Es martes por la tarde en el centro de Lima. El jirón de la Unión y Carabaya están cercados. La plaza San Martín es nuevamente escenario del evento que congregará a decenas de miles de personas. 1800 policías resguardan las calles por donde desfilaban los manifestantes. Vendedores ambulantes ofrecen vinchas alusivas a la concentración, también sánguches, triples, comida chatarra y gaseosas. Entre los transeúntes hay quienes llevan carteles. El mensaje es claro: “Keiko no va, Fujimori nunca más”.
Por: Jhonathan Limaylla
Portada: Facebook Colectivo No a Keiko
-¿Por qué estás vestido de rata?
-No me gusta ‘La China’, nos va a quitar la Ley del Servicio Civil y eso afecta a los trabajadores municipales.
-¿Qué esperas con esta marcha?
-Que gane PPK. A él le podemos hacer una marcha, ‘La China’ nos metería bala.
-¿El disfraz es tuyo?
-Es de la Federación de Trabajadores Municipales del Perú. Hemos venido a marchar todos con una causa: que no salga ‘La China’. Si gana ella, viene la privatización de los servicios y eso solo beneficia a los empresarios grandes que están con ‘La China’. Eso nos afecta a los trabajadores.
Trabajador edil de Puente Piedra. Marchaba por segunda vez vestido de rata.
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Son las cinco de la tarde, los colectivos artísticos, los grupos estudiantiles y los sindicatos de trabajadores van ocupando la plaza. Hay quienes discuten el voto a favor de Pedro Pablo Kuzcynski, también hay unos pocos que defienden al fujimorismo. Dos señoras llevan un megáfono. Caminan por la pista contra el tráfico. Una empuja la silla de ruedas de la otra.
“Su padre derrotó al terrorismo. Ella es una mujer capaz de sacar adelante el país. ¿Por qué no sacan todo lo de PPK? Él ha vendido el gas a extranjeros”, se queja Ada Cervantes, una de las víctimas del atentado terrorista de la calle Tarata, en julio de 1992. Con la mirada cargada de enojo, observa sus piernas inertes, y acusa al terrorismo que la privó de la facultad de desplazarse por sus propios medios. “El odio no conduce a nada. Tenemos que decidir por nosotros mismos, no por una marcha. Ya hubo una marcha el 5 de abril y no pasó nada. Hoy otra marcha. ¿Por qué? ¿Para inculcar el odio a las personas?”. Ada coge el megáfono y emprende su camino. Ella no es parte de esta marcha, no se mezcla en el mar de manifestantes. Quien pase por su lado la escucha decir: “Nosotras vivimos el terrorismo, no nos fuimos del país”.
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-¿Es la primera vez que vienes a vender?
-Sí.
-¿Cómo la ves?
-Hay movimiento, más gente.
-¿A favor o en contra de la marcha?
-A favor de Keiko, pero chamba es chamba.
Vendedor de vinchas con la inscripción “Keiko No Va”. No quiso dar su nombre.
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Las consignas contra Keiko Fujimori se escuchan cada vez más fuerte. Miles de carteles sostenidos por los manifestantes reclaman libertad y democracia. De pronto vemos a Rosa Mavila, la congresista que dirigió la investigación sobre la infiltración del narcotráfico en la política peruana. Sin temor y con cartera en mano, aviva a los demás manifestantes a seguir marchando y a “cerrarle el pase al fujimorismo”.
“El menos beneficiado en un eventual gobierno de Keiko Fujimori es el pueblo: los trabajadores, los maestros, los jubilados, los pensionistas, la gente de abajo”, afirma la congresista. No obstante, las encuestas señalan que son los sectores más pobres del país los que respaldan a la lideresa de Fuerza Popular.
El sol se oculta mientras la gente continúa organizándose en la plaza. Rosa Mavila dirige a un grupo de compañeros. Forman filas y ensayan consignas. ¿Qué pasaría si gana gana Keiko Fujimori? Rosa Mavila responde: sería la victoria de los que quieren un narcoestado, con corrupción, mafias y mayor criminalidad.
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“Ni dictadura ni corrupción”
“Basta de mentiras: Keiko no va”
“No más gobiernos narcos. No, no, no”
“No al narcoestado”
“Mano dura es violencia y crimen”
“Ya somos una narKo región,
no queremos un narKo presidente
Callao presente, Keiko no va”
“Mujeres conscientes no eligen delincuentes”
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En medio de una ráfaga de flashes, ellas se mantienen solemnes con sus pechos anaranjados. Son diez, algunas se cubren parte del rostro, otras lo muestran todo. Protestar con los senos al aire no es tarea fácil en una sociedad conservadora como la limeña. Son las Mujeres en Resistencia.
-¿Por qué marchar hoy contra el fujimorismo?
-Porque no puede volver la dictadura. Si vuelve el fujimorismo, las mujeres vamos a ser otra vez las más vulneradas.
-¿Qué pierden las mujeres con el retorno del fujimorismo?
-Nuestros derechos. Ahora que la bancada fujimorista es mayoritaria, quieren criminalizar el aborto espontáneo y eso no puede ser. El aborto tiene que ser legal para que no mueran más mujeres.
“Nosotras decidimos sobre nuestros territorios, sobre nuestros cuerpos”, responde Gloria Purisaca mientras otras veinteañeras que marchan con ella repiten a viva voz: “Aborta, aborta, aborta el narcoestado”.
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-¿Qué significa un retorno del fujimorismo?
-No, que no vuelva. Nunca más. Fujimori nunca más.
-¿Usted votó por Vargas Llosa o por Fujimori en 1990?
-Ese fue mi gran error. Decían Vargas Llosa, los ricos; el chinito, los pobres. Vota por el chinito. Como era un profesor de la Universidad Agraria, vino con su tractor diciendo: «yo soy del pueblo». Creímos en él. Luego nos metió el fujishock. ¿Cree que respetó? Hicieron lo que quisieron. Tengo 76 años, no tengo seguro, no tengo pensión 65. Trabajé del 81 al 94, como me faltaron 7 años para los 20, ahora no tengo nada.
-¿A qué se dedica usted?
-Ahorita, a nada. Solamente tengo lo que me mandan mis hijos. Yo quisiera trabajar, pero no hay oportunidad para las personas de la tercera edad.
Rita Arias. Caminaba junto al grupo de periodistas de La República. Le pide a PPK que se preocupe por la juventud: “el delincuente no nace, se hace. Si hay trabajo, cualquier trabajo, los jóvenes no van a robar”.
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-¿Por qué las lesbianas marchan contra Fujimori?
-No somos mercadería averiada, somos ciudadanía pura, orgullosa y feliz. Y vamos a luchar contra una dictadura que nos ha negado derechos y eso no lo permitiremos.
-¿Qué perderían las LGTB y las mujeres en un gobierno de Keiko Fujimori?
-Para los fujimoristas no somos sujetos de derechos. Vamos a seguir viviendo en la marginalidad, en la desigualdad, al margen del derecho. Y podría ser peor. Se han aliado a gente que inclusive nos quiere mandar a curar, que no quieren sancionar los crímenes de odio, se han aliado con gente que no quieren la igualdad para todos y todas.
-¿Qué esperan de PPK?
-Vamos a ser oposición. Ya no estamos para esperar, son siglos de siglos de closet, de tortura cruel, inhumana y degradante. Tenemos que exigirle que respete y garantice todos nuestros derechos por igual.
María Isabel Cedano. Abogada, lesbiana orgullosa y feminista. Grita “por justicia y dignidad, Fujimori nunca más”.
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La marcha llegó a ocupar cerca de 3,5 kilómetros a lo largo de las principales avenidas del centro de Lima. Marchas similares se replicaron en dieciocho ciudades del Perú y el extranjero. Los hashtags de convocatoria #KeikoNoVa, #NoaKeiko y #NiBlancoNiViciado fueron tendencia en las redes sociales.
Algunos aplauden, otros registran el momento desde las pantallas de sus celulares. No responden preguntas, solo observan. Desde las veredas, los efectivos policiales vigilan la marcha. Ninguno lleva el membrete con el nombre a la vista. Unos caminan, otros desfilan desde la caballería, dejando estiércol de caballo como huella de su paso. Por momentos, la marcha tiene un aroma pestilente.
Los aplausos sostienen el ánimo de los manifestantes. Miles de banderas blanquirrojas flamean al ritmo de las batucadas. Todos juntos gritan “Ni blanco ni viciado, no al narco-estado”.
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-¿Qué opina de la marcha de hoy?
-Me parece excelente, porque de verdad no podemos convertirnos en un narco-estado, eso es lo que representa Keiko Fujimori.
-¿Qué pasaría con el fujimorismo en el gobierno?
-Ella dice hay que sacar al ejército a las calles a combatir la delincuencia. Ese es el pretexto que Fujimori usó para perseguir a sus adversarios. Si sale elegida será lo mismo. Ese es el temor que tenemos muchas personas.
-¿Si no estuviera trabajando hoy…
-Estaría en la marcha.
Mientras los demás arengan, él trabaja. Juvenal Gutiérrez, vendedor de libros. Veía la protesta pasar desde su local. “En primera vuelta voté por Verónika Mendoza, ahora votaré por PPK, no hay de otra”.
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No es su marcha, pero Verónika Mendoza recibe la atención de las cámaras y las militancias. Alrededor suyo más de veinte hombres forman un cerco humano. Su labor es protegerla, incluso si ello implica golpear a un verolover que intenta tomarse una foto con ella. Levanta la bandera, camina y enérgica exclama: “Keiko no va, Fujimori nunca más”. Todos la siguen.
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Tres uniformes naranjas, tres escobas y tres tachos de basura. No son fujimoristas, son las encargadas de la limpieza municipal de la ciudad. Piensan que las promesas de Keiko Fujimori son populistas, que sacar a las Fuerzas Armadas a las calles no va a solucionar el problema de la inseguridad.
-¿Cree que Keiko Fujimori es igual a su padre?
-El pueblo no está de acuerdo con lo que hizo su padre. No sería bueno que se repita la historia.
-¿Qué le pediría a PPK?
-Que se asesore mejor y no nos ataque a los trabajadores. Que haya más trabajo, mejores sueldos, mejor sistema de salud. Que no use como caja chica nuestras pensiones.
-¿Por quién votó en primera vuelta?
-Por Verónika Mendoza
-¿Y ahora?
-Por el mal menor, por PPK.
-Si no estuviera trabajando, ¿marcharía ahora?
-¡Claro! Si estuviera en mi día de descanso, también.
No se quejan. Doña Isabel y sus compañeras aseguran que las plazas después de las marchas “las dejan hechas una desgracia y a nosotras no nos pagan más por limpiar”. De pronto, una propone: “que no haya más marchas”, a lo que Isabel responde:
– Las marchas son democracia…
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-¿Qué opinas de Keiko y su familia?
-Pienso que no se debe satanizar a la gente porque sea hija o familia de alguien, pero ella no deslinda con la corrupción y con los delitos que cometió su padre. No acepta en su plan de gobierno indemnizar a las mujeres esterilizadas, a las víctimas de Barrios Altos, no acepta la CVR. Si lo hizo fue solo por pose, porque estaba en un espacio donde se le exigía eso.
-¿Crees que se está generando un estigma sobre los peruanos con antepasados asiáticos?
-Espero que no, porque hay tantos casos de familias chinas, japonesas y asiáticas que, a base de chamba, han podido crecer, como el caso de la familia Wong. El de los Fujimori es un caso aislado.
-¿Por quién votarás?
-Con mucha pena por PPK. No podemos permitir que la corrupción llegue al poder. Ya tienen en el Congreso más de setenta y dos congresistas. No podemos permitir que lleguen al Ejecutivo.
Juan Carlos Yi. Descendiente de familia china, marchaba junto a su novio.
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Desborde popular en Plaza Dos de Mayo. La luz artificial reemplaza la natural. No son Fiestas Patrias, pero hay miles de banderas peruanas agitando el cielo limeño. Toma más de treinta minutos llenar la histórica plaza.
-Popy, Popy, Popy -exclaman los manifestantes, entre aplausos, y piden que suba con su popular escoba.
Glorioso, como un ídolo, un showman político, sube al estrado envuelto en un manto rojiblanco. El público lo ovaciona. Los celulares empiezan a registrar el momento, todos quieren compartir con los demás el orgullo de salir y protestar. Aparecen en escena las actrices Mónica Sánchez y Tatiana Astengo, y resuenan los aplausos. Tan pronto Jason Day es anunciado, un coro de gritos femeninos roba la atención.
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Dos gigantografías adornan la plaza. “Unidos por justicia y democracia”, se lee en la más grande, ubicada encima del escenario. En el edificio de al lado, se ve a un PPK que promete respetar las leyes laborales. La atención no lo acompaña, pocos lo miran. “Soy candidato presidencial y sería antidemocrático de mi parte decir que ella no puede participar. Por ello, si asisto a una marcha diciendo que ella no debe participar, eso va en contra de mis principios personales”, respondió PPK a un diario, justificando así su inesperada ausencia.
Somos libres, seámoslo siempre. En defensa de la democracia, empieza a sonar el himno nacional. Rostros serios, pocos conversan. A inicios de la segunda estrofa, se miran unos a otros, buscan a alguien que recuerde la letra. “Que faltemos al voto solemne, que la patria el eterno elevó”.
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Anuncian a Verónika Mendoza y resuenan los aplausos.
«El fujimorismo nos quiere volver a gobernar. ¿Se lo vamos a permitir? Nosotros no olvidamos todo lo que hicieron cuando fueron gobierno. No olvidamos que fueron capaces de robarnos miles de millones a todos los peruanos. No olvidamos que fueron capaces de matar a nuestros líderes sociales, a los sindicalistas que defendían sus derechos y que ahora son nuestros derechos. No olvidamos que fueron capaces de esterilizar a miles de mujeres campesinas quechuahablantes a la fuerza. No olvidamos que fueron capaces de comprar a la empresa, de comprar congresistas para hacer lo que les daba la regalada gana. No olvidamos. El Perú no puede olvidar”.
La consigna de Verónika es clara: no hay término medio. El llamado es a votar por PPK.
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La marcha culmina con el llamado a cuidar los votos y la inscripción de personeros. “El fujimorismo está pagando 50 soles a sus personeros”, afirma uno de los organizadores del evento.
Cada uno empieza a moverse de un lado a otro. La unidad parece perderse. Distintas clases, distintos sectores, distintas voluntades, pero todas con el mismo objetivo: cerrarle el paso al fujimorismo. La plaza se despide. Poco a poco, empiezan a alejarse del fervor.