Pintor Lautaro Arrau: “Yo era menos que una persona, era un animal que estaba encerrado en una jaula”

Hijo de la actriz de teatro Haydeé Orihuela y el dramaturgo chileno Sergio Arrau, el pintor Lautaro Arrau fue diagnosticado de esquizofrenia paranoide a los 21 años. Él es un sobreviviente de la generación de pacientes que recibieron electroshocks y fármacos que hoy están prohibidos por sus efectos secundarios. Ahora, a los 61 años, comparte su testimonio. 

Por: Johara García
Portada: Archivo personal


Había quedado con Lautaro a las 5 p.m. Llegué una hora antes. Lo llamé para decirle que estaba cerca y preguntar si podíamos adelantar la entrevista. Con voz somnolienta aceptó. Lautaro acaba de despertar de su siesta de la tarde. Vive solo en un cuarto de una quinta en Chorrillos donde también pinta.  Su hogar: dos mesitas, un librero, una cama y una silla. Hace 25 años que no ve a su familia.  Sus hijos tenían 4 y 6 años la última vez que estuvieron con él. Con su hijo menor se comunica por correo electrónico, a través de un amigo, pues Lautaro no maneja internet. Con el mayor no tiene mayor comunicación.

Cuarto del pintor Lautaro Arrau que utiliza como estudio de pintura. Foto: Archivo personal de Johara García.

Haldol y Diazepam

“En el año 81 todavía era normal. Se muere mi mamá de cáncer en diciembre.  De ahí se me vino todo encima. Empecé a consumir todo tipo de drogas como: marihuana, coca, mixtos, marihuana con pastel, pastillas romilar y ácidos. Nunca más pude levantarme. En el 83 mi enfermedad se agudizó de tal modo que me salí de la realidad. Con la pequeña herencia que me dejó mi mamá me compré una moto y con ella rondaba por las calles solo, perdido. Recuerdo ver al sol por horas y pensar que era él era el intihuatana. Le gritaba”, recuerda Lautaro.

Lautaro andaba por la calle sin zapatos y vestía solamente el pantalón. Así lo encontraron.  Lo internaron de emergencia en una clínica de San Isidro y con 21 años le diagnosticaron esquizofrenia paranoide. El psiquiatra le dijo que no iba a mejorar en muchos años. Lo siguiente fue el psiquiátrico Víctor Larco Herrera. Lo internaron en el pabellón 20 en una habitación resguardada por rejas que tenía que compartir con ocho personas más.

El psiquiatra que lo atendía le inyectaba Haldol todos los días (antipsicótico cuya medicación presenta efectos colaterales como temblor, parkinsonismo y disfunción sexual). En pacientes psiquiátricos incluso se han reportado casos de muerte súbita.   Dentro de los medicamentos que a Lautaro le recetaron también estaban: Telazine, Temerit, Largactil, Artane y Diazepam. Durante 20 años tomó 16 pastillas diarias. Hoy solo toma una pastilla de Olanzapina de 10 mg cada noche y se mantiene estable.

“El estado alterado en el que me encontraba era producto de la medicación. No era por la enfermedad. Yo temblaba como un perro chino pues tenía un miedo constante. Era maníaco depresivo. Esos eran efectos colaterales de las medicinas. Muchos de los fármacos que yo tomaba fueron prohibidos por la Organización Mundial de la Salud por causar deterioro irreversible en las neuronas. Me recetaron Rohypnol para dormir y hoy su venta está prohibida en EE.UU.”, cuenta Lautaro.

Lautaro tuvo suerte al no recibir electroshock que era una práctica común en los años ochenta. También era cotidiano que la comida en el psiquiátrico se sirviera en pailas y se colocara en muros de cemento en la que los internos comían parados. La puerta de la habitación con rejas solo se abría para bañarlos en la ducha.

“Una psiquiatra una vez me dijo que, desde el momento que estaba ahí, no era nadie. Con eso me dijo todo, me mató. Me quitó todo el amor propio que yo podía tener, toda la autoestima. Yo era menos que una persona. Era un animal que estaba encerrado en una jaula”, recuerda el pintor.

¿Cuál ha sido su paso por los hospitales psiquiátricos?

En el 83 me internaron en la clínica de San Isidro y luego en el Larco Herrera. Entre recaídas en el año 97 fue mi último internamiento ahí. La última crisis que tuve fue en el 2006 y me llevaron al hospital Noguchi. Durante todo ese tiempo llevaba una vida bohemia. Me levantaba a las cuatro de la tarde para ver a mis amigos, salir a lugares y drogarme. Regresaba a casa a las seis de la mañana. Yo llevaba esa vida porque tomaba los medicamentos, pero sabía que no iba a mejorar. Los psiquiatras se contradecían entre ellos. Cada mes me cambiaba de psiquiatra y cada uno me recetaba un medicamento diferente. Tuve muchos periodos de crisis, tantos que perdí la cuenta. Me di cuenta de que los que estaban mal eran ellos. Inventaron la olanzapina y nunca más tuve una crisis.

Olanzapina: antipsicótico utilizado por el pintor para tratar su esquizofrenia. Fotografía tomada en el cuarto del pintor. Archivo personal de Johara García.

¿Cree que de algún modo el consumo de drogas influenció en los episodios de psicosis ? 

No sé qué decirle. Yo tengo amigos que van al psiquiatra y consumen marihuana hasta ahora. Si no hubieran consumido marihuana, estarían tan deprimidos que hubieran llevado una vida más torturada. No sé hasta qué punto puede afectar  porque el trastorno es genético. 

¿Cómo es estar medicado? ¿ Los fármacos afectaron  su vida cotidiana?

Yo antes del diagnóstico era un joven despreocupado que fumaba marihuana y corría tabla en la Costa Verde. Dejé de correr tabla porque con los medicamentos que me dieron, en esa época, hicieron que perdiera el equilibrio. Después de estar internado un año  en el Larco Herrera me dan de alta, entonces cojo la tabla y voy a  la Costa Verde. Al remar y querer pararme había perdido todo el sentido del equilibrio. No podía pararme. Fue duro.

No me importaba no tener dinero, lo que yo quería era pintar puestas de sol en Pacasmayo,  tener una cabaña y correr olas. Ese era  mi sueño a los 20 años. Mi mamá quería que yo estudiara fuera y me puso a estudiar alemán, pero yo quería quedarme en el Perú. Aquí hay  muy buenas playas para correr olas, mejores que en otras partes del mundo. Al final  mi mamá se murió y yo me volví esquizofrénico. 

F20: esquizofrenia paranoide

Lautaro se casó en 1990. En el 93 nace su primer hijo. Y en el  97 con dos hijos   vuelve a tener una crisis y lo internan de nuevo. La situación en su casa era insostenible. Cuando le dan de alta su esposa lo lleva a un centro de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos. 

“Yo no era alcohólico o un drogadicto. Yo era F20. Me hacían trabajar como los drogadictos. Eran trabajos a la fuerza. Me hacían llevar comida a los chanchos”, dice Lautaro. 

Se escapó del centro de rehabilitación y se fue a vivir con un amigo a Barranco. Tres semanas después su esposa lo encuentra y se lo lleva a casa.  Cansada, al año siguiente lo abandona y se va a España junto a sus dos hijos. Ella le dijo que él los alcanzaría dentro de dos años. No los volvió a ver. La mujer pudo establecerse económicamente allá y por un par de años  le envió 180 dólares mensuales para ayudarlo. 

Carnet de Discapacidad del pintor Lautaro Arrau. Foto: Archivo personal de Johara García.

Sin embargo, Lautaro nunca dejó de pintar. En el 2017 el curador de arte Jorge Villacorta supo que buena parte de la obra de Lautaro había sido reunida en el museo de Iván Vildoso y fue a verla. El curador decidió montar una exposición con el trabajo de Lautaro. Es así como en el 2018 el pintor realiza su primera muestra individual: “F-20: solitario como un esquizofrénico”.

Las pinturas de la exposición tratan sobre su vida, su enfermedad y su proceso de sanación y destacan los colores brillantes. En esa oportunidad Lautaro había sido entrevistado muchas veces y hasta salió en los periódicos.  En febrero de este año pudo realizar su segunda exposición “Hasta que la muerte nos separe”. Este se trató de una serie de pinturas y fotografías con temática de la vida cotidiana y las relaciones humanas. Ambas exposiciones se realizaron en el Centro Cultural Ricardo Palma.

“Yo hice una muestra el 14 de febrero y fue una cosa decadente. Lo hice para decir que todavía existo. No tuvo efecto mediático como la primera. Me dijeron que la muestra estuvo bien, pero yo la sentí un poco frívola. Exalté a una mujer de 23 años con un viejo verde. No era como lo que tenía planeado antes de la pandemia”, dice Lautaro.

Lautaro había preparado una exposición para el 15 de abril del 2020 en el Museo Larco cuando ocurrió la pandemia. En la muestra estarían más de 70 pinturas de él. Estaba entusiasmado pues había sido convocado para ser parte del programa de Art Lima. Junto al crítico de arte y curador Jorge Villacorta, lo tenían todo programado desde diciembre del 2019. Todo eso se perdió. No se ha vuelto a retomar la iniciativa. Hoy las pinturas están en la colección privada de Iván Vildoso.

“Ahora que no tengo ingresos económicos, mi amigo Miguel Cordero me ayuda. Me envía 450 soles al mes y mi amigo Iván Vildoso me compra cuadros. Yo vivo gracias a la ayuda que me proporcionan ellos dos”, revela el pintor.

Lautaro cuenta que con lo que pensaba ganar en la muestra de Art Lima pensaba ir a ver a sus hijos. Ya son las 7 de la noche y Lautaro sentado sobre su cama me dice: “Todo estaba planificado y todo se frustró. Yo ya perdí la oportunidad de volver a ver a mis hijos. Cada año que pasa lo veo más difícil. Si obtengo el dinero de acá a 5 años ¿podré resistir el viaje con la salud mental que tengo?”


Recientemente el artista ha estado pintando algunos cuadros y piensa ofrecerlos por Facebook. Tiene cuadros desde los 50 soles, pero también trabaja por encargo. Para más información pueden comunicarse con él a través de su página personal de Facebook:  LAUTARO ARRAU.

Fotos de la exposición “Hasta que la muerte nos separe” en la Sala 770 de Miraflores. Foto: Página web de la Municipalidad de Miraflores.
Foto: Página web de la Municipalidad de Miraflores.
Foto: Página web de la Municipalidad de Miraflores.
Foto: Blog de la Agenda Cultural de Lima.
Foto: Blog de la Agenda Cultural de Lima.
Fotos de la exposición “F-20, solitario como un esquizofrénico” realizado en el Centro Cultural Ricardo Palma. Foto: Página web del canal de televisión pública IPE.
Foto: Página web de la Agenda Cultural de Lima.
Foto: Página web de la Agenda Cultural de Lima.
Foto: Facebook de Salas Larco 770 del Centro Cultural Ricardo Palma (Municipalidad de Miraflores).
Foto: Facebook de Salas Larco 770 del Centro Cultural Ricardo Palma (Municipalidad de Miraflores).
Foto: Facebook de Salas Larco 770 del Centro Cultural Ricardo Palma (Municipalidad de Miraflores).