Seis imágenes capturan las vivencias de hombres y mujeres en la cuarentena. Paula Tafur y Kevin Malca, ambos egresados de la PUCP, abrieron cuentas en Instagram para que otros usuarios muestren su íntima y solitaria experiencia durante confinamiento. No imaginaban la riqueza e intensidad del registro gráfico que iban a reunir.
Por: Michelle Iturrizaga
Portada: @ciudadesencuarentena y @retratosdecuarentena
La contemplación de las calles sin tráfico de vehículos y en absoluto silencio o la oportunidad de ver el cielo y los últimos rayos del sol caer al atardecer se han convertido en un momento anhelado para cualquiera que vive el confinamiento en la ciudad. Las fotos colgadas en estas cuentas de Instagram reflejan el valor que adquieren estos pequeños detalles. La atmósfera inspira un sentimiento de nostalgia por la vieja normalidad. Se extrañan los abrazos, los besos, las reuniones bulliciosas y sobre todo la seguridad con la que nos acercábamos unos a otros sin temor al contagio.
La cuarentena ha convertido a la virtualidad en nuestra nueva realidad. El valor de las imágenes es esencial para expresar las emociones y sentimientos en este contexto. Paula Tafur y Kevin Malca piensan que es muy importante mantener el sentido de comunidad en las redes sociales para que valores como la solidaridad y la empatía se consoliden.
El nuevo escenario de las interacciones
Paula Tafur Chávez (27), licenciada en Antropología por la PUCP y candidata a magíster de Antropología visual, creó la cuenta @retratosdecuarentena junto con una amiga de su Facultad. Al principio, su afán fue buscar la mayor funcionalidad de las herramientas virtuales para el trabajo etnográfico. El objetivo de la cuenta se centra en la exploración visual de las percepciones y experiencias individuales de cada usuario que se anime a mostrar, por medio de un breve texto y algunas fotos, un resumen de su vida durante estos últimos tres meses.
Nuevos medios, nuevos hábitos (@andr.oide)
31 de marzo, Lima-Perú. Andrea Mejía cuenta que esta época de cuarentena le tocó pasarla con su abuela. En una casa de un distrito de clase media, luego de arreglar la mesa del comedor con el típico mantel de cuadritos, las videollamadas empiezan su curso. Describe a su abuelita de la siguiente manera: “Ella tiene 84 años y es más activa de lo común, por no decir hiperactiva. Hace unos días comenzó a usar Zoom para hablar con sus hermanos que viven fuera de Perú. Era super loco porque entre ellos armaron una pequeña reunión y hasta sacaron los vinos”. Andrea reflexiona que antes del confinamiento no se le hubiera ocurrido tener una reunión a distancia con siete personas. Pero, ahora que no se puede dar el lujo de retrasar los planes, atesora cada momento aunque sea por una imagen en la pantalla.
Tardes frente a la ventana (@xndreasq)
4 de abril, Surco, Lima-Perú. Andrea pasa sus tardes frente a su computadora buscando inspiración y tratando de mantenerse activa creativamente. “Encuentro tranquilidad en mi pequeño caos y también encuentro la calma cuando miro hacia la derecha y veo en el exterior la evolución de una tarde soleada, un cielo prendido en fuego para luego consumirse en oscuridad”. Cuenta que, como muchos otros jóvenes, su habitación se ha convertido en su lugar de trabajo, estudio y comodidad, por ello siempre está ideando maneras de ambientarlo para que se sienta cómoda todo el tiempo.
Aislamiento en alta mar (@j.ernestoo)
5 de abril. Juan Espinoza envía su testimonio desde San Francisco, California. “Estoy pasando cuarentena en una habitación vigilada y monitoreada 2 veces al día en un crucero anclado en alta mar por tener casos confirmados de COVID-19”. Narra su rutina inusual: “Básicamente mi cuarentena consiste en levantarme todos los días a las 8 de la mañana para recoger del pasillo el táper del desayuno y que una enfermera me tome la temperatura. A las 12 llega el almuerzo, alguien toca la puerta y se van corriendo para evitar cualquier tipo de contacto”.
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La cuarentena es un privilegio para muchos
Kevin Malca Vargas (27), licenciado en Arquitectura por la PUCP e investigador de temas del patrimonio, infraestructura, paisaje y derecho a la ciudad, inició la cuenta @ciudadesencuarentena por un interés disciplinar. Tiene una perspectiva urbanística y arquitectónica sobre cómo las personas han adaptado sus viviendas en el contexto de COVID-19. Durante una conversación vía Zoom, dijo: “La ciudad se redujo a la casa. La cuarentena ha evidenciado, aún más, las desigualdades que existen entre ciudadanos. Tenemos que ser autocríticos para mejorar nuestra ciudad”.
En la azotea, más cerca la cielo (@limenial)
16 de abril, San Miguel, Lima-Perú. “Se me ocurrió improvisar una cama en el techo con un colchón de espuma que había en casa, cubrirlo con una tela y listo para ver el atardecer, las noches de luna y estrellas que se han podido disfrutar últimamente en Lima”.
Campo y lujo (@lafemcoquet)
26 de mayo, Santa Juana, Biobio-Chile. “Mis papás se fueron a vivir al campo hace unos meses y con mis hermanos nunca habíamos estado ahí en otoño porque durante esta temporada no viajamos a visitarlos. Ahora es la primera vez en la vida, desde que plantaron los árboles hace 10 años, que vemos la alameda en otoño y es un sueño. Tanto así que nos fuimos a tomar té allá porque dijimos ‘este lugar es de película’. No podíamos creer que nos hubiésemos perdido tanto tiempo sin ver esto».
La otra cara de la moneda (@andreslobatoes)
Desde México, Andrés Lobato comparte que uno de los sectores más golpeados por la emergencia sanitaria en su país es el sector informal formado por la población que vive ‘del día a día’. La delegación Iztapalapa en la Ciudad de México es un ejemplo de ello. Con casi dos millones de habitantes y sin acceso universal a servicios básicos, es la demarcación con mayor número de contagios. «Los ciudadanos se manifiestan ante el encierro para pedir apoyo al Gobierno, ya que un día sin trabajo representa un día sin comida».