La historia de una mujer andina y sus esfuerzos por fomentar la lectura y escritura quechua en los niños de las comunidades rurales de Ayacucho.
Por: Johara García
“María” se fue a lavar su ropa al río y en un descuido el río se la llevó. Ella perdió muchas prendas ese día. Su mamá la golpeó. “María” tenía doce años y vivía en Sarhua, una comunidad rural de la provincia de Victor Fajardo, a tres horas de la ciudad de Ayacucho.
“María” utilizaría esa anécdota para narrarla en el taller de escritura dictado por la “Asociación Puriyninchik – Nuestro Caminar”. Cuando empezó a escribir esta historia decidió usar su imaginación para contarla sin tristeza. La pequeña había creado un final sobre cómo su ropa regresaba empujada por las aguas del río. “María” es una de las niñas que participa del proyecto “Kusi Yachay”, que se encarga de fomentar la lectura y escritura en las niñas y niños quechuas de Sarhua.
“Ella escribió su historia en quechua. Una lengua es una forma de ver el mundo. Es una perspectiva, una manera de entenderlo, diferente a cómo lo ven otras personas. El quechua nos permite nombrar lo que hay a nuestro alrededor. Ver que es posible conservar estas historias en los libros ha motivado a otros niños a escribir sus propias historias”, explica Yesenia Montes Ñaupa, la profesora de “María” y directora de la “Asociación Puriyninchik”, que significa “nuestro caminar”, y que fue fundada en 2019.
Las “bibliotecas caminantes” es otro de los proyectos de la Asociación Puriyninchik. Los libros se trasladan a espacios de lectura, creados en parques, iglesias y municipios, que se instalan en las ciudades de Huamanga, Huanta y Sarhua.
Puriyninchik: Nuestro caminar
Yesenia Montes Ñaupa (33) nació en Ayacucho en medio de un clima de violencia política. Ella era una bebé cuando sus padres migraron de Ayacucho a Huancayo. No vio al resto de su familia hasta los seis años.
Cuando regresaron y se mudaron a Huayllay, un pueblito en Huanta, su mamá comenzó a trabajar en la comunidad rural. Yesenia empezó a estudiar la primaria y allí descubrió que todos sus compañeros hablaban quechua. Ella, hija de quechuahablantes, no entendía. En casa siempre se habló español.
“Mis abuelos me decían no vayas a aprender quechua, tú tienes que enseñarles a ellos a hablar español. Cuando uno es niña, simplemente no lo entiende”, recuerda Yesenia.
“Una lengua es una forma de ver el mundo, una manera de entenderlo. El quechua nos permite nombrar lo que hay a nuestro alrededor”, afirma Yesenia.
Yesenia empezó la primaria a los seis años y le bastó solo un año de estudio para hablar y dominar el quechua. Había cierto temor en su familia. Para ellos, el problema estaba en su aprendizaje. Si aprendía a hablar en quechua, luego no iba a poder hablar bien el español.
Años después, cuando ya era una adolescente, regresó a la ciudad de Huancayo, dejó de hablar quechua, pero aprendió a leer en esa lengua.
“Le puedo asegurar que muchos de los que somos quechuahablantes no sabíamos leer en quechua. No hemos tenido la necesidad ya que no había libros en quechua. Ha sido todo un proceso“, explica Yesenia Montes.
Ella estudió en Lima, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y se graduó como psicóloga en 2012. Se había acostumbrado a leer textos fotocopiados. Entre risas recuerda la primera vez que, ya instalada en Lima, accedió a libros en su versión original. Solo había leído “copia de copias” que eran versiones incompletas.
Mientras estudiaba en San Marcos y se mostraba ávida de leer se dio cuenta que el acceso a los libros no era igual para todos. Eso le pareció injusto. Más tarde visitó las bibliotecas de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad de Lima y le sorprendió la cantidad y variedad de libros de los que podía disponer.
“Conocí sus bibliotecas, me sorprendí cómo es qué en estos espacios los estudiantes pueden acceder a los libros de manera libre. Tú mismo puedes coger el libro si es lo que necesitas usarlo”, comenta Yesenia.
Yesenia Montes tiene un recuerdo de aquellos días en los que estudiaba psicología: “Fue en ese momento que nació en mi corazón el deseo de lograr que el acceso a los libros sea más democrático y libre. Que la gente que realmente desea acercarse a los libros tenga esa oportunidad”.
Cuando terminó la universidad empezó a trabajar en proyectos educativos. Su especialidad era psicología comunitaria. Por eso empezó a planificar el proyecto “Biblioteca caminante Puriyninchik”, una biblioteca en forma de retablo ayacuchano que se traslada con 50 libros, rotados cada dos meses, en los parques de Huamanga, Huanta y Sarhua.
El proyecto inició con 30 libros: entre donaciones y textos que Yesenia había utilizado para sus talleres con niños. Hoy cuentan con una colección de 1200 volúmenes. Quienes se enteraron de su iniciativa empezaron a invitarla a otros parques, a comunidades y municipios. Fue así como ella y otros miembros de su asociación llegaron a Sarhua, una comunidad a tres horas de Huamanga.
Cada vez que viajan a Sarhua es el alcalde de este pueblo quien los traslada. Sus bibliotecas, que son ambulantes en su mayoría, encontraron también una forma sedentaria de existir. Este año abrieron dos centros de lectura y un taller de escritura en Huamanga. Además, en Sarhua, con el apoyo de sus autoridades, abrieron una biblioteca comunitaria municipal, y en Huanta trabajan con una iglesia que atiende un espacio de lectura de manera permanente.
Sin embargo, en el 2020, durante la pandemia, las “ bibliotecas caminantes” dejaron de salir a las plazas. Yesenia Montes, quien había notado la escasez de libros infantiles escritos en quechua, decidió emprender otro proyecto: “Puriq Cartonera” y así empezó a publicar sus propios cuentos infantiles en quechua y en español. Hoy tiene cuatro títulos que están a la venta. Los libros son impresos y cosidos de manera artesanal. Llevan un código QR que permite escuchar la historia cantada, para aquellos quechuahablantes que no saben leer.
Después de publicar sus libros, al año siguiente, en 2021, inauguró en Sarhua el taller de lectura y escritura en quechua “Kusi Yachay». Ella recuerda las primeras fotografías que se tomaron en el taller: los niños se tapaban los rostros y también las páginas de los cuadernos en los que escribían. Se sentían avergonzados.
“Algunos niños decían: ‘¿Pero esto que yo vivo ¿a quién le va importar?’ , ‘¿Tú crees que para alguien sería interesante leer lo que yo escribo?’. ‘Cuando voy a pastear a mis animales o cuando voy a sembrar: ¿a quién le importará eso?”, refiere Yesenia.
La profesora cree que los niños sienten temor e inseguridad, creen que lo que han escrito no es valioso. Ella culpa al sistema educativo y a la desigualdad social tan enraizada en el país. Los niños en la comunidad de Sarhua son quechuahablantes, pero reciben educación en castellano. En el taller ella los anima a escribir sus propios libros en quechua.
“Los motiva verse como escritores, les levanta la autoestima, se ven como personas valiosas dentro de su comunidad. Una comunidad, donde antes no había libros y mucho menos escritores», señala Yesenia.
El último emprendimiento editorial de Yesenia es una biblioteca móvil, pero esta vez utilizaron un pequeño volkswagen escarabajo que recorrió los parques de Huamanga. La nueva biblioteca móvil fue inaugurada el último 23 de abril, una fecha muy especial, el Día Internacional del Libro.