¡Donde se hace deporte, ahí está Ovación!

Fue un maestro del periodismo deportivo. Destacó en los tres formatos: radio, televisión y prensa. Es recordado por fundar la revista Ovación y el programa televisivo Gigante Deportivo. También fue pionero en unir el periodismo con los negocios y hacerlo rentable. Murió en 1988 y desde entonces nadie ha podido reeditar sus éxitos.

Por: Juan Gargurevich


“Alfonso ‘Pocho’ Rospigliosi es la cabeza de un aparato periodístico del deporte que, contando con más de 60 personas, se expande a través de la prensa diaria en las páginas de El Comercio; en la televisión con Gigante Deportivo, cuatro horas cada sábado y domingo por Canal 5; los programas radiales Ovación en radio El Sol y la única revista deportiva, del mismo nombre…”. Así lo describió la hoy desaparecida revista Debate en la más extensa entrevista que conocemos de este popular periodista y comentarista deportivo.

La larga trayectoria de ‘Pocho’ inició en el vespertino La Tercera de La Crónica, gracias a la confianza extendida por Pedro Morales Blondet, nuevo jefe de redacción del diario, que intentaba renovar la plana de redactores. Morales planteó varios cambios. Por ejemplo, dos ediciones más: La Segunda para provincias y La Tercera para Lima. En la sección deportiva de esta última contrató a Rospigliosi, quien destacaba por su hiperactividad y facilidad para hacer amigos y formar equipo. ‘Pocho’ tenía experiencia porque colaboraba en la revista El Deporte y encajó muy bien en el proyecto.

No le faltaba audacia al novato ‘Pocho’. Se cuenta que en 1949, cuando tenía veinte años, cogió un vuelo en la línea aérea Panagra para ir a Río, a ver el sudamericano de fútbol. No estaba autorizado a viajar, pero comenzó a enviar material y La Crónica decidió publicarlo… y también perdonarlo.

Cuando se inició en prensa, ‘Pocho’ era un delgado deportista pero pronto su afición a la buena mesa lo convirtió en un gordito de dientes de conejo que hacía amigos en todas partes. Eso sí, no fumaba ni bebía, un hábito extraño para la bohemia periodística de esos años.

La competencia de La Tercera era el vespertino Última Hora que tenía una excelente plana de redactores deportivos encabezados por Guillermo ‘Cuatacho’ Cortez Núñez. Era una época en la que los periodistas se disputaban las primicias y las empresas invertían en los viajes de los redactores y reporteros gráficos para la cobertura de grandes eventos, especialmente de fútbol. Así Rospigliosi se convertiría en un viajero incansable.

Hizo amistades claves y probablemente fue influenciado por el periodismo deportivo argentino que tenía un desarrollo mucho mayor que el peruano. Algunas de las fórmulas que utilizaría en su futuro programa de radio las traería de Buenos Aires. Allí logró una estrecha amistad con el controvertido empresario argentino Samuel Ratinoff, quien organizaba campeonatos y representaba a equipos y futbolistas famosos, como al Santos de Brasil y a su estrella Pelé. Un periodista que también debió marcarlo fue el uruguayo radicado en Argentina Ricardo Lorenzo, quien firmaba sus crónicas como ‘Borocotó’ en la revista El Gráfico -que publicaba La Prensa en Lima-.

“Donde está el deporte está Ovación”

El siguiente paso fue la fundación del programa radial Ovación, que le daría satisfacciones y ganancias. Dejaremos que él mismo cuente su ingreso a la radio y las razones de su éxito:

“Gastón Guido, el gerente de Radio El Sol, le contó a ‘Pichirro’ Drago (basquetbolista, hermano del conocido futbolista Tito Drago) que ese día había terminado el contrato del que hacía deportes. Este me dijo: ‘¿Por qué no vamos?’ ‘No, le dije, qué voy a hacer en radio si ya estoy loco con el periódico’. Pero insistió tanto que fuimos. Era el 14 de junio de 1964 y, al día siguiente, arrancaríamos a la misma hora del programa anterior. Me dijeron ‘justo lo que tú te sientas y escribes en una máquina, te sientas y lo hablas por la radio’.

Antes de ‘Ovación’, en los programas de radio leían por las noches lo que los periódicos publicaban en el día. En cambio nosotros empezamos a decir lo que la gente no había leído en ningún lado. Jugaba a las seis de la tarde Huracán en Argentina y ganaba dos a uno, gol de Loayza. A las siete de la noche, hora peruana, dábamos el gol que recién saldría al día siguiente en los periódicos. Eso es lo que le gusta a la gente: saber algo de lo que no estaba enterada”.

Ovación fue quizá el último gran programa deportivo de la radio peruana pues logró atrapar restos de la enorme masa de oyentes que se estaba trasladando a la televisión. Rospigliosi se instaló en la radio con comodidad. Ya había comentado deportes en su programa Sinopsis del Deporte de radio Excelsior, en Ovación de Radio Continente y también colaboraba con Óscar Artacho, uno de los grandes de la locución deportiva, haciéndole “cancha”, es decir, de locutor auxiliar al borde del campo.

Comenzaron entonces en radio El Sol a las siete de la noche y luego extendieron el programa hasta Los domingos de Ovación que aprovechaba para alternar deporte y música. Empezaban con El Show de Coca Cola con conciertos en vivo, y también con Tres en Ovación, donde pasaban tres versiones distintas de una canción para que los oyentes comparasen. Y luego Charlas de café donde conversaba con los famosos del medio como Chabuca Granda o Pelé.

¿Qué pasóqué pisó…?

Rospigliosi fue quizá el primero en el Perú en ensamblar el periodismo con los negocios. ‘Pocho’ quebró el antiguo acuerdo ético no escrito que estipulaba que la información y la publicidad podían ir juntas pero no revueltas.

Cuando contrataba la transmisión de partidos, vendía al mejor postor los goles (¡Gol Barrington!), penales, tiros libres, laterales (¡Lateral Philips!). Todo tenía nombre del auspiciador de turno, hasta los tropezones de los jugadores. Cuando alguno rodaba por la cancha, el relator preguntaba “¿Qué pasó, qué pisó?” y el locutor respondía “¡Pisó pisos Pisopak!”. Cuando había un tiro libre y la barrera se acomodaba, el avisero lanzaba “Cómo acomoda… Comodoy”. Cuando consiguió avisos de una empresa urbanizadora inventó la pregunta “¿Adónde habrá ido Titín?… ¡a la Urbanización San Agustín!”

Involucraba también a los deportistas más conocidos en sus comerciales. Al terminar una entrevista siempre les preguntaba: “¿Y cuál es la pila?” y el deportista debía contestar resignadamente: “Rayovac es la pila”. En los sesenta, ‘Pocho’ era el rey indiscutido del periodismo deportivo.

La conquista de la televisión

Rospigliosi alcanzó la cumbre de su influencia cuando fundó en 1980 el programa Gigante Deportivo, que se transmitía sábados y domingos de 11 de la mañana a 4 de la tarde en Panamericana. Era el tiempo en el que se abría nuevas posibilidades para la televisión con la llegada oficial del color.

‘Pocho’ trasladó al set de TV el estilo que hacía sentir a sus oyentes. Por ejemplo, mostraba los souvenirs que traía de sus viajes, hablaba de sus discos, de su familia y hasta de las empanadas que encargaba a la popular cafetería Berisso (“Ya vienen las empanadas”) y las repartía a su personal cuando ya apretaba el hambre cerca de las dos o tres de la tarde. Gigante Deportivo se mantuvo en el aire por seis años hasta mayo de 1986.

Rospigliosi había aprendido a negociar costos, auspicios, trataba con empresarios avezados -como el citado Ratinoff- y también participaba en negociaciones de promoción de eventos deportivos, desde box hasta cuadrangulares de fútbol.

Algunas veces se ha tocado críticamente el lado comercial de Rospigliosi. En sus memorias inéditas, el reportero Littman ‘Gallito’ Gallo se refirió al respecto.

“En la semana previa a un clásico o un partido internacional, ‘Pocho’ calentaba el ambiente promoviendo duelos personales, destacando figuras, generando expectativas, dando datos especiales de los últimos entrenamientos. Y así, el día del partido el estadio reventaba de gente. La inolvidable despedida de ‘Lolo’ Fernández en un clásico ganándole 4-2 al Alianza en 1953, con las tribunas colmadas de espectadores, fue posible gracias a una campaña de ‘Pocho’ desde La Tercera, en la que pidió la inclusión de ‘Lolo’ entre los titulares cremas porque venía haciendo goles en las prácticas. ¿Es válido hacer eso en prensa?

Yo pienso que sí, pero me apena que mucha gente, sobre todo en las nuevas generaciones, no lo entienda. Y que a partir de esa incomprensión nos hayan tachado de mermeleros a algunos periodistas de la vieja guardia, como si hubiéramos vendido nuestras opiniones”.

Mil historias para contar

En tantos años de trayectoria, Rospigliosi acumuló historias como pocos. Quizá la más famosa sea aquella de “Ya vienen los goles de Cubillas”, que nació al día siguiente de la inauguración de Gigante Deportivo.

Los Strikers de Florida habían goleado al famoso Cosmos de Pelé por 4 a 1 con tres goles de Teófilo Cubillas. El partido no fue transmitido por televisión, pero no importaba, los aficionados querían ver los goles de Cubillas. Para cumplir con su viejo slogan “Esto es lo que le gusta a la gente”, ‘Pocho’ aguardaba con creciente nerviosismo la llegada del video desde Miami, que traería el propio jugador.

Cuando el futbolista dejó el casette en Panamericana, ‘Pocho’ inició su programa anunciando: “¡Después de los comerciales…vienen los goles de Cubillas!”, mientras reclamaba a los técnicos la edición de los goles. Pero el formato americano era diferente y se requería un aparato que adaptara la grabación.

Fueron casi tres horas de angustia y hasta ataque de nervios en las que el gordo conductor resoplaba, sudaba e insistía: “¡Ya vienen los goles de Cubillas!”, mientras los técnicos se desesperaban por la solución hasta que la encontraron. Casi al final, ‘Pocho’ pudo anunciar triunfante: “¡Ahora sí, aquí están los goles de Cubillas!”

Ese programa tuvo tanto rating que la frase quedó para la historia del periodismo deportivo y esos famosos goles fueron repetidos por años.

A la par de su trabajo en radio o televisión, ‘Pocho’ estaba a cargo siempre de la sección deportiva de algún diario. Luego de La Tercera, pasó en 1976 al Nuevo Extra. Cuando los diarios expropiados por Velazco fueron devueltos a sus antiguos dueños en 1980, pasó a El Comercio sin recibir reproche alguno por su colaboración en la prensa velasquista porque, después de todo, el deporte estaba al margen de la política, insistía.

Cuando falleció súbitamente en octubre de 1988, varios periódicos le dedicaron sentidas notas de homenaje y revelaron rasgos de su personalidad y capacidad de trabajo. Por ejemplo, que su día se iniciaba a las cinco de la mañana en el hipódromo porque era aficionado a la hípica y poseía varios caballos: ‘Rey Pelé’, ‘Olimpiadas’, ‘Don Perico’, ‘Chumpi’, pero su favorito había sido uno de mal aspecto que nunca ganó una carrera y al que bautizó como ‘Líotraslío’, su viejo seudónimo. Daba indicaciones a entrenadores y jockeys y luego se marchaba a la redacción del diario. Se reunía con sus redactores, almorzaba con algunos dirigentes o visitantes y más tarde recorría tiendas de discos. Su día terminaba casi a la medianoche.

Su hiperactividad asociada a su obesidad le pasó finalmente la cuenta. Primero con una operación al corazón de varios bypass y luego el derrame cerebral que lo fulminó.

Sus herederos, incluyendo su hijo Micky, a quien introdujo muy temprano en el periodismo deportivo, no pudieron reeditar sus éxitos.

La nueva generación lo recuerda poco pero ha quedado aquella frase: “Esto es lo que le gusta a la gente”, que ha sido recogida como modelo empresarial de lo que debe ser la razón de un programa de radio o televisión. Por supuesto, él no la inventó, fueron los empresarios que abandonaron el trabajo de elaborar una programación y se dejaron llevar por la exigencia de los sectores populares que se convertirían en decisivos para el rating. Sin embargo, para cumplir con el paradigma se requiere el don de sintonizar con los deseos populares de entretenimiento. Y hay que reconocer que ‘Pocho’ tenía esa rara virtud, mezcla de experiencia, intuición y puntería certera para los negocios.