La Casa Cultural “Haciendo Pueblo”, ubicada en el distrito de Comas, lleva 33 años realizando distintos tipos de talleres culturales, entre los que destacan el taller de actuación, oratoria, danza y artes plásticas. La asociación es dirigida por Adrián y Bruno Luera, dos jóvenes que velan por la promoción de la cultura peruana a través de las artes, ofreciendo a los vecinos comeños la oportunidad de desarrollar su creatividad, y de fortalecer los lazos que nos unen como país.
Por: Dayer Chávez
Portada: Facebook de A.C. Haciendo Pueblo Teatro Comas
El campo artístico es uno de los principales frentes desde los cuales surgen iniciativas que fortalecen y difunden la cultura peruana. Tal es el caso de la Asociación Cultural “Haciendo Pueblo”, del distrito de Comas. Así lo señalan en su página web:
“En sus más de 20 años se ha logrado fusionar diversas técnicas teatrales cogiendo elementos que forman parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo, logrando realizar espectáculos de buen nivel estético sin descuidar el contenido, recogido de nuestro entorno social y tratando de combatir la indiferencia del público respecto de nuestros problemas socioculturales”.
Las historias que han ido dando forma a esta agrupación la definen como un espacio comunitario en el que las costumbres populares urbanas se mezclan con las tradiciones culturales andinas y amazónicas de nuestro país, expresándolas a través de obras de teatro, presentaciones de danzas, festivales o pasacalles. La pandemia tampoco fue un obstáculo para la creatividad, ingenio y voluntad de quienes conforman “Haciendo Pueblo”, que supieron adaptarse a las circunstancias para seguir compartiendo arte y cultura con su público.
Hoy conversamos con Adrián Luera, de 21 años, quien, junto a su hermano Bruno, dirige actualmente este proyecto artístico. Lo fundó su padre, Iván Luera, actor y profesor de teatro egresado de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD), hace 33 años.
Adrián, ¿Cómo surge el proyecto “Haciendo Pueblo”?
Antes de formar la Casa Cultural, se había creado Haciendo Pueblo como una organización. Surge como una iniciativa alrededor de los años ochenta, en la parroquia “Nuestra Señora de La Paz”, ubicada en el barrio de El Parral, en Comas. Ahí, un grupo de adolescentes crearon espacios de formación artística como teatro, danza y música. ¿Qué pasa luego? En aras de buscar otros espacios y oportunidades, el grupo decide desligarse de la parroquia, y se crea así la Casa Cultural Haciendo Pueblo, que se ubica, prácticamente, en donde yo vivo. Mi papá era uno de los chicos fundadores de la asociación, y así llegan a nuestra casa, a ocupar el tercer piso, formando la Casa Cultural.
Entonces, ¿tu padre dona esta parte de su propiedad con el fin de establecer un local para la organización?
Claro, lo hizo con el propósito de tener un espacio propio, ya sea para realizar ensayos, funciones, talleres o como almacén. A veces elaboraban vestuarios, máscaras y la escenografía para las obras, y necesitaban un lugar en donde guardarlos. O sea, se le puede considerar un centro logístico.
En los años que lleva activo “Haciendo Pueblo”, ¿qué principios reconocerías como pilares del proyecto?
Yo resaltaría el trabajo comunitario, y también el reforzamiento de la identidad local. Nosotros nos enfocamos, sobre todo, en trabajar con los vecinos de la zona, ya sea de El Parral, o de barrios cercanos, como Santa Luzmila. También buscamos afianzar la identidad nacional, nosotros trabajamos en el distrito de Comas, y todos nuestros trabajos los buscamos ligar a ese sentir de ser comeño, de ser parte de una comunidad. Incluso, varios de nuestros participantes son, en su mayoría, hijos o descendientes de migrantes, así que también vamos por esa rama de recoger tradiciones tanto andinas como amazónicas, y trabajar con ello. El espacio aquí es rico en cuanto a costumbres. Tú puedes tener a tu vecino de Iquitos, como puedes tener a otro de Ayacucho, y cada uno muestra sus culturas y formas de relacionarse.
Presumo que el proyecto también representa cierto costo económico, referido a la compra de materiales, vestimentas, implementos técnicos. ¿Cuál ha sido, a lo largo de estos años, la forma en la que el proyecto se ha solventado para cubrir estas necesidades?
En un principio, cuando recién se iniciaba con el proyecto, se realizaban actividades, como talleres, que contaban con un costo de por medio, y eso ayudaba a solventar algunos gastos. Luego hubo una formalización de quienes dirigían la organización. Por ejemplo, mi padre se logró instruir en Formación Artística en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático. Lo mismo ocurrió con mi tía, Maritza Luera, quien también es miembro fundador de “Haciendo Pueblo”, entre otros compañeros que se fueron especializando. Todo esto con el fin de poder formalizar la asociación, y poder acceder a fondos estatales, con el objetivo de financiar los proyectos, festivales, funciones y talleres.
En ese caso, ¿el apoyo del Estado es la principal fuente que permite la solvencia del proyecto?
Hemos buscado el apoyo tanto del Estado, como también de entes privados que deseen sumarse a la iniciativa, o que quieran trabajar con Haciendo Pueblo.
Con la llegada de la pandemia, de qué manera se tuvo que adaptar el proyecto a esta nueva normalidad, ¿Cesaron con sus actividades o, por el contrario, encontraron nuevas herramientas de las cuales valerse para poder continuar con los talleres y ensayos?
De hecho, sí, nos afectó bastante. Teníamos proyectadas bastantes actividades que ya no pudimos realizar. Nosotros tenemos un festival a fines de marzo, por el Día Mundial del Teatro, que llevamos a cabo en Comas, en el Parque de las Guitarras, que es un espacio cercano a la Casa Cultural, y por obvias razones, no pudimos realizarlo. Lo mismo sucedió con otro festival, que celebramos a mitad de año, llamado “Vamos Al Teatro”, y que se realizaba en la misma Casa Cultural, así que tuvimos que adaptarnos.
Justo para esas épocas habíamos adquirido una cámara fotográfica, por lo que vimos la forma de mudarnos al mundo de las transmisiones en vivo, o el “streaming”, para así poder hacer funciones de teatro virtuales. Estas se hacían con la parte del elenco que vive en la casa, que en este caso éramos mi hermano, Bruno Luera; mi papá, Iván Luera; Maritza Luera, mi tía, cuya familia también cuenta con un espectáculo y yo.
De todas formas, fue bastante complicado. Se trataba de un lenguaje distinto, por lo que no bastaba con colocar la cámara en el espacio, y empezar a actuar. También nos prestaron equipos de luces y de sonido para poder mejorar la calidad de las funciones, que eran gratuitas, y las transmitíamos a través de Facebook Live. Ya para 2021, retornamos con los talleres en modalidad virtual. Así que de eso se trató, replantear todas las actividades que teníamos, sobre todo para no perder la conexión con nuestro público.
De cierta manera, encontraron la forma de recuperar dicha conexión con el público con el uso de la tecnología, ¿no es así?
Cierto, porque nos había costado generar una conexión con ellos, y ellos también ya sentían una conexión con nosotros. Era un sentir más allá de comunidad, no solo de “profesor/tallerista – alumno”, sino que nos permitía convivir con ellos. La idea era no perder ese vínculo. Teníamos un programa de formación de públicos que fue adaptado y renombrado durante la pandemia. Pasó de “Vamos Al Teatro” a “Veamos Teatro”, para que el público tenga acceso a obras, lo cual es algo muy complicado en nuestro distrito.
Al tener una trayectoria de tres décadas, uno presume que, así como ha habido logros por parte del proyecto, también hubo obstáculos a los cuales enfrentarse. ¿Cuáles han sido las principales limitaciones que ha enfrentado la Casa Cultural Haciendo Pueblo durante estos 33 años de vida?
Siendo sinceros, no he reconocido tantas limitaciones, porque hemos sabido generar lazos con el distrito. Somos un punto de cultura, y somos parte de la Plataforma Cultura Viva Comunitaria, lo que nos abre puertas, y nos da visibilidad en otros espacios, y con otros entes. En un principio trabajábamos a un nivel bastante local, no nos abríamos mucho. Pero con la formalización de los participantes, se logró una mayor visibilidad, pese a ubicarse en una zona lejana a otros centros culturales. Aunque, igual existe cierto recelo aún cuando nos presentamos y decimos que somos de Comas; sin embargo, es solo una minoría, porque varios compañeros que se dedican a este rubro son de Comas. Nuestro distrito alberga a muchos grupos que se dedican a hacer trabajo cultural comunitario.
¿Los talleres que se presentan desde la Casa Cultural Haciendo Pueblo cuentan con algún requisito para poder ser partícipe de ellos? ¿O son aptos para todo público?
Los talleres sí son libres para todo aquel que desee participar.
¿Y qué hay del elenco? ¿Cómo se puede formar parte de este?
Haciendo Pueblo también maneja un elenco interno, en el cual participan miembros con un conocimiento más avanzado. Igualmente, este se va formando con los participantes de los talleres. Un día puedes participar del taller de teatro para adolescentes y jóvenes, y puedes ir escalando hasta formar parte del elenco, y trabajar con ellos. También invitamos mayormente a los adolescentes y jóvenes que deseen apoyarnos en la organización de las actividades, cada vez que faltan manos, y así estos pueden conocer la “chamba” interna que realizamos.
Con respecto a ti, tengo entendido que estudias una carrera relacionada al mundo del arte, ¿es correcto?
Sí, yo estudio Diseño Escenográfico en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático.
¿Cómo has logrado gestionar la labor de dirección que realizas en la Casa Cultural, y tus deberes como estudiante?
Ambas actividades se relacionan. Muchos de mis trabajos de la universidad los trato de relacionar con los trabajos que realizo en Haciendo Pueblo, o a conceptos e ideas que manejamos aquí. No se aleja tanto, porque, al fin y al cabo, mi carrera se inclina por el lado visual y la dirección. En Haciendo Pueblo se requieren labores de dirección e investigación, por lo que se vuelve parte de mi formación académica. Por ello es que no se me dificulta estudiar y dedicarme al proyecto a la vez, pues los he llegado a conectar muchas veces.
¿Cuáles son las expectativas que mantienes a futuro con el proyecto y la relación que tiene con tu carrera?
Estamos tratando de profundizar más en el tema de la escenografía. Antes no sabíamos tan bien cómo abordarlo. Ahora que ya estudio esta carrera, sabemos más sobre cómo abordar estos temas, y cómo ello puede ayudar a la creación de algún proyecto al momento de postular a algún fondo del Estado. Esa es una de las razones por las que comencé a estudiar una carrera relacionada a la escenografía, pues no había nadie en Haciendo Pueblo que maneje esos conceptos como tal.
Pensé que yo podría apoyar en esa parte, ya que también me interesa lo visual, y así sumar a la organización. No quería que solo quede en un conocimiento académico. Al ser una agrupación que forma actividades culturales, era necesario tocar el tema de la escenografía como tal. Así, al momento de conocer el lado teórico, decimos “aquello que hacíamos antes es esto”, y lo podemos abordar de esta manera, o puede ser más fructífero así.
Con respecto a la valoración del arte en el Perú, actualmente las políticas para impulsar este en el país son vistas como precarias e insuficientes ¿Cuál es tu perspectiva frente a la realidad que el arte enfrenta en un país como el nuestro?
Yo diría que no existe un interés social tan fuerte por el arte, y es una situación que incluso me ha tocado vivir en Haciendo Pueblo. Como anécdota, siempre me ha gustado contar que, en uno de los talleres de artes, que eran de acceso libre para niños, se me acercó una madre. La señora me preguntó “joven, ¿por qué no hacen talleres de deporte? El deporte es muy bueno”, a lo que le respondí que no era parte de nuestros intereses, y no teníamos capacidad para abordar ese tema. La madre continuó diciendo que el deporte era importante para la formación del niño, pero yo creo que el arte es también relevante.
Nuestro objetivo es darles a nuestros participantes las herramientas artísticas para que puedan desenvolverse en su mundo personal, académico y profesional. Se tiene una idea errónea de para qué puede servir el arte en el aprendizaje de los seres humanos. El arte es visto solo como entretenimiento, y no se ahonda en la labor que hay detrás. Se puede usar incluso para reforzar habilidades blandas, lo cual es bastante útil en la actualidad. Yo veo eso, hay un mal entendimiento de la utilidad del arte más allá del entretenimiento.
Muchos jóvenes desean estudiar una carrera relacionada a las artes, pero dudan frente a distintos estereotipos, como el referente al bajo sueldo, o el mercado laboral precario. Tú eres promotor artístico, y estudias una carrera relacionada al arte, ¿qué consejo podrías ofrecerles a estos chicos?
Más allá del aspecto económico, que es uno de los temas principales que aleja a las personas de estudiar arte, hay empleo. Lo que pasa es que la formación académica no es lo que te garantiza un trabajo, sino los lazos que puedas crear y qué tan efectiva e interesante puede ser tu propuesta de trabajo como artista. Puedes tener un mar de conocimientos, pero si no muestras lo que haces, nadie te va a conocer. Eso es algo muy importante en el mundo artístico, el hacer contactos y dar a conocer quién eres. Y también buscar espacios de formación alternativa, para no solo quedarnos en lo académico. Estos espacios ofrecen saberes interesantes e incluso mucho más enriquecedores de lo que el mundo académico te pueda dar.
Habiendo dado estas recomendaciones, ¿los invitarías a que se atrevan a estudiar artes?
Claro, al final y al cabo, el arte se basa en mostrar quién eres a través de tu trabajo.