Marina Kapoor es una mujer trans que considera que el empoderamiento es la clave para afrontar cualquier problema. Este camino no ha sido nada fácil. Para afrontar su verdadera identidad tuvo que pasar por el rechazo de su familia, además de sacrificar su trabajo y salud. Marina no se encasilla en nada, no le gustan las etiquetas. Prueba de ello es su multifacética y agitada vida para lograr sus sueños: ser cirujana, cantante, activista y actriz.
Por: Gabriela García
Portada: Archivo personal de Marina. La actriz participando en el Outfest Perú
Marina nunca imaginó que su vida daría una vuelta de 360 grados cuando le dijo a su familia que no quería seguir fingiendo más: desde los 10 años sabía que algo no estaba bien con ella, no se sentía a gusto con su cuerpo de hombre, le gustaban las cosas de mujeres y aspiraba ser como su mamá cuando sea grande. A los 18 años se dio cuenta de quién era realmente y comenzó con el cambio que marcaría su vida en adelante.
La actriz se encuentra afuera de su casa, tiene miedo que su familia vea que está siendo entrevistada. Lo primero que resalta es su cabellera larga y negra, caderas voluptuosas y labios rojos. Siempre regia y arreglada, nunca sencilla, menciona. A Marina no le gusta que le pregunten por su edad, ella tiene veintisiempre. Es muy abierta, siempre dice lo que piensa, no tiene tapujos al momento de hablar de su transición, aunque por momentos la entristezca.
A los 15 años sabía que no le gustaban las mujeres y habló con sus papás al respecto. La respuesta “natural” de ellos fue llevarla al psicólogo para tratar de “arreglarla”. Después de ver a tres doctores su madre no resistió y comenzó a hacerle la guerra. Por su parte su padre le dijo que si él fuera otra persona le habría sacado la mierda, pero que pegándole no iba a impedir que a su hijo le dejara de gustar los hombres, “lo único que te puedo decir es que te cuides y que si vas a hacer tus cosas sea lejos de tu mamá”, recuerda Marina mirando a la nada.
Así inició la transformación de Marina a espaldas de su familia. Primero se hizo crecer el cabello, luego comenzó a depilarse las cejas. Las alteraciones más radicales, y que de alguna manera pusieron en riesgo su vida, vinieron después. Cuando tuvo conocimiento de la existencia de hormonas femeninas no tardó en bombardearse con eso. Normalmente, una persona debe colocarse las hormonas una vez al mes. Marina se las ponía cada semana, quería ver un cambio radical de manera rápida; sin embargo, esto no tuvo mucho éxito. Descubrió la silicona y quedó fascinada, por fin podría tener la figura de mujer que tanto añoraba. Trabajó, juntó dinero y comenzó a ponérsela. “Me habré siliconeado hasta en tres oportunidades”, alude sueltamente, todo esto para lograr lo que durante años había soñado.
Poco a poco su madre terminó teniendo actitudes de desprecio hacia Marina. No la dejaba salir y la insultaba todo el tiempo. La cantante se traba en momentos cuando menciona esto, dice que le hubiese gustado que las cosas fueran distintas pero que no culpa a su madre por ello. Después de muchos años, su mamá comenzó a cambiar, según Marina porque vio toda la lucha, dolor y discriminación que tuvo que afrontar para dejar atrás a Joel Quispe y pasar a ser Marina Kapoor.
Un hecho que marcó el cambio entre la relación madre-hija de Marina fue cuando su progenitora le regaló un polo. Sencillo, talla small, tenía un estampado de gato al frente. Era la primera vez que su mamá le regalaba ropa de mujer, hasta ese momento solo le daban ropa de hombre. A partir de eso la relación mejoró, sobre todo cuando Marina ingresó al concurso de La Voz. “Por momentos mi mamá me dice hija, es un avance abismal”, señala sonriendo la activista trans.
A este punto, Marina considera que su arma más fuerte es el empoderamiento. Llegar a ello no fue nada fácil. Con el apoyo de su madre y su familia se siente invencible, ella considera que este soporte es lo más importante para las personas trans.
He sido víctima de…
Cuando comenzó su transición no tenía el cabello muy largo y recién tenía unas cuantas operaciones en el rostro. Fue entonces que empezó a trabajar en la cadena de pizzerías Papa John’s.
Ahí fue la primera vez que sufrió de discriminación por su condición. Ella cuenta que ganaba de 80 a 90 soles en propinas diario, siempre había sido carismática e intentaba que su trato generara que los clientes le dejaran algo extra. En determinado momento el supervisor le dijo que ya no podía atender en el mostrador y que tenía que irse a contestar los teléfonos porque había recibido quejas, Marina no entendía el porqué de esa decisión tan abrupta. Esperaron un par de meses a que termine su contrato y no la dejaron entrar más al establecimiento. Desde ese momento empezó su calvario: ya no volvió a encontrar trabajo.
En otro momento entro a una dulcería, la gerenta le dijo que la tendrían a prueba. La encargada de Recursos Humanos le manifestó que la contratarían, incluso la propia dueña estaba emocionada porque en esos días habían aumentado las ventas. Al tercer día la señorita de Recursos Humanos vino y le dijo una frase que jamás olvidaría: “no te vamos a poder contratar, no sabemos trabajar con gente como tú. No sabemos cuál va a ser la reacción de la gente y nosotros vivimos del público”. A Marina se le hizo un nudo en la garganta, cogió sus cosas, llegó a su casa y no paró de llorar. Su madre pensó que la habían golpeado o violado, la activista trans no podía ni hablar, solo lloraba. En ese momento se preguntó qué iba a hacer ahora en adelante si para lo único que era buena era atendiendo al público. “¿Tendré que comenzar a prostituirme? ¿a ser estilista?”, pensó mientras secaba sus lágrimas.
Luego de ese episodio, Marina se sumió en una depresión que le duró cuatro meses, no salía, no comía y no se bañaba. En ese momento el apoyo de la comunidad trans la ayudó mucho, la empoderó para salir de ese capítulo de su vida. Ella aduce que el canto y la actuación también fueron su salvación. Ahí comenzó su pasión por las artes.
“No me gustaría morir sin haber dejado un granito de arena”
Enterarse de la existencia de organizaciones LGTIBQ la hizo sentir más empoderada. Marina recalca la importancia de la educación para las personas trans. “En estos lugares descubrí nuestros derechos, deberes y qué procedimientos seguir ante una situación de discriminación, agresión o abuso”, indica la activista trans. Toda clase de abusos son el pan de cada día para esta comunidad. Para Marina las organizaciones LGTIBQ le brindaron las herramientas necesarias a la hora de reclamar algún tipo de hostigamiento o discriminación.
Haber participado en los concursos de La Voz Perú y Los 4 Finalistas, y haber actuado en la película Sin Vagina me Marginan no acabo con las situaciones de discriminación y acoso. Marina menciona con mucha cólera que aún las personas piensan que pueden meterle la mano, tocarla y que no pasará nada. “A las mujeres trans nos sexualizan demasiado, piensan que no tenemos sentimientos y solo nos importa nuestra apariencia, pero no es así”. Hasta el momento Marina ha logrado poner dos denuncias en relación a este tipo de actos; sin embargo, la ley no la ampara.
A pesar de todo, Marina no se bajonea, al contrario, cree que en algún momento este tipo de situaciones no serán parte de su día a día. Ella no bajará jamás la cabeza y nunca más se sentirá avergonzada por ser quien es. Solo quiere una cosa: gritarle al Perú que ¡ella es Marina Kapoor!