde el principio. Conoció a Villegas en esa charla en la universidad y se involucró con Habla Libre: “Nunca había escuchado a alguien con tartamudez hablar sobre este tema, al final me acerqué a Bruno y le pregunté si tenía pensado hacer una reunión, pues yo estaría encantado de asistir, así que nos hicimos amigos en Facebook. Poco después me invitó a un encuentro y me preguntó si estaba interesado en participar. Fue la primera convocatoria, desde entonces sigo aquí. En Habla Libre por fin pude expresar lo que sentía. Recuerdo que de chico, cuando  escuchaba la palabra “tartamudez”, me ponía demasiado ansioso. Empecé asistiendo a las primeras reuniones y a los tres meses ya era parte de la organización”. Bruno y José Manuel son ahora quienes lideran las actividades del colectivo.

El colectivo se reúne dos semanas en el segundo piso de la Facultad de Ingeniería Mecánica. FOTO: Luisenrrique Becerra.

Inicialmente se presentaron como Habla PUCP. Sin embargo, luego de dictar charlas y hacer dinámicas en provincias, Bruno decidió darle al grupo un alcance nacional. Para lograrlo ha sido fundamental la página de Facebook Habla Libre. Esta tiene ahora más de 1000 seguidores; a través de ella anuncian sus reuniones y actividades.

“Hay gente que percibe la tartamudez a la ligera y hace bromas, cuando no tiene nada de gracioso. Esta condición genera sentimientos de angustia, frustración, miedo, vergüenza y culpa”, explica Bruno. Recuerda que empezó a tartamudear cuando tenía cuatro años y que mucho antes de aceptarse a sí mismo, fue presa del miedo y la inseguridad.

Ahora no puede creer el impacto que ha generado: “Hace poco vino un señor que tendría unos 40 años. Decía que a su edad nunca había conocido a tantas personas con tartamudez y que estar allí, frente a tanta gente que hablaba de una manera particular, no de manera fluida, pero expresándose finalmente, le daba una sensación de no estar solo. Eso me alegra porque no he olvidado cómo me sentía yo al principio”.

Bruno recuerda su niñez y refiere que fue una experiencia desagradable. “La etapa del colegio suele ser bastante fuerte, muchas veces es allí donde se agrava la tartamudez. Si le sumas la ansiedad, la baja autoestima y el deseo de no querer hablar por miedo a las burlas; es una etapa muy dura. No solo era el bullying, mi problema era que yo mismo no me aceptaba”, confiesa.

En las reuniones de Habla Libre todos tienen la oportunidad de tocar el tema y cuentan lo bueno y lo malo que han experimentado con su tartamudez. Las burlas y el hostigamiento han marcado sus vidas.

“Cuando estaba en cuarto de secundaria mi profesor quiso que leyera en público, yo no lo podía hacer y él creyó que no sabía leer. Me dijo que me quede para conversar. Yo tenía 13 años, no sabía cómo hablar sobre el tema de la tartamudez porque era algo desconocido. Solamente opté por escuchar todo lo que el profesor me decía: ‘No sabes leer, ah, por qué no sabes leer a tu edad, qué te está pasando’. No le dije nada”, refiere Claudia Sánchez, otra integrante de Habla Libre.

Para Ricardo Zavaleta estos episodios de incomprensión no se limitaban al colegio: “Una vez quería ir a comprar una galleta, normalmente no me trabo mucho, pero esa vez me trabé de manera severa y fueron muchas pausas y muchos silencios y la señora me miraba y se reía. En un momento me dijo: ‘Ya pues hijo, ¡escupe! ¡Di lo que tengas que decir! ¡Apúrate que tengo muchas cosas que hacer! ¡Yo no estoy acá para esperarte!’ La verdad es que ese trato me afectó mucho”.

Si bien atravesaron muchas dificultades, Bruno, José Manuel, Claudia y Ricardo han logrado superarse. Presentarse en TEDxLima fue un reto para Bruno. Uno de sus mayores miedos siempre fue hablar en público: “Me causaba frustración. Hubo ocasiones en las que me hacía el enfermo para no ir a clase, a veces pedía permiso para ir el baño y me quedaba allí esperando que pase mi turno para no tener que leer el libro en voz alta frente a todos”.

Eso afortunadamente es parte del pasado. A partir de la experiencia de Habla Libre queda claro que el miedo puede aparecer de pronto, sin previo aviso, pero nunca más será una barrera que les impida expresarse con soltura y con seguridad.