Las huacas olvidadas de la PUCP: memoria y cultura que subsiste entre nosotros

La panorámica vista que usted tiene ante sus ojos es el Camino Inca de la PUCP, que termina frente al Parque de las Leyendas. Esta ruta precolombina, junto con la Huaca 64 y Huaca 20, conforman el complejo arqueológico Maranga, ignorado por más de un siglo, pero protegido ahora por los arqueólogos de esta casa de estudios. 

Por: Estefani Delgado
Portada: Sky Film Solutions


El campus de la PUCP está construido sobre parte del complejo Maranga, un patrimonio precolombino. Maranga es un sitio arqueológico que funcionó del 250 d.C. al 1532 d.C. Abarca más de catorce pirámides, cien pequeños edificios de adobe, sitios de entierro y huacas. Todo este conjunto conforma hoy lo que los arqueólogos llaman un conglomerado histórico.

Después de la urbanización y crecimiento de Lima muchos de estos sitios prehispánicos fueron paulatinamente saqueados y  destruidos. Afortunadamente, la PUCP es uno de los lugares que aún conserva la memoria de nuestros ancestros: Huaca 20, Huaca 64 y Camino Inca son los sitios que se encuentran en el campus de la universidad bajo la denominación de Patrimonio Cultural de la Nación. Aquí la historia detrás de estos monumentos.

HUACA 20

Fotografía aérea de las excavaciones de la Huaca 20. y en el fondo, la Huaca Potosí Alto. Foto: ArqueoAndes SAC.

Parte de esta huaca colinda con la Facultad de Estudios Generales Letras. Tenía fines domésticos y fue el hogar de una de las primeras civilizaciones limeñas (data de los años 500 y 800 d.C). Abarca un área de 17 mil metros cuadrados, dimensión que le permitía cumplir con tres funciones: la habitacional, la funeraria y la ceremonial. Su proceso de ocupación se divide en tres etapas cronológicas: período intermedio temprano, horizonte medio y período intermedio tardío.

Huaca 20 fue el primer sitio arqueológico que se excavó en el campus de la PUCP, como parte del proyecto denominado “Huacas Pando” que organizaba el Seminario de Arqueología del Instituto de Riva Agüero en 1960. Quienes iniciaron estas investigaciones fueron las arqueólogas Josefina Ramos de Cox y Mercedes Cárdenas. Posteriormente, las fases de rescate de Huaca 20 continuaron a través de proyectos de investigación arqueológica dirigidos por Gloria Olivera (1996), Martín Mackay, Rafael Santa Cruz (2001) y Gabriel Prieto, Francesca Fernandini, Ana Cecilia Mauricio, Carlos Rengifo y Carlos Olivera (2006-2009). En el último periodo (2010-2013) estuvo bajo la administración de la Dirección de Infraestructura de la PUCP.

En el recinto se han encontrado aproximadamente 7 700 bienes materiales, entre ellos vasijas de cerámica, ollas, collares de conchitas, cerámica escultórica y utensilios hechos de metal y hueso. Estos hallazgos son un legado que revela la importancia de estas huacas para los antiguos pobladores. Actualmente el Ministerio de Cultura y la PUCP tienen la custodia de estos objetos. Todos los bienes se encuentran en el gabinete de proyectos patrimoniales de la universidad, a través de un convenio de cooperación interinstitucional que autorizó la posesión de dicho patrimonio por parte de esta casa de estudios. Este convenio se renueva cada dos años.

Además, se ha descubierto alrededor de 800 osamentas bajo tierra. Todas fueron enterradas con brazos y piernas extendidas y rodeados de ofrendas.  Julio Sánchez García, arqueólogo de la PUCP, explicó el proceso funerario de los antiguos habitantes de Huaca 20.  “Los familiares enterraban a sus difuntos en ataúdes de caña y vestidos con textiles. A las mujeres se las acompañaba de piruros, que servían de instrumento para tejer, y a los hombres con anzuelos de pesca”, explica            Sánchez García.

El investigador destaca “La dama de la Tumba 105”, cuya recreación se encuentra en el módulo del Camino Inca, detrás del Complejo de Innovación Académica (CIA).

HUACA 64

Foto: Estefani Delgado.

Está ubicada a espaldas de la Facultad de Educación. Es la huaca más pequeña de la universidad, mas no deja de ser especial por su historia. Tiene un área de 524.15 metros cuadrados, y cuenta con tres compartimientos: la terraza, un pequeño pasadizo de acceso exclusivo a las personas que acudían a las ceremonias, y un patio amplio.

Las primeras excavaciones fueron realizadas por la arqueóloga Mercedes Cárdenas en 1996. Huaca 64 fue un espacio de uso ceremonial, donde se realizaban reuniones y eventos especiales con algunos pobladores del sitio. Las ceremonias eran lideradas por un curaca que iniciaba el rito.

En el lugar se encontraron vasijas y cántaros que servían para el consumo de chicha y alimentos. También se descubrieron los restos de una mujer adulta perteneciente a la época Inca (1500 d.C.), en un espacio que cumplía la función de terraza.

El 24 de febrero de 2012, el Ministerio de Cultura declaró a la Huaca 64 Patrimonio Cultural de la Nación. Lo más importante de este lugar es que es una de las pocas huacas que representa un espacio de uso ceremonial, donde se realizaban reuniones privadas en las que participaban los líderes políticos y religiosos.

CAMINO INCA 

Foto: Estefani Delgado.

Se encuentra al costado del Complejo de Innovación Académica (CIA) de la universidad. Se puede apreciar su estructura desde cualquier punto de la Av. Riva Agüero o la Av. Universitaria. Su longitud en el campus es de 467 metros de largo, es decir, aproximadamente 4 cuadras.

Camino Inca fue utilizado por los antiguos pobladores para trasladarse de un lugar del complejo a otro. La arqueóloga Rosabella Álvarez-Calderón precisa que el camino conectaba las huacas Tres Palos y La Palma con la huaca Mateo Salado, ubicada a unos metros de lo que actualmente es la Plaza de la Bandera. Además, formó parte del Qhapaq Ñan o Gran Camino Inca, que fue la principal red vial del imperio durante los siglos XV y XVI.

Los muros del camino tienen más de cuatro metros de altura. Fueron construidos utilizando la técnica del tapial, superponiendo bloques de barro sobre otros. La base que sostiene el muro está hecha de piedras y adobe. Por su solidez es de gran resistencia y ha resistido decenas de sismos. “Los muros en forma trapezoidal dan bastante estabilidad, porque ante repetidos terremotos sus bases han soportado incluso la humedad que hay en ella” precisa Álvarez-Calderón.

Las investigaciones del Camino Inca fueron iniciadas por el arqueólogo Juan Mogrovejo en 1996, y después, en 2008, las continuó Carlos Rengifo.

Al igual que las demás huacas, a lo largo de la historia el camino ha sido utilizado por varias culturas. El primer uso le corresponde a los Yschma, quienes crearon el trazo principal de la ruta. El segundo se refiere al periodo Inca. Finalmente, en la época colonial, los pobladores marangas realizaron trabajos de mantenimiento de los muros.

En 2007 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Tres años más tarde, se le denominó Paisaje Cultural Arqueológico, y finalmente en 2013 se desarrolló el proyecto de investigación y puesta en valor del patrimonio, con el fin de contribuir a la conservación del monumento. Como resultado de estas tareas, la estructura aún puede apreciarse en el campus de la PUCP.