Los jueves por la noche salen en manada y el sonido grave de los motores alerta a todos al paso. La potente luz de las motos alumbra el camino hasta el Morro Solar, uno de sus sitios favoritos para observar la ciudad de noche. Aunque tengan la apariencia de ser los rudos del barrio, los «Steel Riders» solo quieren pasar un buen rato juntos. Los fines de semana van a su casa club de Lurín con esposas e hijos. Las largas rutas son agotadoras. La casaca de cuero, el pañuelo y el casco sobre la cabeza no son suficientes para proteger a los ‘moteros’ de la intemperie. «Motear es incómodo, no es algo que digas qué bacán. Cansa, estás expuesto al clima, te destrozas pero estás contento porque te llena bastante», nos dice uno de ellos.
Por: Thalía Gálvez, Anapaula Michilot, Jimena Rodríguez, Ronal Teves y Jonathan Castro