La verdad en tus manos


En periodos de polarización o de alta conflictividad social, la industria de los medios ha transitado por dos caminos cuando intenta dar cuenta del presente social: 

1.  Se convierte en el instrumento de propaganda política y de fake news de actores políticos y grupos de interés. Ejemplos abundan al respecto y podríamos pasarnos horas enumerándolos.

2.  Combina una programación noticiosa en la que pugna el esfuerzo honesto de reporteros y editores por mantener distancia del poder político, desoír las presiones de los directivos, los gerentes de marketing y los consejeros editoriales. 

Aun así, la credibilidad de los grandes medios de comunicación en el Perú cotiza ahora a la baja y, en algunos casos, luego de la última campaña electoral, se sitúa a ras del suelo.  

Así llegamos al Bicentenario, con muy pocos motivos para celebrar: el Perú es el país con la mayor tasa de mortalidad por Covid-19 en el mundo. La pandemia entró en nuestros hogares, nos dañó física y psicológicamente y hasta nos arrancó a los nuestros. Convivimos todavía con ese dolor latente, una herida que tarda en cicatrizar. 

Lo ocurrido en la política peruana en el último quinquenio nos deja pocos motivos para sentirnos orgullosos de la democracia que estamos ‘construyendo’. 

No es esta una mirada pesimista. Las cosas como son.  El periodismo está para eso. Para señalar que este 2021, en medio de una pandemia devastadora, muchos peruanos fueron atravesados por la intolerancia, por el encono político y la fe en las mentiras que ahora se llaman posverdades. 

En esta nueva edición de la revista ‘Impresión’, la revista digital de los estudiantes de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, hemos procurado mostrar tanto el lado A como el lado B de la realidad que, según nuestra mirada, nos ha tocado vivir. 

Destacamos con entusiasmo los nuevos medios periodísticos que surgieron en pandemia y la verificación del discurso público como una nueva tarea de nuestra profesión en medio de las olas de fake news que se viralizan más rápido que el Covid-19. 

También mostramos las nuevas voces y liderazgos que surgen en un país diverso y cuyo camino inexorable es el de la inclusión social.  Analizamos, además, el poder de las redes sociales para canalizar el descontento de la gente, trasladarlo al espacio público y convertirlo en una multitudinaria movilización ciudadana.

Pero hay un lado B que debemos señalar: el de la manipulación política concebida por grupos de poder económico y desplegada por los medios de comunicación. Presentamos casos de figuras mediáticas (deportistas exitosos, figuras de la farándula, etc.) instrumentalizadas para apoyar a determinadas opciones partidarias. No menos grave es la demonización de quienes no comparten la postura de las élites que desean imponerse. 

De eso trata la última edición de esta revista concebida y escrita por nuestros estudiantes de periodismo.

Vamos cerrando otro año complicado y difícil. Ha quedado en evidencia lo peor y lo mejor del periodismo peruano. Vamos cerrando un año duro que nos deja sinsabores, pero también sin abrazos, sin esa muestra de afecto, físico y rotundo, que ninguna palabra puede sustituir, y que tanto hemos extrañado en estos meses de confinamiento y distancia. 

Lo que se viene, sin embargo, pinta bien, al menos para ese periodismo que está naciendo contra viento y pandemia. Sigamos construyendo un nuevo modelo editorial para el periodismo de este siglo: digital, multimedia, interactivo y que, sobre todo, crezca libre y viva independiente, con el aporte comprometido de sus audiencias.