Peruanos rumbo a Tokio 2020: el desafiante camino de los deportistas hacia los Juegos Olímpicos y Paralímpicos

La llegada de la pandemia dejó en suspenso la realización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Tokio 2020. Decenas de peruanos que aspiraban a participar de dicho evento multideportivo tuvieron que suspender sus actividades, permanecer confinados y esperar a que los entrenamientos pudieran reanudarse pronto. A menos de una semana de la inauguración de los juegos, nuestros clasificados han intensificado sus rutinas para recuperar el ritmo perdido y representar al Perú de la mejor manera.

Por: Nicolás Cisneros y Valeria Vega
Portada: Nicolás Cisneros


Con bandera en mano, Cristhian Pacheco cruzó la meta de la maratón en Lima 2019. Había batido un récord panamericano y, por su medalla de oro, acababa de clasificar directamente a los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de Tokio 2020. En esos momentos, en los que agitaba la ‘blanquirroja’ con emoción y algarabía, no imaginó que en agosto del siguiente año, estaría insistiéndole a un policía que busque su nombre en Google para que lo deje entrenar en el Estadio Coto Coto, Huancayo. Mucho menos esperaba que los Juegos Olímpicos 2020 se suspendieran por el brote mundial de la COVID-19.

Aquel episodio en el Coto Coto fue una de las primeras veces que Cristhian salía a entrenar. Había pasado cinco meses entre ligas y pesas, tratando de no perder del todo su condición física y mantener una rutina dentro de casa. Mientras corría, entre marzo y agosto de 2020, no veía cerros, calles ni graderías, solo las cuatro paredes de la habitación en donde se encontraba su trotadora. A estos atípicos problemas para un atleta, se le sumaba la incertidumbre de saber si el anhelado evento olímpico se cancelaría.

Christian Pacheco ganando la maratón en los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Esto lo clasificó directamente a Tokio 2020. Foto: Andina.

“La postergación de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos fue una situación incómoda, tanto para mí como para los demás deportistas. Estábamos con buen nivel. Un año de pausa es bastante, pueden cambiar mucho las cosas”, detalla Pacheco con una frustración superada.

Los deportistas peruanos clasificados a Tokio 2020 han tenido que pasar meses encerrados y, luego, afrontar un acceso limitado a las instalaciones de sus respectivas disciplinas. En los que va del año, se han preparado de manera intensa buscando recuperar la falta de entrenamiento durante 2020. Esta recta final está a tan solo días de terminar: nuestros representantes ya se encuentran en Tokio a la espera del inicio del máximo evento multideportivo del mundo. 

“Para los atletas es un doble esfuerzo, una cosa es entrenar con tranquilidad en sus respectivos recintos deportivos y otra con la mezcla de frustración e incertidumbre propia de la COVID-19. Apenas salgan del país y lleguen a Tokio, sentirán un alivio y descargarán toda su energía en sus disciplinas. Van a sacar la medalla de su vida, pues sacar una medalla durante la pandemia es para recordarlo más”, vaticina con emoción Cecilia Tait, atleta olímpica que obtuvo la medalla de plata en Seúl 88. 

Pero cada deportista ha tenido su propia historia y sus propios obstáculos que han superado con éxito para dar lo mejor de sí en Japón. En este reportaje, resaltaremos los pasajes más importantes de esa travesía.

El comienzo del camino a Tokio

Al igual que Cristhian, Rodrigo Santillán también supo que estaría en Tokio luego de su performance en Lima 2019. Había obtenido una medalla de bronce en paranatación y su presencia en los Paralímpicos estaba asegurada. “Estaba muy emocionado en ese momento. Comencé a entrenar muy fuerte”, recuerda. Desde agosto de aquel año, Rodrigo se había trazado como meta entregar un desempeño aún mejor en los Juegos Paralímpicos (JJ.PP.) y llegar a lo más alto, pese a que llevaba solo un año compitiendo profesionalmente. 

Rodrigo Santillán durante su participación en el Mundial de Paranatación en Londres.
Foto: Andina.

Rosbil Guillén también formó parte -por un momento- de este grupo de clasificados luego de Lima 2019. La alegría duró poco, pues la organización le retiró su medalla de oro en 5000 metros de paraatletismo porque su guía se apartó de él antes de tiempo. Sin perder las esperanzas, Guillén siguió de pie y enfocado en su objetivo de clasificación a Tokio 2020. 

Gracias a una invitación inesperada al Mundial de Paraatletismo de Dubai 2019, el paraatleta apodado ‘La maravilla’ finalmente logró clasificar: “Con mi cuarto puesto en Dubai ya estaba contento, codeándome con los mejores del mundo. Me sentía satisfecho, pero mi felicidad fue mayor cuando en noviembre me enteré de que ese logro me clasificaba a Tokio”. 

Con la clasificación oficial, Rosbil empezó a trazar el sendero paralímpico por primera vez a sus 28 años. “Hasta los Juegos Parapanamericanos, había entrenado con mis propios recursos sin apoyo del IPD, ni de empresas, ni del periodismo. Era un invisibilizado, no era el favorito, pero me enfoqué en hacer un buen papel. Ahora sí recibo el apoyo del IPD y, recientemente, de Adidas, Dinners Club, y más. Lima 2019 me abrió las puertas. Mi clasificación aún más”.

Rosbil Guillén en Lima 2019. Modalidad 1500 metros planos T11 en el estadio atlético de la Villa Deportiva. Foto: Andina.

El fondista Carlos Sangama, clasificado a paraatletismo, también reconoce que Lima 2019 aportó a la igualdad dentro y fuera del contexto deportivo: “Estos juegos dejaron un legado muy importante. Ha cambiado la mentalidad de la gente, ya no nos ven como ‘los pobrecitos’ ni destacan el concepto de pena que antes tenían sobre nosotros. Se han dado cuenta de que somos capaces y solo necesitábamos la oportunidad para demostrarlo. Con Lima 2019, lo logramos”.

Carlos Sangama, tercer paraatleta en el Team Perú de paraatletismo en Tokio 2020. Foto: portal Atletismo Peruano.

El repentino encierro

Los objetivos trazados por Rodrigo, Rosbill, Carlos y el resto de clasificados a Tokio 2020 encontraron un enorme obstáculo el 15 de marzo de ese año. El brote del coronavirus en el país obligó a abandonar las pistas atléticas, las canchas, las piscinas y todas las instalaciones para que los deportistas cumplan con el confinamiento obligatorio.

La mayoría de los entrevistados recuerda pasajes similares de aquellos cuatro primeros meses de pandemia: los ejercicios de fortalecimiento -tan solo una parte de su rutina habitual- fueron lo único que podían hacer para no perder el ritmo requerido para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. El lugar de entrenamiento se redujo a sus respectivas casas.  

El único caso distinto fue el de Melissa Baldera, paraatleta limeña. Cuando se decretó la cuarentena, ella se encontraba en el Centro de Alto Rendimiento de la Videna. Los primeros meses de pandemia la pasó alojada en aquel albergue deportivo ubicado en San Luis. Su entrenamiento también lo hizo confinada. Pero junto a deportistas y a un preparador físico, se volvió una rutina más organizada. 

Melissa Baldera, paraatleta que competirá en Tokio 2020. Foto: Atletismo Peruano.

Pese a esta ventaja, Melissa no se sentía del todo satisfecha en dicho lugar: “La verdad, me hubiera gustado estar en casa con mi familia”, confiesa. 

Y es que estos primeros meses de cuarentena, pese a frenar el ritmo de entrenamiento de los deportistas, también permitió que algunos de ellos pudieran reencontrarse con sus seres queridos. “Antes de la pandemia, nunca estaba con mi familia ni en Perú. Había pasado dos años fuera y cuando volví a pasar tiempo con ellos en 2020, sentí que los volvía a conocer. Mi familia había cambiado bastante”, relata María Pía van Oordt, deportista olímpica en vela.  

Es tiempo de salir de casa

María Pía sabe que la vela 49er, la modalidad en la que participa, la obliga a siempre estar lejos de casa. Junto a Diana Tudela, su dupla en aquel deporte, ha recorrido distintos continentes. Gran parte de su trayectoria deportiva se ha construido en el extranjero: clasificaron a los Juegos Olímpicos en el Mundial de Vela en Auckland, Nueva Zelanda y, constantemente, han participado en competencias de varios países europeos y asiáticos. 

Con el fin de mantener el ritmo de entrenamiento con miras a Tokio, la dupla tuvo que viajar al extranjero en agosto de 2020. Habían estado unas semanas en Paracas, pero la práctica no estaba completa ahí: podían practicar maniobras en solitario, pero no realizarlas bajo presión, en una competencia. En el país no hay más deportistas dedicados a esta modalidad de vela, por eso viajaron a Portugal y estuvieron hasta mayo de 2021 con algunas idas y vueltas a Perú.

María Pía Van Oordt junto a su dupla Diana Tudela, ambas clasificadas a Tokio 2020. Foto: IPD.

Así como ellas, otros deportistas se vieron obligados a viajar a otra ciudad o país para seguir entrenando con miras a Tokio 2020, tras culminar los primeros meses de completa cuarentena. Rosbill, junto a su compañero paraatleta Carlos Sangama, fueron a un campamento en México por dos meses. Melissa, por su lado, tuvo que desplazarse a Arequipa durante la pandemia para desarrollar una mejor oxigenación al correr. 

Un caso un poco distinto fue el de Jovana de la Cruz. La atleta, que ya había participado en Río 2016, alcanzó la clasificación a Tokio recién en mayo de 2021: “Tal vez suene feo, pero rescatando cosas positivas, la pandemia me trajo tiempo. Si los Juegos Olímpicos hubiesen sido en 2020, definitivamente no hubiera ido,  ya que di a luz meses antes”, admite Jovana.

Los primeros meses de la pandemia coincidieron con la pausa que ella debía hacer por estar cerca al parto. Hubiera tenido que suspender sus entrenamientos y quedarse en su casa de Huancayo. Para la reapertura de las instalaciones deportivas llegó justo a tiempo, cuando estaba preparada para volver a correr. Jovana se preparó en Huánuco para adaptarse mejor al cálido clima de Tokio.

Jovana de la Cruz, maratonista que participó en los Juegos Olímpicos Río 2016. En mayo de este año logró su clasificación a Tokio 2020. Foto: Andina.

Instalaciones con acceso restringido

Los límites de aforo y los protocolos para ingresar a los centros deportivos impedían que los clasificados pudieran entrenar en los horarios frecuentes antes de la pandemia. Jovana, por ejemplo, afirma que los han dividido según horarios. “Eso ha causado que entrenemos solos, que ya no se pueda entrenar en grupo”, especifica la atleta, aceptando que era algo inevitable dada las circunstancias. 

Cristhian Pacheco sí recuerda haber tenido más complicaciones para usar los distintos estadios de Huancayo. El acceso para que pueda entrenar en las pistas atléticas de estos lugares ya existía desde agosto de 2020, según el maratonista panamericano. Pero en la práctica, ciertos procedimientos de ingreso le resultaban engorrosos durante los primeros meses.

“A veces venían los serenos o policías y nos paraban. Nos preguntaban quiénes éramos, por qué estábamos entrenando. Le explicábamos, pero a veces no era suficiente”, considera Cristhian, antes de relatar su episodio en el Estadio Coto Coto. Llevaba más de una hora entrenando en la pista atlética cuando un policía entró y le pidió su DNI. Ese día, Cristhian había olvidado traerlo. Después de un alterado intercambio de palabras, logró convencerlo de que agarre su celular y googlee su nombre. El policía leyó y recién lo dejó entrenar cuando se enteró que estaba conversando con el campeón panamericano de maratón masculino y futuro participante de los Juegos Olímpicos. Así finalizó el más problemático de sus entrenamientos de 2020. Cristhian los recuerda con disgusto. 

Rodrigo Santillán, el paranadador, también pudo retomar sus entrenamientos en 2021. Empezar a nadar de nuevo le chocó. Había perdido la costumbre. Pero ahora entrena de lunes a sábado por las mañanas con miras a los Juegos Paralímpicos que ya se acercan.

A puertas de los Juegos: historial y expectativas

Desde la primera edición de Juegos Olímpicos modernos en Atenas (1896), la delegación peruana ha participado en diecinueve ediciones. Asimismo, en los Juegos Paralímpicos, desde el primer evento oficial en Roma (1960), son ocho las veces en las que el Perú ha competido.

La entusiasta participación de cada cuatro años, el medallero de juegos olímpicos. y juegos panamericanos recoge los siguientes datos:

Medallero de Perú en los Juegos Olímpicos. Foto: Valeria Vega.

“Estamos enfocados, con muchas ganas de traer una medalla a Perú. Mi competencia dura es con dos japoneses, un ruso y un keniano. Todo puede pasar en la competencia, la idea es hacer un buen papel, para eso trabajamos duro día a día”Rosbil Guillén, para atleta clasificado.

“La competencia fuerte está con Colombia y Brasil, pero voy a dar todo de mí para cumplir un buen desempeño. Toma tiempo, pero con ganas y sacrificio lo podré lograr”Melissa Baldera, paraatleta clasificada.

“Estamos mejor entrenados que en los Juegos Panamericanos. Allá en los Juegos Olímpicos hay muchas sorpresas que se pueden dar. Personalmente tengo que llegar al 100% y ver cómo suceden las cosas”. Christian Pacheco, atleta clasificado.

“Somos conscientes de que nuestra competencia nos lleva más años de entrenamiento y que somos las menores, pero eso no nos intimida. Queremos darlo todo y competir con ellas de codo a codo. Regresar a tierra y saber que mejor no lo pudimos hacer”María Pía Van Oordt, velista clasificada.

“Estamos en muy buen estado físico, hacemos un poco de base porque sabemos que en Tokio, para esas fechas, hay temperaturas muy altas, así que ya nos vamos aclimatando. Toca mentalizarse para dar lo mejor de nosotros”Carlos Sangama, paraatleta clasificado.

“Siempre vamos con la intención de mejorar. Me gustaría mejorar mi marca o tener una buena ubicación como latina. Si logro alguno de los dos objetivos, ya se estaría cumpliendo el objetivo trazado con el entrenador. Me siento madura y preparada para dar un mejor resultado”Jovana de la Cruz, atleta clasificada.

“Tokio será el inicio de mi carrera y daremos el mejor papel posible. Llegaré entre los ocho mejores del mundo”. Rodrigo Santillán, para nadador clasificado.

Memorias olímpicas y un escenario que se puede repetir

Seúl, 29 de septiembre de 1988 

Era la madrugada en Perú, detalle que no fue -en lo absoluto- limitación para que todo el país se levantara, encienda su televisión o radio para sintonizar los Juegos Olímpicos con la inesperada final de voleibol entre Perú y la entonces Unión Soviética.

Recibimiento y celebración en el Estadio Nacional de Lima en 1988. Foto: EuroSport.

“Perdimos por un punto, hasta el día de hoy lo recuerdo. En ese momento, la tristeza fue tal que no te lo podría describir. Tenía un nudo en la garganta contenido por el ‘no llores, no se va a ver bien en la ceremonia’ y debí llorar por dentro, lo que fue peor. Encima, como era la capitana, tuve que ir a la conferencia de prensa con nuestro entrenador Man Bok Park. Verlo tan triste de haber perdido en su país, me partía el alma. Además, frente a los periodistas de todo el mundo, éramos el país “raro” y el equipo “exótico” que había llegado a la final. Los favoritos eran EE.UU. o China, como siempre. Preguntaban dónde quedaba nuestro país y demás temas que en ese momento no podía entender. No aguanté más, me paré y me fui”. relata Cecilia Tait, ex voleibolista y quien fue capitana de aquel histórico equipo blanquirrojo y además, galardonada con el título de ‘Jugadora Olímpica’ del torneo.

A 16,000 kilómetros de distancia, durante la década de los ochentas, el Perú estaba en una crisis económica, política y social. Pese a la sensación de Tait en la conferencia, la medalla de plata del combinado peruano en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 fue el único hecho que pudo unir a los peruanos, una vez más, en alegría, gozo y, sobre todo, orgullo. Sentimientos que hacía mucho no experimentaban. 

“El día que volvimos (de Corea al Perú) fue maravilloso, imposible de olvidar esa experiencia. Regresamos siendo el ‘equipo revelación’. Había un mar de gente desde el aeropuerto hasta el Estadio Nacional, fue impresionante. Todos gritaban ‘¡Perú, Perú, Perú!’ Solo podría comparar tal multitud con la llegada de Juan Pablo II”, expresa Tait con orgullo, al haber sido una de las protagonistas del medallero. “La población, quien también gritó y vivió los nervios del punto a punto de la final, en pleno alborozo, no distinguió el componente de las medallas, sea oro, plata o cobre, sino que celebró cada gota de sudor dejada en el campo”.

Cecilia Tait junto a la delegación de vóley de Perú, quienes ganaron la
medalla de plata en Seúl 1988. Foto: Cecilia Tait.

“Participar en los Juegos Olímpicos y ser parte de un gran equipo me ha dado alegrías hasta ahora. El reconocimiento que tengo, incluso hasta el día de hoy, hace que no le pida nada más a la vida. Si vuelvo a nacer, elegiría al voleibol peruano nuevamente. He marcado a las antiguas generaciones e incluso a las más jóvenes”, finaliza la ‘Zurda de Oro’ con la emoción propia de recordar que fue partícipe de un momento histórico y que el país entero necesitaba.

Tait y Margarita Rivera, periodista y directora de Elpoli.pe, abren la posibilidad de que, este año, vivamos una experiencia similar con base en la emoción y orgullo por nuestros representantes.

Rivera revela las oportunidades que tiene la delegación nacional actual: “Lo que significa una medalla en Juegos Olímpicos y Paralímpicos es inexplicable, como lo que sucedió en Seúl 1988. Si bien fue un deporte colectivo (vóley), ahora tenemos más clasificados en disciplinas individuales. Solo basta una medalla para demostrar que el deporte es un generador de alegrías, conecta emocional y sentimentalmente con la gente, y, por supuesto, ayudará a manejar la situación de polarización crítica que estamos viviendo como país”. 

Con la misma emoción, los deportistas y paradeportistas de esta generación esperan con ansias llegar al podio de sus respectivas disciplinas y traer alegría al país. Un país sumido en una crisis sanitaria y política. Una población que necesita sentir la dicha del triunfo de la representación nacional en las afueras del país. “Esta es mi forma de aportar y representar al país de la mejor forma que puedo, no a la dicotomía que solo trae problemas, sino a los peruanos que se esfuerzan”, considera la velista María Pia Van Oordt.