Un poema al amor, un bolero sobre el despecho y la decepción, una novela sobre crecer y envejecer, una esquina de cualquier barrio latinoamericano de fines del siglo pasado, un ensayo que reflexiona sobre nuestra realidad política: todo eso representa “Maestra Vida”, el álbum más ambicioso y elaborado de la carrera de Rubén Blades, y la obra más importante de la historia de un género musical que marcó la vida de varias generaciones.
Por: Aarón Hidalgo
“Si quieres aprender de periodismo, mejor escucha las canciones de Rubén Blades”. Eso le dijo Gabriel García Márquez a Roberto Pompo, director del diario “El Tiempo” de Bogotá, cuando alguna vez le descubrió un libro de periodismo bajo el brazo. Y es que para García Márquez, y para muchos melómanos latinoamericanos, Rubén Blades es mucho más que un simple cantante de salsa, es un cronista urbano, un periodista que hace música y un impecable narrador de la realidad latinoamericana.
Rubén Blades Bellido de Luna nació el 16 de julio de 1948, en el barrio de San Felipe, en Ciudad de Panamá. Creció en el seno de una familia de artistas. Su madre, Anoland Bellido de Luna, nacida en Cuba, fue una actriz y cantante de boleros, y su padre, Rubén Blades Bosques, un percusionista de nacionalidad colombiana. Rubén siguió la carrera de derecho en la Universidad de Panamá y se graduó en 1974. Posteriormente, a mediados de los ochenta, estudiaría en la Universidad de Harvard. Además, Rubén Blades tiene tres doctorados honorarios, uno en Estudios Chicanos en la Universidad de Berkeley, otro en Humanidades del Lehman College y un tercero en Música en la Berklee College of Music en Boston.
Aunque Rubén Blades es un artista reconocido mundialmente por su carrera musical, también ha destacado en otros ámbitos como la política y la actuación. En 1993 fundó el partido político “Papa Egoró”, y un año después postuló a la Presidencia de Panamá. En dicha contienda electoral quedaría en tercer lugar con 17% de los votos. Entre 2004 y 2009 se desempeñó como ministro de Turismo de Panamá, durante el mandato de Martín Torrijos. Blades también ha participado en más de treinta producciones audiovisuales, entre películas, series y documentales.
La ópera salsa «Maestra Vida» se estrenó en dos volúmenes y fue producida para el sello de la Fania Records. La instrumentación de este disco trasciende sonidos únicamente del género de la salsa e incluye bossa nova, bolero, plena y samba. El proceso de producción musical contó con la participación de artistas reconocidos en el género de la salsa. La dirección del disco estuvo a cargo de Willie Colón, quien ya había trabajado antes con Rubén Blades en discos como “Metiendo Mano!” y “Siembra”. Joe “El Profe” Torres, de larga trayectoria musical y quien durante años fue el pianista de Willie Colón y Héctor Lavoe, también formó parte de la orquesta. Doña Anoland Bellido de Luna, madre de Rubén Blades, fue la cantante elegida para darle voz a Manuela Peré. El escritor y periodista venezolano César Miguel Rondón participó como el narrador de la historia en el prólogo de “Maestra Vida”.
MAESTRA VIDA DESDE LO NARRATIVO
Podríamos decir que, orquestalmente, “Maestra Vida” es un disco revolucionario y atrevido para la época en que se difundió debido a su variedad instrumental. Y es el reflejo más completo del admirable universo narrativo de Rubén Blades, influido, según sus propias palabras, por la obra de escritores como Gabriel García Márquez y William Faulkner.
La historia de “Maestra Vida” empieza una tarde abril de 1975 en un bar de cualquier barrio latinoamericano, donde se encontraban bebiendo Quique Quiñónez, hijo de Babá, quien fue el mejor amigo del protagonista de la historia, y el sastre Carmelo Da Silva, el hombre más apuesto y elegante que alguna vez se vio en el barrio. Al bar llegan Carlitos Lito, hijo de Quique; y Rafael Da Silva, nieto de Carmelo. En ese contexto, Quique Quiñónez empieza a contar la historia de quien fue Carmelo Da Silva, que más que una historia, es un viaje al pasado acompañado de la música de Blades, donde se perciben sentimientos como el amor y el afecto, el júbilo que se desprende de la esperanza, la nostalgia de crecer y envejecer, y finalmente, como parte del proceso natural e inexorable, dejar de existir.
“Manuela, qué mujer aquella, de grandes ojos y cintura de guitarra, qué estampa sensual”, dice la letra de la canción que retrata la historia de amor de esta mujer, la más guapa y deseada de todo el barrio, con Carmelo Da Silva, quien vivía enamorado de ella y se dedicaba a conquistarla. Carmelo, después de innumerables intentos, logró que Manuela lo aceptara. Así empezaría la historia de Carmelo Da Silva y Manuela Peré, una historia que duraría décadas y pasaría por distintas etapas: el entusiasmo, la angustia, la abundancia, la necesidad, pero siempre teniendo como pilar principal el amor y el respeto que ambos se juraron.
MAESTRA VIDA Y UNA REFLEXIÓN POLÍTICA
1980 fue un año de conmoción política para América Latina. El continente vivía marcado por dictaduras militares, crisis económicas, desapariciones y guerrillas. En Panamá se vivían los últimos años del llamado “Proceso Revolucionario” al mando del coronel Omar Torrijos, quien había llegado al poder mediante un golpe de estado en 1969, derrocando al presidente electo Arnulfo Arias Madrid. En otros países como Chile y Argentina, también se vivían situaciones similares de tensión política. Argentina estaba gobernada por el dictador Jorge Videla, quien fue responsable de una época fatídica y nefasta para su país caracterizada por desapariciones y violaciones a los derechos humanos. Chile experimentaba, al mismo tiempo, las políticas de represión más crueles de su historia ejecutadas por otro dictador, Augusto Pinochet. Blades no era una persona ajena a los problemas sociales de América Latina, y en “Maestra Vida” se deja entrever una crítica a las dictaduras latinoamericanas.
“Déjenme reír (Para no llorar)” es la canción del álbum que va más allá del concepto romántico y hace un cuestionamiento político. Desde el nacimiento de Ramiro, la situación económica se había puesto muy difícil para sus padres, Carmelo Da Silva y Manuela Peré. Cada vez tenían menos oportunidades de trabajo y no era posible alcanzar una estabilidad para cubrir los gastos del hogar. Blades utiliza al personaje y la precariedad económica de Carmelo Da Silva para hacer una crítica de los políticos: denuncia cómo en época de elecciones actúan de manera solidaria solo por conveniencia y no realmente porque se preocupen por los más pobres.
Rubén Blades hizo de este álbum una representación de la identidad latinoamericana, una representación de nuestra sociedad, de nuestras costumbres, de nuestros sentimientos, una síntesis de nuestro folclore y, lo más importante de todo, un precedente para continuar sintiéndonos orgullosos de nuestras raíces, porque al fin y al cabo, “Maestra Vida” contiene las historias que alguna vez vivimos o escuchamos, el amor que sentimos y dejamos de sentir, nuestros aciertos y equivocaciones, nuestras constantes idas y vueltas, somos todos nosotros y el lugar de dónde venimos, lo que la vida te quita y lo que la vida te da.