La leyenda que saltó de la oralidad a la realidad: el duende que quería jugar  

Antes de cumplir diez años, Rosa Arana experimentó una vivencia que quedaría impregnada en su memoria con tinta indeleble. Una pequeña criatura de forma humanoide que usaba un gran sombrero la asediaba e invitaba a jugar constantemente. Lo que popularmente se conoce como un duende fue con lo que Rosa tuvo que lidiar y buscar alguna manera de detener las visitas de este ser.
La cultura inmaterial de un pueblo, generalmente, se transmite de manera oral de generación en generación. Gracias a la tecnología actual se puede preservar en el tiempo relatos míticos como el de Rosa.

Por: Luis Puell
Portada: Killa Cuba


TRANSCRIPCIÓN

[Luis Puell, host]: ¡Hola! Luis Puell por acá. Les doy la bienvenida a este episodio. La historia de hoy viene desde el norte peruano: Tumbes.

[Rosa Arana]: Mi nombre es Rosa Angélica Arana Feijóo. Tengo setenta y siete años.

[Luis]: En la esfera temporal, esta historia está ubicada en lo que se conoce como el Ochenio de Odría, específicamente, en 1952. En la esfera cultural, podemos ubicarla dentro de lo conocido como folclore.

El folclore de un pueblo abarca su música tradicional, cuentos, humor, creencias y también sus tradiciones orales.

A veces, las tradiciones orales exceden la esfera del habla para pasar al mundo real, al mundo tangible. Hoy, una de esas historias, es contada de primera mano.

¿Cómo se veía él cuando lo vio por primera vez?

[Rosa]: Yo lo veía chiquito, sombrerón. Así era él.

[Luis]: Rosa creció en Tumbes. Es la segunda hija de tres hermanos. Lleva el cabello corto rojo y una sonrisa bastante contagiosa. En Tumbes, pasó toda su infancia antes de irse a vivir a Lima sus años de adultez. Hoy vive en casa de su hija y aún tiene nítidos recuerdos de la primera etapa de su vida. 

¿Cuántos años tenía cuando se le presentó?

[Rosa]: Yo tenía nueve años.

[Luis]: Y, ¿cómo era usted?, ¿cómo se veía?

[Rosa]: Tenía el pelo bien largo y era bien pestañona.

[Luis]: ¿Qué solía hacer a esa edad?

[Rosa]: Las chicas de ahí del barrio me decían vamos a jugar a, este, chancha la lata por ahí por cerca de la casa que tenía un tío, Octavio Feijóo, un corralón de vacas y nos íbamos, juegue y juegue.

[Luis]: Chancha la lata es una variación del juego Las escondidas. Un participante debe contar mientras los demás van a esconderse. Cuando termina de contar, deja una lata en el piso y va en busca de los escondidos. Apenas descubre a uno, debe correr hasta la lata, golpearla contra el piso y gritar chanca la lata.

[Rosa]: Ya, una vez ya que nos escondíamos y yo salía y de allá me silbaban.

[Luis]: Las amigas de Rosa no creían que este pequeño hombre era real. Por el contrario, bromeaban a ella con ese mismo ser.

[Rosa]: Yo, mira era un hombre chiquito sombrerón y yo le decía a mis amigas y mis amigas: “anda, no. Es mentira me dicen. Tú que ves visiones”.

[Luis]: ¡Guao! ¿Qué más le decían?

[Rosa]: Decían por aquí va a salir el duende y dicen que las siguen a las chicas que tienen el pelo largo, que son bien pestañonas y a ti te va a salir porque eres pelo largo, pestañona y buena moza me decían a mí. Eres bonita me decían. “Anda loca” yo les decía así.

[Luis]: Después de este episodio, ¿Siguió viendo a este hombrecito?

[Rosa]: Cuando iba a la casa, sí, también, estaba al pie de la cama y silbaba y yo le digo: “Mamá, no escuchas ese silbido que da bien finito”. “No, yo no escucho nada”.

[Luis]: El silbido del duende, ¿lo escuchaba antes o después de verlo?

[Rosa]: Antes de ya, seguro que estaba por ahí y me silbaba para que yo mire y ya cuando él silbaba, yo miraba, ahí lo veía a él. Un, este, un hombre chiquito bien este, con el sombrero bien grande.

[Luis]: ¿Cómo era su rostro?

[Rosa]: No se dejaba ver por el sombrero.

[Luis]: Supongo que en algún momento de tuvo que contar a sus padres, ¿cómo fue esta situación?

[Rosa]: Yo le he estado contando a mi mamá, el duende se presentó y me decía: “Vamos a jugar, vamos a jugar”. Yo me salí de mi cuarto y me fui a dormir con mi mamá. Y yo le digo: “Mamá, ahí está mira que me mira”. “Yo no veo nada, nada no veo”.

[Luis]: Entonces, ¿qué hizo o qué pasó para que le creyeran?

[Rosa]: El duende me tiraba caramelos, caramelos y me decía “Vamos a jugar. Vamos a jugar”.

[Luis]: ¿Qué?, ¿Qué?, ¿Le tiraba caramelos?

[Rosa]: Sí, ella sí podía ver los caramelos. Por eso creyó de que yo le decía que el duende me seguía y yo le decía: “Ahí está al frente”.

[Luis]: La historia de la Muñeca llorona en la quebrada del nieto, la del Ceibo del diablo cerca a Uña de gato o la de la Chancha bruja forman parte de la cultura inmaterial tumbesina. La anécdota que nos cuenta Rosa se incorpora en este amplio corpus de tradiciones populares.

[Rosa]: Ahí mi mamá ya se dio cuenta y después le dijo a mi mamá de crianza: “Mira ve” y ahí en la cama había un poco de caramelos que él me tiraba.

[Luis]: ¿Todos los días veía al duende?

[Rosa]: Sí, sí me silbaba bien finito me silbaba, ya sabía que estaba por ahí.

[Luis]: ¿Qué pasó o qué hizo para que este ente deje de molestar?

[Rosa]: Vino mi mamá Jesús, de crianza, y le contó todo esto y le dijo no, este, ya después ella con sus amigas comentaba ahí con sus amigas y les decía: “A mi hijita la sigue un duende” y me dice entonces ella la va a seguir así y le va a decir “Vamos a jugar” y la va a llevar por un descampado por ahí se la va a llevar.

[Luis]: Las amigas de su mamá ya conocían de este tipo de apariciones…

[Rosa]: Mi mamá después le dijo, otra amiga le dijo, mira para que todo se acabe esto cómprate un bacín nuevo, nuevecito y de ahí te compras un pan. Lo pones adentro del bacín y la sientas ahí. Y así hizo mi mamá. Me sentó y después me decía el duende: cochina, cochina ya no te quiero ya no te quiero.

[Luis]: Con esto, ¿el duende se fue para siempre o lo volvió a ver?

[Rosa]: Ya no, ya no, ahí se fue ya se fue pa’ siempre ahí.

[Luis]: Rosa Arana es parte del folclore de su pueblo, es un rostro de él, con una anécdota que, tal vez, sea difícil experimentar en la actualidad entre tanto cemento. Sin embargo, acá dejó su voz para la posteridad.

Esta historia fue producida y editada por mí: Luis Puell Infante y presentada como parte del curso Periodismo interpretativo y de opinión de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Este podcast fue mezclado en el programa Adobe Audition.

Gracias por escuchar. Cuídense y cuiden a quienes le rodean.