Desde el 25 de abril del 2022, la Pontificia Universidad Católica del Perú reabrió sus puertas como parte del retorno seguro para todos sus alumnos matriculados. Sin embargo, salvo quienes tienen clases presenciales de manera esporádica, la mayoría de estudiantes no ha retornado al campus del Fundo Pando y prefiere seguir estudiando desde casa.
Por: Alonso Gente y Gabriela Guillén
Portada: Alonso Gente
Debido a la pandemia, los estudiantes no pisaron la universidad durante dos años; permanecieron aislados, distantes y sin conocerse. Si bien con el uso de las TIC se intentó adaptar la educación a las limitaciones de la emergencia sanitaria, los resultados no han sido similares a los que se obtienen con la educación presencial. Desde que se anunció el retorno seguro, las expectativas de las autoridades y docentes giraron en torno a ver aulas llenas, y a alumnos disfrutando del campus. Sin embargo, estas ilusiones no se cumplieron.
La comodidad de la virtualidad, los problemas económicos, los alumnos que se encuentran fuera de Lima y el aún vigente temor al contagio son algunos de los factores que impiden que la estadía en la universidad se parezca al periodo prepandemia. Ramiro Escobar y Susana Pastor, profesores de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación, comentan esta situación inesperada.
¿Por qué no regresan?
El retorno no es viable para todos, porque el caos vehicular se ha agravado en la ciudad: “Tienes que pensarlo si quieres ir al campus cuando ya lo conoces y te toma una hora en llegar”, explica Pastor. Una encuesta realizada a través de Google Forms, a la que respondieron 50 estudiantes de la universidad, reveló que el 39% toma más de un vehículo para llegar a clases y el 41% se demora de 40 a 60 minutos en llegar.
Ir hasta el campus del Fundo Pando todos los días implica un gasto económico que el 42,9% de los encuestados no está en posibilidades de solventar. Así, el 40% de los que sí van a la PUCP solamente invierten en pasajes entre 3 y 4 soles cada día. La virtualidad representó un ahorro de estos gastos, incluida la alimentación. Los alumnos que se encuentran fuera de Lima, al venir a la capital, también deben considerar el pasaje y alojamiento, precisa Escobar.
Ir a la universidad implica una inversión de dinero y en casa tenemos un fácil acceso a todo, asegura el docente. El escaso flujo estudiantil se debe también a la manera gradual en la que se está dando el retorno, ya que muchos se han acostumbrado a la vida virtual, confiesa. Además, propone un reacomodo en las sedes de la PUCP para que las clases se dicten en locales más cercanos a los hogares de los alumnos.
Otro dato de la encuesta realizada entre los estudiantes precisa que el 51% de ellos acuden a la universidad una vez por semana. El 38,9% asiste principalmente porque tiene clases presenciales, y no para realizar actividades recreativas. Escobar recuerda con alegría eventos como los desfiles de Interfacultades y las ferias de los jueves culturales. Explica que estas actividades resultan atractivas y pueden ser un incentivo para que el alumnado vuelva a disfrutar de los espacios públicos que ofrece la universidad. Susana Pastor afirma que con las medidas de sanidad y aforo en espacios cerrados, la PUCP es un lugar seguro y acogedor.
La universidad antes y después de la pandemia
Durante la semana de exámenes parciales, Silvestre Céspedes, asistente de la Biblioteca Central desde hace 26 años, revela que la vida universitaria ha cambiado mucho en comparación al año 2019. “La biblioteca poseía un aforo completo, los estudiantes no querían regresar a sus casas. Además, en el Complejo de Innovación Académica (CIA) se realizaban amanecidas exclusivamente para las semanas de evaluaciones parciales o finales. Era parte de la vida universitaria”, recuerda.
Según Silvestre, solo ha regresado a la biblioteca la cuarta parte de los estudiantes que antes hacían uso de sus instalaciones. Sin embargo, él se muestra optimista; “si vienen pocos es porque el horario de atención es limitado (hasta las 7:00pm)”. Por eso, espera el momento en que la biblioteca se llene como antes. “Los esperamos y estamos prestos a atenderlos”, culmina.