La lucha de las warmis por la conquista de las calles del Cusco

Frente a la inseguridad que implica ser ciclista y mujer, una activista organiza “Rodadas de warmis”. Su objetivo: promover el uso de ciclovías y fortalecer la confianza de las niñas y jóvenes al trasladarse en dos ruedas por las calles en una ciudad que carece de una red de ciclovías y en donde las desapariciones de mujeres han aumentado exponencialmente. 

Por: Karín Miranda
Portada:  Marielena Ramos


Marielena Ramos (35) utiliza la bicicleta como medio para movilizarse por las calles de Cusco desde que tenía 13 años. A los 16 se convirtió en activista y, desde entonces, ha apoyado y liderado proyectos e iniciativas en distintas organizaciones. Esta labor la viene desempeñando desde hace casi dos décadas. Por su cuenta, la joven empezó organizando caminatas en favor del medio ambiente y liderando campañas para la esterilización de mascotas. Posteriormente, fue voluntaria en programas de empoderamiento juvenil y en la Asociación Ecológica del Cusco, de la que es también fundadora, con un proyecto de acopio y reciclaje de pilas en contribución al cuidado ambiental.

Durante el 2019, experimenta un cambio: la llegada del biciactivismo a su vida. Junto al colectivo Biciñan, inicia su participación activa en La Masa Crítica, un movimiento mundial que reivindica el uso de la bicicleta. En agosto de 2021, decide embarcarse en un nuevo proyecto: las Rodadas de Warmis Cusco. En la siguiente nota, Marielena, quien además es maestra de inglés y coach de yoga para niños, explica cuál ha sido el camino que la comunidad ciclista cusqueña ha tenido que recorrer, cómo es que surgió la idea de las rodadas de mujeres y cuáles son los desafíos que se proyecta alcanzar junto a otros bikers y activistas.

Marielena Ramos y sus warmis cuzqueñas listas para ‘rodar’ por la ciudad.

Marielena intentaba desplazarse en bicicleta todos los días, pero esta era una tarea muy complicada. En el Cusco había muy pocas ciclovías en el 2019. “No era lo mismo que irme a Miraflores, alquilar una bici en el parque Kennedy y luego salir tranquilamente por el malecón porque allí sí hay ciclovías. Es más, creo que por allí hay dos semáforos para ciclistas, mientras que en toda la ciudad del Cusco hay solo uno”, relata la activista. En el 2020, junto con la llegada de la pandemia del Covid-19, aumentó el uso de la bicicleta como alternativa para evitar el contagio en el transporte público. Según un conteo de Biciñan, se calcula que alrededor de 1500 personas se desplazan en bicicleta en la Ciudad Imperial: un hito en favor del transporte sostenible.

A finales de noviembre del mismo año, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) transfirió 1 millón 600 mil soles a la Municipalidad del Cusco para la integración de las ciclovías. El plan de movilidad ecológica debía ejecutarse en marzo del 2021, pero esto no ocurrió. Ante la inacción de las autoridades regionales, los activistas colocaron ciclovías provisionales. “Como activistas lo que nosotros queríamos era que el MTC dé el presupuesto para la construcción de más ciclovías. Una vez aprobado, como la Municipalidad no hizo nada, entonces nosotros hicimos las ciclovías”, explica Marielena. Así fue como diferentes colectivos se unieron y empezaron a poner hitos, topellantas y señales con el objetivo de garantizar el tránsito seguro de los ciclistas. 

Biciñan Cusco, uno de los colectivos con más trayectoria y alcance de convocatoria, y que promueve la realización de La Masa Crítica, jugó un papel fundamental durante la construcción de las ciclovías. La unión con otros colectivos como Cusco modo Bici, Urban Biker Cusco, activistas y bikers fue esencial para cumplir con este trabajo. Una vez implementadas, era momento de asumir un nuevo reto: fomentar su uso. 

Marielena, junto con un amigo, había liderado meses atrás la iniciativa Wasi 28, cuyo objetivo era impulsar el uso de las bicicletas antiguas que se encontraban guardadas y empolvadas en las casas muchos cusqueños, y que así más personas empezaran a rodar, que es como la activista se refiere a la acción de manejar bicicleta. Con esta experiencia previa, Marielena decide organizar la primera convocatoria de Rodadas de Warmis.

Las mujeres de las Rodadas de Warmis en el mirador de San Cristóbal Foto: Marielena Ramos.

Si bien la idea inicial era la promoción del uso de las ciclovías, el interés de la ciclista urbana no sé limitaba al uso de la bicicletas como alternativa medioambiental. “Mi visión siempre ha sido la de empoderar a más chicas y que vengan a rodar; hacer una fuerza femenina y hacernos más fuertes y seguras”, expresa. 

Según la investigadora Beatriz Mella, del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), a pesar del aumento del ciclismo urbano hasta en un 20% en las ciudades del país, solo la cuarta parte de los viajes en bicicleta son hechos por mujeres. Este porcentaje tiene una explicación. Según una nota de El Comercio, activistas en Lima manifiestan que cuando se es mujer la percepción de riesgo al pedalear en las calles puede llegar a ser mayor.

Yuliana, joven de 21 años que asistió a las Rodadas de Warmis, manifiesta que antes de participar en estas sentía mucho temor al manejar bicicleta por su cuenta: vivencias pasadas de acoso sexual callejero la habían desanimado. Este miedo quedó atrás cuando se enteró del evento por un afiche que vio y, después de un tiempo, decidió asistir. Yuliana recuerda esta experiencia al lado de otras mujeres como la primera vez que se sintió segura al pedalear. “Sentir que entre nosotras nos vamos a cuidar muchísimo y apoyar, pues le da mayor confianza a una. Mi autoestima ha mejorado y me gustaría que más mujeres y niñas se animaran a unirse”, confiesa.

Marielena expresa que el movimiento de Rodadas de Warmis Cusco prefiere todavía no definirse como parte de algún movimiento social específico, pero reconoce que este se manifiesta en contra del acoso que viven las mujeres día a día. “Nosotras también podemos rodar con seguridad, sea en shorts, sea en polo, sea en top sin que nos vean como objetos, pues también somos transeúntes. Yo no quería que ellas no tomaran la bici por esa razón”, sostiene. 

Afiche de la 7ma Rodada de Warmis organizada por Mariaelena Ramos. Foto: Archivo personal.

Cuando yo me animé a rodar, las chicas me  preguntaron  ‘¿quién nos va a escoltar?’. Yo las voy a escoltar, respondía”, Marielena Ramos. 

En el reporte de la Defensoría del Pueblo, “¿Qué pasó con ellas?”, de diciembre último, se informa que 287 mujeres desaparecieron en Cusco durante el 2021. Sin embargo, y pese a que la región es una de las que más registra notas de alerta a nivel nacional, el espacio de las rodadas se presenta como una red de apoyo tanto para mujeres como niñas, pues la menor en participar de estas cuenta con solo 10 años. “Cuando yo me animé a rodar, las chicas me  preguntaron  ‘¿quién nos va a escoltar?’. Yo las voy a escoltar, respondía”, recuerda Marielena. 

Por otro lado, los desafíos que enfrenta esta iniciativa no están únicamente relacionados a la violencia de género que se sufre en las calles, sino también a la falta de medidas de seguridad que hay en las ciclovías. La activista aclara que fue la sociedad civil la que se organizó para instalar, en un tramo de la avenida La Cultura, una ciclovía que conectara los distritos de San Sebastián y Wanchaq. Solo luego de esta iniciativa, la Municipalidad del Cusco empezó a implementar otras ciclovías.

Poco después, la Contraloría General advirtió que una de las vías, construidas por la Municipalidad, que atraviesa las avenidas El Sol, Collasuyo, La Cultura y Tullumayu no contaba con señalización, ni segregación (límites entre carriles). “Ninguna de las ciclovías de la ciudad conecta con otra, por lo que tenemos que conectar con otras pistas que no tienen ciclovía. Ha sucedido que recibimos bocinazos, los conductores no tienen la paciencia del caso”, señala. Como las Rodadas de Warmis no son realmente competencias, sino paseos, muchas de las chicas no tienen la misma destreza en las calles que otras con más práctica. La falta de conexión no solo dificulta la ruta, sino que puede significar también un peligro para quienes pedalean en solitario. 

Otro riesgo latente es la carencia de semáforos para ciclistas en el Cusco. La activista hace referencia al centralismo, pues existe un evidente contraste con la capital. Durante noviembre de 2021, fueron instalados en Lima 189 semáforos para ciclistas en los distritos de San Juan de Lurigancho, Los Olivos, Cercado de Lima, Pueblo Libre y San Martín de Porres. Además, Marielena también considera que es necesario tener en cuenta al clima como un factor de gran influencia en la elaboración del plan de movilidad sostenible en Cusco. Para que el plan funcione correctamente es necesaria la mejora del sistema de alcantarillado.

Más de seis meses después de la primera jornada, y pese a los obstáculos mencionados, el movimiento continúa en actividad. Marielena admite que hubo ocasiones en las que asistieron 4 mujeres y otras en las que incluso, por disponibilidad de tiempo, tuvo que empezar el recorrido sola y esperar a que las demás se unieran en el trayecto. Inicialmente, las rodadas se desarrollaban todos los viernes durante la tarde o la noche y, aunque la periodicidad se ha reducido al tercer viernes de cada mes, la asistencia se ha incrementado hasta llegar a las 18 participantes. Finalmente, la activista manifiesta un deseo, que la iniciativa pueda inspirar a otras personas y ser replicada en otras ciudades del país. “No quisiera que el movimiento muera, quizá más adelante seamos un colectivo o una organización”, concluye.